jueves, 22 de mayo de 2014

Whisky Amargo.

Trigonometría de fuego.
Es una noche sin cuentos
y sin nadie para atenderlos.
Un pequeño espacio
casi intangible
se considera una conquista.
Un escaparate
alojado en el cristalino
protegiendo una esclerótica,
ardiendo en color rojizo.
Y mil llamadas al desamor
se guardan
como correo no deseado.
Podría ser media hipérbole,
la que me devolviera mi vida.
Y despiertas
con la mano
agarrando un seno,
dejando huérfano
al coseno.
Y la curva
varía en relación
al tiempo
de cóncava
a convexa.
Todo apunta
a senoidal
como la función
 de tu sonrisa.

Teorema del absurdo.
Ayer me enseñaban que los heterótrofos no se alimentan de homosexuales. Es útil ya que el canibalismo representa una aleatoriedad estadística trivial. La fuerza se mide en campos y éstos en hectáreas. Mi abuelo conservaba unas tierras de algunos kilopondios. Los imanes son magnéticos y tienen polos de fresa y de limón. Morir electrocutado bajo corriente alterna por si llegas a tocar el cable. El calor ni se crea ni se destruye, se disipa por aletas de posición ventral. La viscoelasticidad es una propiedad que aumenta la temperatura del lugar en el que se produce el fenómeno. Un ábaco respira álgebra. La alquimia produce cambios de estado y transiciones de fase como cualquier otro psicotrópico. Un monocristal de potasio se alimentaba de multitud de plátanos. Se mide el tamaño de grano de un material metálico para saber si ha pasado la adolescencia. Si la entropía tiende a aumentar, perseveremos en el caos, el orden es ilógico. Una reacción exotérmica es la que se da fuera del recipiente. Se está perfeccionando la raza humana fotosintética. Si te hablo en binario y me contestas en hexadecimal, nunca llegaremos a entendernos. Hay geólogos especializados en cólicos nefríticos. La Luna brilla al aprovechar la energía mareomotriz que genera con las mareas. Si no se aplica ninguna fuerza todo cuerpo tiende al reposo absoluto. La neurosis es el alimento principal a lo largo del día. Eritrocitos lipotímicos y leucocitos autistas. Los estados de ánimo se dividen en protones, neutrones y electrones. La psicosis se produce cuando las neuronas hacen turismo sexual. Un texto acaba cuando el límite de su función que esperamos que no tienda a infinito sea punto y final.




P.S. Ya me estoy poniendo pesao...

jueves, 15 de mayo de 2014

Alcance Vítreo.

Cómo parpadear.
Abres los ojos, te cansas de ver paredes y de vez en cuando algún trocito de cielo. Te sientas a mirar papeles repletos de caracteres y símbolos descifrables, altamente compresibles. Adelantas al asfalto sin despegarte de él a la espera de una nueva jornada. Cierras los ojos. Abres los ojos y te desplomas en un campo de amapolas. Recuerdas que alguien una vez te dijo que eran venenosas. Y caes encima de ese colchón natural. Aunque quisieras, no escapas porque te inunda una enorme sensación de paz individual. Cierras los ojos. Abres los ojos y caminas por el techo. Sin vacilaciones con paso firme y sin que la incoherencia forme una pisada. Y el tiempo se para o se dispara sin previo aviso. O vuelve para atrás sin consciencia plena. Y los atascos están vacíos y las multitudes son solitarias. Y abres los ojos. Y si cierras los ojos la oscuridad te engulle.

¿Quién es?
- Admiro la genialidad con la que esculpes cada escena y trazas cada imagen en una armonía compacta y completa.
- Maldigo la injusticia al ser admirado por el amor no correspondido.
- La brillantez de tu obra contrasta con el egoísmo de tus palabras.
- ¿Egoísmo?
- Así es.
- No pido correspondencia de igual forma que no pido admiración.
- Suena a reproche.
- ¿Y qué quieres? ¿Cómo debo sentirme cuando estás admirando mi trabajo mientras yo idolatro tu ser?
- Debes darlo por perdido.
- Eso sería una frivolidad en la que todo carecería de sentido. Si no me enamorase de cada trazo nada existiría de la misma forma que me consumiría sin quererte.
- ¿Y merece la pena sabiendo que yo no te quiero?
- Eso no tiene nada que ver.
- Tiene todo que ver.
- No puedo esperar algo que no depende de mí.
- ¿Y es eso suficiente?
- Nada es suficiente. No obstante, en este caso el conformismo es una postura más racional que la esperanza.
- Tú sólo me quieres porque no me puedes tener.
- Nunca podría tenerte, ¿de qué sirve la posesión?
- No uses juegos semánticos conmigo.
- Sólo pretendo tu bienestar.
- Por desgracia para ti, estás a años luz de eso.
- Lo sé. - ¿Y bien?
- Se me da bien aguantar el tipo.
- Menos humos.
- Es algo con lo que tendré que vivir.
- Maldita sea, ahora no seas trágico. Hay más gente en el mundo.
- Eso siempre es un consuelo.
- ¿Ocurre algo?
- ¿Cuánto tiempo llevas escuchando?
- Desde el principio.
- Entonces, ¿lo has oído todo?
- Sí.
- ¿Qué te ha parecido?
- Me dan ganas de llorar.
- La verdad es como para planteárselo.
- …
- ¿No vas a decir nada más?
- Voy a dejar que te calmes un poco.
- Va a ser difícil. Pero bueno, disculpamos tu interrupción.
- No me hagas eso.
- ¿Qué es lo que hago?
- No hay nadie más aquí. Estás hablando sólo conmigo.
- ¿Cómo?
- Que no hay nadie. No hay nadie ahí. No hablas con nadie más.
- No puede ser.
- Claro que no puede ser.
- Me está mirando.
- No le hagas caso.
- ¿Te ha dicho algo?
- No me dejes.
- Te quiero.
- …

Delírium trémens.
¿No es un despropósito
la coincidencia
del meñique de un pie
con el quicio de una puerta?
La misma que dejar a un mudo
con la palabra en la boca,
tenderle la mano a un manco,
zancadillear a un cojo
o dejar a un sordo
en completo silencio.
Volvámonos lipotímicos
para poder quitarle
hierro al asunto.
Porque algún día
formaremos parte del universo
dentro de una caja de madera.
Y reírnos con retrospectiva
al encontrar lobas
en lugar de musas
bailando en mi tumba
luciéndose impúdicas
y en pelotas.
Y no estar ahí
para presenciar la escena,
ni falta que hace
porque para entonces,
estaré pensando
en cosas más importantes.




P.S. Sin drogas, todo natural. Más o menos...

jueves, 8 de mayo de 2014

Tónico Venenoso.

La bestia.
En las profundidades, donde la luz no se conoce yace un monstruo durmiente. Inmenso a la par que poderoso duerme plácidamente. Vive en un sueño ligero a la espera de un despertar inminente. Un rugido se mezcla con el estruendo de mil cadenas al romperse. Se libera el caos, todo ira y todo rabia. Una espiral de destrucción que arrasa con lo que toca. Estalla la tierra a su paso, el mar la golpea y el aire se convierte en tornado. Sólo se oyen palabras inconexas, ideas imprecisas y caóticas. Éstas quedan silenciadas por gritos de dolor desgarradores. Los gritos del monstruo que se desangra en heridas lacerantes. Sangre de heridas de otra época que sólo sanan en la purga. Los ojos lloran en rojo para volver a cerrarse y dejar que la bestia descanse. Quién sabe qué consecuencias traerá el desastre.

En blanco.
Llegó un mensaje de un escritor que me ofrecía hospedaje mientras le intentaba ayudar a resolver un problema. Estando allí me llevó inmediatamente a su escritorio para que pudiera comprobar personalmente el suceso. Dejaba caer la pluma con suavidad sobre el tintero y de una manera ágil la deslizaba sobre el papel. La sorpresa aconteció cuando al acabar la demostración el escritor me enseñaba el papel blanco y sin atisbo de mácula. La situación era insostenible para el escritor que se estaba viendo obligado a empeñar su patrimonio hasta que le restaba sólo el escritorio. Ahí radicaba el problema, en las ataduras de su escritorio. En futuros viajes le auguraba recobrar sus palabras, sus líneas y sus historias marcadas en negro sobre el papel, sin miedo a que el escritorio pueda volver a borrarlas.

Musa del verso.
Me asombra la métrica
del deseo que encierra
tu mirada.
Una reacción exotérmica
que me convierte en la sinalefa
de tus labios.
El despropósito hierático
al estar atrapado
entre tus puntos singulares.
Y redactar una enmienda
con la que trazar una envolvente
sobre tus concavidades.
Sufrir multitud de espasmos
inducidos tras el contacto epidérmico
hasta llegar al borde del colapso.
Y cumplir penitencia divina
al tejer en el firmamento
mil estrellas sin vida,
una por cada día
que tu voz se hace silencio.
Tomo como recurso
remedios homeopáticos
y entre pócimas y ungüentos
me invento una historia
en la que eres el verso
que nunca encuentro.
Nunca te encuentro,
siempre me faltas
y dejas vacía
cada una de mis poesías.




P.S. Y lo que me queda...