jueves, 28 de octubre de 2010

Insomnio.

Silencio en la sala.
Estaba impecable con su nueva levita. Su vida había cambiado rápidamente en poco tiempo. Subía las escaleras de la sala principal de un gran teatro. Todos estaban sentados en el interior del auditorio, esperándole impacientes. Entró como uno más por la puerta de entrada del público a la sala de actuaciones. El foco se dirigió a él y le persiguió en su camino hasta el centro del escenario. Se quedó quieto frente al público, mientras éste se ponía de pie y le aplaudía con fuerza. Como acostumbraba diariamente se sentó frente al piano. Empezó a tocar pero algo raro ocurría. El piano no sonaba, a pesar de pulsar las teclas, aunque estaba en perfecto estado. El pianista siguió tocando sin darse cuenta de lo que ocurría, la música estaba en su cabeza. Después de unos minutos de desconcierto entre murmullos, el público decidió que su imaginación no daba para tanto y comenzó a abandonar el recinto. Siempre dicen que los estrenos están llenos de imprevistos.

Metrópolis Cutánea.
Vivía en el quinto piso de un filamento capilar. Cada mañana cruzaba varias epiteliales para entrar en los núcleos y poder llegar a tiempo a trabajar. Salía después de un par de regeneraciones. Si el tiempo estaba seco, bajaba la dermis y se colaba en las glándulas a beber de balde. En vacaciones, siempre compraba un billete para pasar sus vacaciones en unas escamas de reptil. Aún así, adoraba su ciudad. Podía inundarse sin previo aviso, dejando las calles anegadas. También era posible que el suelo se agrietase produciendo una erupción volcánica. El terreno se elevaba o descendía con el paso del tiempo sin seguir un patrón determinado. Se producían demoliciones constantemente y en el lugar menos pensado, así como cambios de temperatura extremos. El suelo desgastado se cambiaba después de cada ciclo y cada cubo de basura sacado. La red de comunicación era rápida, casi instantánea. La infraestructura era sólida y bien formada. Lo único que no entendía era el carácter dictatorial del individuo que todo lo manejaba.

Octubre
Las llaves de Octubre están en el cajón.
Ya es hora de cerrar sus viejas puertas,
antes de perder el amparo del Sol.
Y no poder recoger las hojas secas.

Nos perdemos en una montaña de papel,
dentro del bosque de las ideas de cartón.
No queremos nadar en ríos de café,
donde se enturbia nuestra percepción.

La risa del otoño nos despierta,
desde el comedor hasta el sofá del salón,
fastidiando el momento de la siesta.

Nos engulle por completo el atardecer,
empieza a sonar una leve canción.
¿Cuándo decías que acababa el mes?





PD: Ni idea.

lunes, 25 de octubre de 2010

Un día en secretaría.

Ocho y media de la mañana, legañas que cubren los párpados y se esconden entre las pestañas. Medio somnoliento acierta a coger un número para entrar en secretaría. Tenía que presentar unos documentos por culpa de un error administrativo. Ni él supo descifrar lo que quería decir aquella carta, pero allí estaba. El tiempo pasaba mientras los números del panel electrónico permanecían inmutables. Llegaba gente sin descanso, ordenadamente y sin prisa, pero aún así el espacio se reducía. De repente, el número cambio, pero no al siguiente como parecía lógico, sino a otro totalmente aleatorio. La gente empezó a aplaudir entusiasmada, no sabía si por el cambio de número o a la persona afortunada. Cuando la persona entró en el habitáculo contiguo, recobraron la compostura. Al cabo de un rato el panel volvió a cambiar, aunque esta vez en lugar de aparecer un número lo hizo una letra. La gente se puso a hacer la ola mientras su confusión e incredulidad crecían a pasos agigantados. Después se sucedieron todo tipo de signos, caracteres, emblemas y escudos. La sala de espera se convirtió en un circo improvisado. Se agolpaban en ella, trapecistas, escupe-fuegos, funambulistas, escapistas, domadores, traga-sables, malabaristas, tiradores, payasos que se pegaban con mimos y una señora con barba que iba a hacer tiempo en el baño durante su afeitado. Sumergido en ese ambiente circense, llegó su turno. Empezó a prenderse y explotar todo tipo de material pirotécnico, dejando un impresionante espectáculo de fuegos artificiales a su entrada. Cruzó la puerta, entrando en la nueva habitación. Había cable telefónico enrollado por todas partes. Los papeles volaban de una impresora a otra, creando cortinas intermitentes alrededor de las mesas. Se acercó a un pequeño mostrador tras el que se escondía una pequeña secretaria. Estaba dormida, así que golpeó el cristal delicadamente para despertarla. La secretaria se levantó como un resorte.
- ¡Lene, qué susto!- gritó frenética.
- Tampoco soy tan feo.- respondió irónico.
- Muy gracioso, no le esperábamos tan pronto.- dijo seriamente.
- ¿Cómo?
- Ya sabíamos que tenía que venir, pero esa es una larga historia.
- Bueno, aquí tiene mi número.- contestó.
- ¿Número? ¿Usted no sabe que no puede coger número sin una solicitud formal de entrada? ¿Dónde está su solicitud?- dijo malhumorada.
- ¿Solicitud de qué?- replicó sorprendido.
- ¿Pero en qué mundo vive usted?- gritó a voces.
- Me parece que en uno totalmente distinto al suyo.- seguía con su ironía.
- No hace falta que lo jure. Ya que está aquí, le atenderemos. Pero que no se repita.
- Bueno, necesito resolver un error administrativo.- explicó resignado.
- ¿Porta los documentos necesarios?- le preguntó.
- Afirmativo.- entendió que podía ser útil tratarlos como a androides.
- Bien, vaya a la mesa trece, por favor, le esperan allí. Hasta pronto.
- Hasta nunca.- contestó entre dientes.
Se desplazó a la entrada donde se encontraban las mesas. Localizó la mesa trece y se dirigió a ésta. Se sentó en la silla, la persona que tenía en frente lo miró con mala cara.
- ¿Qué hace? Estoy esperando a alguien.- escupió furioso.
- Claro, a mí. Usted tiene que ayudarme con mi problema administrativo.
- ¿Problema administrativo?
- Claro, usted es miembro del personal de secretaría, ¿no?
- ¿Personal de secretaría?
- Sí, joder. Y deje de repetir todo lo que digo.- gritó enojado.
- Usted está en un error, vaya a la mesa que está justo a su espalda. Allí podrán ayudarle con su problema.
Se levantó y dando media vuelta llegó a la nueva mesa. Sentado frente al ordenador había un hombre hiperactivo, con multitud de tics nerviosos y el más insoportable era que no podía dejar de castañear los dientes.
- Hola, amigo. Rellene este formulario.- dijo deprisa.
- Vale.
- ¿Aún no ha terminado?- replicó al instante.
- Ni he empezado.
- No importa, tampoco era tan importante.- arrancó el papel de sus manos y lo tiró a una incineradora.- Tome esta encuesta, no deje ninguna pregunta en blanco.
- Son cincuenta páginas, ¿es realmente necesario?
- No, pero puedo darle dos impresos de inscripción a la revista “amigos de la ofimática”.- castañeteaba entusiasmado.
- Creo que paso.- se levantó dejando al hombre con la palabra, que seguía hablando mientras él se alejaba.
Miró por todos lados, para encontrar a alguien medio normal. En su dirección había una mesa que ocupaba una mujer muy atractiva. Llevaba el pelo recogido y usaba gafas. Tenía puesta una camiseta muy ajustada y no abusaba de maquillaje.
- Hola.- le saludó con una sonrisa.
- Heia.- no acertaba a articular palabras.
- ¿Cómo te llamas?
- Como tú quieras.- acertó a decir anonadado.
- ¿Qué edad tienes?
- Veinticinco.
- ¿Signo del zodiaco?
- Piscis.- contestó aunque no entendió el porqué de esa pregunta, pero tampoco le importó demasiado.
- ¿Cuántas relaciones sentimentales has tenido?
- ¿Qué?- soltó desprevenido.
- ¿E íntimas este último mes?
- Me está empezando a molestar este interrogatorio.
- Sé que es brusco pero el tiempo tampoco da para mucho.
- Creo que hay algo que no entiendo.
Justo al acabar la frase sonó una campanilla.
- ¿Ves? Lo siento, mucho. Pero no te preocupes. Me has parecido un chico muy simpático, aquí tienes mi número para llamarme en otro momento.
Desconcertado, se levantó y se fue. Aunque esta vez parecía no haber tenido mala suerte. Se acercó a otra mesa. Quien estaba allí le miraba fijamente.
- Buenos días.
- BEEEE.
- Joder, como putas cabras.
Se volvió a levantar una vez más. Y de nuevo a probar suerte.
- ¿Qué hay?
- ¿Viene a por un cambio de sexo?
- Ni de coña.
- Usted se lo pierde.
- Vaya que sí.
La broma estaba empezando a cansarle. Llegó a un mostrador algo familiar.
- Perdón.
- ¿Otra vez usted?
- Mierda, ¿cómo he podido perderme aquí dentro?
- Mesa trece, mentecato. Mesa trece. Le están esperando.
Volvió a mirar como al principio y se dirigió a la mesa trece. En ella estaba sentada una mujer trajeada e impecable. Se saludaron y le preguntó a qué se debía su presencia allí. Él le explicó lo del error administrativo. Un par de minutos y algún que otro impreso rellenado más tarde, acabaron con el problema. Agradeció la atención que le había prestado y se despidió con un apretón de manos. Se levantó contento, después de todo lo que le ocurrió anteriormente. Habiendo finalizado su tarea, se dispuso a salir. Al acercarse a la puerta una voz femenina sonó a su lado asustándole.
- Perdone.
- Otra vez.
- ¿Cómo?
- Ya he terminado lo que vine a hacer, no me moleste de nuevo.
- No sé de qué habla.
- Usted es la secretaría del mostrador que no para de incordiarme.
- ¿Mostrador?
- Vaya…
- Ah, debe de estar hablando de mi hermana gemela.
- Me voy a volver loco. Bueno, ¿qué quiere?
- Necesita una solicitud de salida para poder marcharse.
- No jodas…
- Es necesario.
- ¿Y las solicitudes de asesinato dónde se piden?
- No existe tal cosa.
- ¿Y las de suicidio?
- Mesa trece.
Esas dos palabras eran solamente el principio de su mala suerte.




PD: Por fin acabado. Espero que guste. No he exagerado para nada los detalles.

sábado, 16 de octubre de 2010

El funeral de los Planetas.

Vía Láctea: ¡Ding, dong, ding! El servicio de información de la Vía Láctea les comunica que el funeral de la Tierra dará comienzo dentro de 675 años terrestres y tendrá lugar en el Sistema Solar. Les rogamos tengan precaución y procuren no surcar las inmediaciones del agujero negro, el tráfico espacial es denso y el tiempo para este fin de milenio se presenta bastante adverso debido a las numerosas precipitaciones de meteoritos, por lo que les aconsejamos que tengan sus atmósferas a máxima potencia. Gracias. ¡Ding, dong, ding!
(En el velatorio)
Marte: Si es que no somos nada…
Júpiter: No serás nada tú, yo soy bien grandote y hermoso.
Marte: No empieces con tonterías inmunda bola de gases.
Júpiter: Cállate anda, que yo al menos tengo satélites decentes.
Martes: Que cruz más grande, copón.
Venus: Dejadlo ya hombre, estamos aquí por la muerte de nuestro compañero.
Júpiter: Mira quién habla, si tú solo lo querías para mantener interacciones gravitatorias y electrostáticas.
Venus: Eso es mentira, que yo le quería mucho.
Marte: Sí, claro que lo querías, para las interacciones…
Venus: Iros a por polvo estelar los dos, si es que sois iguales.
Marte: Perdona, pero a mi no me compares con una pelota de gas.
Mercurio y Saturno: ¿No tenéis ningún respeto por nuestro compañero? Con la de buenos momentos que hemos pasado juntos, la de momentos inolvidables que jamás se repetirán.
Júpiter: Mira quiénes están aquí, el de los termómetros y el “fashion”, vacilando con su anillo.
Saturno: No responderé a tus patéticos intentos para hacerme partícipe de tu juego, así que vamos a ponernos serios y a darle nuestra última despedida a nuestro amigo.
Marte: Estoy de acuerdo con el “anillao”, vamos a comportarnos como planetas que somos.
Venus: Mirad, ahí están los dos que faltaban.
Urano: Buenas, siento el retraso, vengo aquí con el “señor de los mares”, ja ja ja.
Neptuno: Siempre con el mismo chistecito, pues yo paso de hacer rimas fáciles.
Saturno: En mala hora se me ocurrió echar a mi la solicitud para la plaza en el Sistema Solar, me han tocado todo los perturbados.
Venus: No te sulfures, ja ja ja. Sus discusiones de pareja siempre son iguales.
Urano: Es que no tienen sentido del humor.
Neptuno: Claro, no será que tú eres demasiado graciosilla.
Luna: Ains…
Marte: Hey Luna, ¿cómo lo llevas?
Luna: Pues muy mal, era mi mejor amigo.
Venus: Anímate hombre.
Luna: Aún recuerdo cuando orbitaba a su alrededor y me daba conversación.
Júpiter: Pero, ¿cómo ha sido?, tú que siempre estás a su lado.
Luna: Pues la verdad no tengo ni idea, el doctor le hizo la autopsia pero no fui capaz de ir a verla.
Júpiter: Pues yo tengo curiosidad.
Urano: Seguro que no se ha cuidado la atmósfera, que se pegaba unos chutes de CO2 que ni yo en mi juventud.
Neptuno: Tú que vas a saber, le habrá dado una subida del nivel del mar. Porque hace tiempo que me comentó que le daban bajadas muy fuertes de los casquetes polares.
Urano: No hables de casquetes no vaya a ser que sea lo único que hagas en un tiempo.
Neptuno: Pero churri…
Júpiter: Estoy cansado de sus peleas, Mercurio, ve a hablar con el doctor ya que lo tienes cerca y tráete el informe de la autopsia.
Mercurio: Siempre el más pequeño a hacer los recados.
Júpiter: Calla y ve ya, hostia.
Saturno: Tampoco te pongas tan agresivo con el chaval. Aunque yo creo que todo va a ser un infarto de núcleo.
Venus: Pero si tenía un núcleo muy calentito.
Marte: Mira como lo sabe y parecía tontita.
Venus: Tú lo que tienes es envidia…
(Mientras, Mercurio…)
Mercurio: Buenas doctor.
Sol: El chico de los termómetros, ¿qué te trae por aquí?
Mercurio: Qué broma más original…
Sol: ¿A que sí?, si es que soy muy chisposo, estoy que ardo.
Mercurio: Antes de que se desencadene por completo el festival del humor del Dr. Sol le tengo que decir que estoy aquí por el informe de la autopsia de la Tierra.
Sol: Un planeta muy desagradecido, nunca aceptó mis rayos UVA. Un bronceado no le hubiese venido mal. Aquí tienes muchacho, tu informe.
Mercurio: Gracias, ya nos veremos. (Que tipo más patético)
(De nuevo en el velatorio)
Venus: … porque eres lo más triste del sistema y nadie quiere estar contigo.
Marte: No te voy a insultar porque me lo tiene prohibido el autor pero en cuanto se acabe esto tendrás que ir buscándote un buen psicólogo.
Mercurio: Aquí traigo el informe.
Júpiter: Ya era hora, estaba cansado de escuchar a estos dos cansinos.
Saturno: Bueno grandullón, que dice el informe.
Júpiter: Pues el informe dice que te equivocas, ja ja ja.
Saturno: Ya veo para que querías el informe…
Júpiter: La parejita ha acertado, pero por lo visto es más complicado.
Marte: Que mas da, el caso es que la diño, no hay más misterio.
Júpiter: Sí, pero tenía curiosidad.
Venus: Estoy rodeada de idiotas.
Marte: Maldito autor y sus favoritismos, será mamón. Uff, que alivio, gracias majete.
Luna: Dejemos la fiesta en paz unos minutos y estemos un momento en silencio para honrar la memoria de nuestro amigo.
Plutón: Perdón por el retraso.
Marte: Tuvo que venir el cafre de turno a romper el momento en el que recordamos a nuestro compañero y le dedicamos un momento de silencio. No ves que nos queremos ir ya todos a nuestras órbitas y dejar esta pantomima cuanto antes, pero tienes que llegar y fastidiarlo todo. Anda y vuélvete para tu órbita y no te muevas nunca más, que eres la vergüenza de la profesión, no vales ni para planeta, cacho piedra. Maldito impostor, viviendo del cuento todos estos siglos y encima tienes la poca decencia de aparecer por aquí. Cada vez que te veo me dan ganas de mudarme de galaxia.
Venus: Sería de agradecer eso último.
Júpiter: Yo paso de seguir aquí, tengo partida de dominó con Ganímedes, Europa y Ío dentro de unos años y no quiero llegar tarde. Ahí os quedáis.
Urano: Nosotros también nos vamos, que con esto de acercarnos al Sol me ha entrado un calentón.
Neptuno: Yuju, hasta otra amigos.
Saturno: Acabo de acordarme que tengo que ir a probarme un anillo nuevo que me he comprado, adiós.
Venus: Yo me quedo con Luna aquí un ratito más.
Luna: Gracias, pero deberíamos irnos antes de que se haga más tarde. Ya volveremos en otro momento.
Venus: De acuerdo.
Mercurio: Me voy a la consulta del Dr. Sol que me ha entrado un dolor de cabeza de repente, horrible.
Marte: Yo me voy, pero no voy a poner ninguna excusa barata. Nos vemos.
Plutón: Bueno…
… y tú, Tierra, ¿qué te cuentas?





PD: Me parece que éste aún no lo había colgado. Pues eso, espero que guste. Ya ni me acuerdo de cómo es.

martes, 5 de octubre de 2010

Cero Kelvin.

Carta de la Serotonina a los Sistemas Nerviosos Centrales.
Queridos hermanos,
Os escribo para proclamar la gran noticia de nuestro dios, Jaco. Éste, en su infinita bondad y amor nos obsequia con el remedio para acabar con el sufrimiento y el dolor que estamos condenados a padecer. Podremos desterrar todo el daño físico y emocional, tele-transportándonos al reino de la inhibición sensorial. Podemos dejarlo todo atrás y llegar a la máxima condición espiritual. Hagamos que nuestra vida transcurra en cámara lenta para poder disfrutar cada instante. Consigamos que nuestros sentidos se confundan, pierdan o mezclen. Exterminemos el estrés que infecta a nuestra sociedad. Salven a sus neuronas del cruel yugo del trabajo diario. Al fin podemos comprobar que ha descendido de los cielos y con tan sólo una dosis tras las comidas pondremos fin a todos nuestros problemas. Alabado sea Jaco, hermanos.

Abracadabra.
La monotonía regía su vida. No tenía descanso, si no era una cosa era otra. El caso era estar todo el día trabajando. El primer día se dedicaba a separar y ordenar, ya que todo se lo traían mezclado y de cualquier manera, pero cumplía el trabajo con destreza y rapidez. Al día siguiente, solía a cortar piezas de una determinada manera. Nunca se equivocaba en su realización. Luego, tenía que realizar costosos trabajos de soldadura, aún así no sufría contratiempos. Más tarde, pintaba cada objeto según le especificaban, soñaba con poder hacer diseños propios aunque sabía que le iba a resultar imposible conseguirlo. Siempre era tranquilo y tenaz en su continua labor, pero de repente sonó una voz solemne. “Un, dos, tres, despierta.” Aquel voluntario del público padecía las ilusiones de aquel hipnotizador de procesos.

El verbo.
Escribir en el ordenador con bolígrafo. Ver imágenes en la radio. Fumar asfalto. Vestirse con la incertidumbre del futuro. Mirar sin ver. Oír sin escuchar. Machacar pensamientos. Golpear a la suerte. Vivir el tiempo. Matar la vida. Leer mentes. Predecir el pasado. Cantar una pintura. Dibujar algo ácido. Comprar limones. Vender el intelecto. Regalar el universo. Mandar un beso. Comer miradas. Beber conversaciones. Limpiar lo inmaculado. Arañar el miedo. Empujar la angustia. Abrazar la amistad. Apuñalar la confianza indiscriminada. Lamer maldiciones. Lanzar la correspondencia. Suprimir las alarmas. Jugar a la guerra. Vulnerar los ideales. Acabar con el final. Irse sin marcharse. Quedarse sin querer. Escribir con sangre. Levitar con alas. Volar sin ellas. Calmar en el agua. Andar en arenas movedizas. Sumar tonterías. Cambiar corazones. Mentir por la noche. Fugarse por la mañana. Vivir en la cama. Soñar con lo perdido. Amar lo no encontrado.

PD: No quiero ni leerlo.


domingo, 3 de octubre de 2010

Asterisco.

Sueño I
En un flash me encuentro en un coche que recorre lo que parece el muelle de un puerto desconocido. Un barco permanece inmóvil y pegado al filo de aquel precipicio improvisado. El coche se acerca a gran velocidad frente al barco y al llegar a éste se interna en la cubierta con un derrape temerario. Dando media vuelta, el coche sigue su camino por el muelle. Pero al cabo de pocos segundos, una certera maniobra hace que el vehículo vuelva por el camino antes recorrido. De nuevo en dirección al barco, esta vez por la popa. Cuando alcanzó el mismo lugar del derrape, repitió la hazaña. Esta vez algo fue mal, el coche se deslizó sin parar por la cubierta y pronto se quedó desprovisto de ella, cayendo así al mar. El tiempo se espesaba durante la caída y el silencio se apoderó de cada instante. El descenso dio a su fin y chocamos contra el mar. El impacto fue duro y la ansiedad por salir del interior del vehículo se apoderaba de cada uno de nosotros. En el momento que conseguí abrir la puerta, desperté del sueño, desconcertado salvé mi vida una vez más.

Sueño II
Las escenas se suceden pero me es imposible recordarlas. No sé si trabajo en un grupo de sicarios, o somos sólo una pandilla de matones de poca monta. Desconozco la misión y el procedimiento. Recuerdo estar en medio de una conversación, en una habitación bastante amplia con mis compañeros, y es entonces cuando me doy cuenta de que estoy en un sueño. Sabía que estaba atrapado por las cadenas de mi subconsciente, hasta tal punto, que no sabía si esa sensación de engaño e irrealidad era una trampa o una certeza. Todo parecía real, pero de alguna manera pude romper la barrera del sueño. De todas formas sólo me quedaba la resignación, ya que no sabía cómo salir de allí de manera instantánea. Atrapado, mi única opción era esperar, por lo que el plan proseguía, me esforcé inimaginablemente para retener cada detalle en mi memoria. Aunque al final, lo único que permaneció grabado fue la consciencia de estar dentro de un sueño. Maldita sea mi suerte.

El libro de los Autótrofos.
Llegamos al día del advenimiento del ser extraño. Todas éramos iguales y nos comportábamos de la misma manera, así que este día trastornó nuestra percepción y concepción de lo que nos rodeaba. Éramos una comunidad pacífica y auto-productiva. Aunque cada ente era independiente de los demás, se estaban avanzando negociaciones para formar nuevas estructuras más complejas, con las que facilitar el trabajo. Respetábamos el código que regulaba nuestra comunidad, de esa manera evitábamos los problemas entre nosotras. Pero toda esa paz se rompió ese fatídico día. Su procedencia era desconocida, nunca se había odio hablar de ellas, ni rumores, ni siquiera mitos o leyendas, pero llegaron ese maldito día. Los llamados Heterótrofos hicieron acto de presencia. Se hacía llamar tribu de los Fagocitos, irrumpieron en la comunidad y arrasaron con todo. Su misión era la destrucción completa de nuestra humilde comunidad, para poder continuar su senda devastadora. Acabaron con la mayoría de nuestras semejantes, en una carnicería macabra y siniestra. Algunas pudimos escapar, dejando el testimonio de nuestra vivencia. Desde aquel momento la huida era continua. Escapar era nuestro modo de supervivencia. Aún esperamos la salvación del Creador. Alabado sea, hermanas.

PD: Que empiece el show. Perdón por el retraso.