jueves, 6 de febrero de 2014

Exorcismo Pernicioso.

Hijos de la crisis.
De alguna forma revives por tus recuerdos esos tiempos de niñez cuando le ves preparándose por las mañanas. Ves cómo organiza su pequeña mochila. Le ayudas a vestirse. Le das su merienda que espera con ilusión. Y te separas de él o ella para continuar con tu rutina, deseando que tenga un buen día. De alguna forma especial son pequeñamente mágicos. Ayer mientras volvíamos de lo que había sido un día agotador y después de haberme contado todas sus novedades, me dijo.
- Papá, hay una niña en mi clase que hoy no llevaba merienda – no me lo esperaba.
- Ah, ¿sí?
- Sí.
- Y, ¿cómo se llama esa niña?
- Marta.
- ¿Te dijo por qué no llevaba merienda? – pregunté interesado.
- Decía que su mamá le había dicho que le habían robado su merienda – tristemente, imagino que de una forma u otra sería verdad.
- Bueno, ¿y qué hiciste?
- Nada – contestó con inocencia.
- ¿Por qué no compartiste tu bocadillo? – incidí un poco.
- No me lo pidió – volvió a contestar con la misma inocencia.
- ¿No crees que tenía hambre pero que a lo mejor le daba vergüenza pedirte de tu merienda? – concluí con algo de retórica para niños.
- Ah, vale – respondió con esa candidez que sólo los niños poseen. Al día siguiente me dijo que había partido en dos su bocadillo. A esa niña le supo a gloria. Desde entonces, siempre preparo dos bocadillos. Hicimos un pacto secreto.
- Hoy te doy dos bocadillos. Uno para Marta y otro para ti. Pero me tienes que prometer una cosa.
- Sí.
- Cuando se lo des, le tienes que decir que te lo ha dado su mamá. Que se le había olvidado – ay, las mentiras piadosas.
- Pero eso es mentira – me decía con seriedad.
- No, porque yo se lo quito al ladrón que le roba a su mamá – ay, cómo duelen los niños.
- Ah.
El tiempo pasa. Así lo hizo mientras estuvieron juntos. Por desgracia, eso sólo fue una anécdota de lo que estaba ocurriendo. Inevitablemente, van creciendo. Poco a poco, van atando cabos. Hasta que llega el momento en el que les vuelve ese recuerdo de su infancia. Comprenden esos juegos de niños. Entienden el significado de esas promesas, el porqué de tanta parafernalia. Y mientras tú sigues con tu vida, un día llegan con un brillo especial en los ojos, te dan un abrazo y te dicen.
- Papá, te quiero.
No me lo esperaba.
(Supongo que será casualidad que días después de escribir esto en televisión hicieran alusión a los terribles datos de pobreza infantil. Aunque pensándolo mejor y siendo consciente de la situación, desgraciadamente no sea casualidad).

Catatonia.
Quizás sea cierto
que se encuentre en la tristeza
el aliento para escribir versos.
Porque es más fácil
hablar de lo que no tengo.
Y sea justo por eso
que cuento historias de amor.
Que le canto a los besos
con los que me arrancas los labios.
A tu boca que con agravio,
traga lo que no quiero oír.
Eso que me quema por dentro.
Y pinto el mundo de colores,
grises, blancos y negros.
Escribo mares de sangre
espesa, oscura y trágica.
Y murmuro apenas en silencio,
que vivo de tu recuerdo.
La noche siempre me regala una sonrisa
(irónica por el brillo de su esmalte,
se ríe, sin piedad de mis rimas asonantes)
para que le cuente lo mucho que te quise.
Y caigo presa de su embrujo
y juega conmigo a buscarte.
Pero ya nunca logro encontrarte.

Entrevista con Mr. Flowman.
- Buenas noches.
- Buenas noches.
- ¿Cómo vive la plena consciencia?
- Diría inconscientemente. No obstante, no es tan así. Sería más bien un intento por entender cuál es el momento adecuado para ponerlo en práctica.
- ¿Cuál sería ese momento?
- Imagine que me dice “se acabó”. Son palabras clave en un momento inesperado o incluso un gesto incoherente.
- Si tuviera la oportunidad de cambiar de piel, ¿lo haría?
- ¿Se refiere a implantar mi consciencia en otro cuerpo?
- Si así gusta.
- No haría falta. Con una pizca de empatía puedes imaginarlo en tu pellejo. Pero sí me gustaría ser a veces una canción, un susurro. La luz que atraviesa un prisma o una gota de agua. La superficie del mármol o de arena de playa. Intangible pero eterno, tan vacuo como imprescindible.
- Según su opinión, ¿sería posible matar por amor?
- Es contradictorio. Matar es la antítesis de amor. “Te mato porque no puedo vivir sin ti” es una frase que de ser amor sería “te quiero tanto que moriría por ti”.
- Entonces, ¿por qué se mata?
- Se mata por dinero, por celos, por envidia. Nunca por amor.
- ¿Es posible morir por alguien?
- Es una posibilidad en tanto en cuanto se muere por algo, por lo que también tendría sentido para proteger a alguien. Aunque sea una práctica poro recomendable. La contraindicación se debe a la irreversibilidad del proceso.
- ¿Cuál es el peor castigo?
- La indiferencia.
- ¿Mayor que la muerte?
- Sería el fin de la indiferencia. Bueno y el fin a secas.
- ¿Cree en la cábala?
- Creo en el armisticio.
- ¿Tan mal estamos?
- ¿Nosotros?
- En general.
- Digamos que cada uno se mueve por el interés personal y éste es el engranaje de nuestras acciones.
- El egoísmo está en la sangre…
- El egoísmo llama a la avaricia y culmina en despotismo.
- ¿Qué ocurre con quien fracasa en el intento?
- Acaba alienado y exento de poder.
- ¿Y el victorioso…
- Es corrupto y corruptor de mentes en masa.
- ¿Un colofón?
- Fuegos artificiales.
- ¿Se cambiaría para hacer las preguntas?
- En absoluto, porque podría temer alguna de mis respuestas.
- ¿Ha notado algo en falta?
- Un punto y final no estaría de más.
- Buenas noches.
- Buenas noches.



P.S. Podría pedir más a riesgo de quedarme sin nada.