miércoles, 30 de junio de 2010

El viaje de las postales

Sueños:Cuarta Parte

-Pero, ¿porqué?, podías haberte quedado con ella, ¿no?

-Bueno no era tan fácil, tenía que volver a ver a mi familia ya que llevaba más de un mes fuera de casa, y también quería saber si mi padre seguía vivo.

-Y te fuiste simplemente.

-Si, y me dolió muchísimo después de todo lo que había pasado con ella. Pero volví. Mi madre me abrazó como nunca lo había hecho. Después de todo eso volví a irme, y pasé un tiempo entre Alemania e Inglaterra, y la verdad es que aprendí bastante rápido el inglés.

-Pero,las postales, ¿se las mandabas a tu madre?

-Claro, cada vez que mandaba una, le escribía que estaba bien y se las enviaba para poder dejarla tranquila. Como decía, pase mucho tiempo en Inglaterra y conocí a mucha gente allí también, como Peter y Alice, con los que aún hablo. Unos meses mas tarde volví otra vez a casa. Mi padre había muerto un par de semanas antes, y mi madre esperó a que yo llegara para poder celebrar el entierro. Entonces pasé un tiempo en casa, hasta que ella lo superó. En ese tiempo conocí a tu abuela, pero aún no estaba enamorado de ella, así que me fui a seguir conociendo el mundo. Me fui a América del Sur, viajé por Argentina, Chile, Brasil y varios países más. Después de eso viaje por países asiáticos. Más tarde conocí como era de verdad Adela, y me enamore perdidamente de ella.

-¿Qué es lo que hizo que te enamoraras de ella, abuelo?

-Pues sobretodo que era alegre, y muy inteligente con unas ideas muy personales y duras para una mujer y más de aquellos tiempos, aparte de que su sonrisa era algo que me hipnotizaba.

-¿Y era guapa de joven?

-Pues si que lo era, era preciosa.

La recordaba con nostalgia, o por lo menos eso era lo que reflejaba su rostro. Aún así, tenia muchas preguntas de las que necesitaba una respuesta.



viernes, 25 de junio de 2010

Soñar despierto.

Se forma un nudo en la garganta para que gritos y lamentos no salgan. Es el momento de la cara que está tapada por la sombra, la que muestra nuestra debilidad. Llegados al punto en el que no hay lágrimas que arrancar, porque ya no quedan. Tiempo en el que tapamos la tristeza con sonrisas. Intentamos mirar para otro lado inútilmente, porque nuestra mirada queda vacía en el pensamiento. Cuando hablamos en plural para que parezca que esto no va con nosotros. La realidad se convierte en película de terror, no por el miedo sino por la angustia. Porque bajas los brazos para dejar de pelear y te llevas la correspondiente hostia. Y seguir adelante significa quedar ensartado por una espada. Que raros son los momentos de color cuando se vive en blanco y negro. Y ya todo pierde la gracia pero reímos para disimular. Sin puta gracia, ni aliciente, esa batalla que ganaron los “contras” a los “pros” que juegan como Inglaterra. Cuando el movimiento de las manecillas del reloj no es más que una anécdota. Buscando un taller de reparación de almas y encontrar un desguace. Vomitar el corazón porque ya no aguanta más dentro y que nos diga textualmente: “ahí te quedas con tus muertos”. A fuerza de olvido enterramos el sufrimiento que siempre vuelve a surgir. Espantapájaros jubilados en nuestro propio huerto. La siembra del recuerdo que se la coman los cuervos. Desgastando la rima con metáforas inverosímiles. Dejando un legado de mediocridad en el testamento. Preparado el billete sólo ida, destino “el otro barrio”. Que no te hagan utilizarlo antes de tiempo.





PD: Espero no repetir la experiencia.

domingo, 20 de junio de 2010

La búsqueda de la Verdad.

La leyenda del Coloso.

Con la fuerza de mil montañas pretendía aquel Coloso la conquista del cielo. Aunque su intención en un principio era menos ambiciosa. Subía hasta cimas cada vez más altas para acercarse a su destino. Estaba sometido por el embrujo de aquella luz dorada que lo cegaba. Aún así, no importaba lo que se interponía en su camino, el objetivo estaba marcado y necesitaba conseguirlo a cualquier precio. Rendirse no era opción, aunque las condiciones le tentaban en todo momento a hacerlo. Con el paso del tiempo su avance iba siendo mayor, hasta el punto en el que llegaba a tocarla con los dedos, pero sólo podía rozarla. Estirando más el brazo lo consiguió, atrapó aquella estrella y la puso en su linterna para iluminar el camino que ésta no le dejaba ver. El coloso creyéndose victorioso en su misión, cuando en pocos segundos vio como se quedaba completamente a oscuras. Y entonces, fue cuando se dio cuenta de que lo que le pareció una estrella era una esfera que reflejaba la luz que proyectaba otra estrella que ahora sí, veía inalcanzable. Al no tener fuerzas para volver a colocar la esfera reflectante en su sitio, el Coloso se precipitó al vacío desde la cúspide de su ilusorio triunfo. Al desplomarse se quedó inmovilizado para siempre. Allí tumbado, esperaba por un golpe de suerte.

PD: Alejándonos de Dextra, aunque la historia no haya acabado, se me ha ocurrido comentar lo que será un nuevo personaje.

martes, 15 de junio de 2010

Persistencia nula.

"And now for something completely different", más quisieras.
Y ahora algo completamente diferente,
esperando que mañana nos hablen del gobierno.
Disfrutando con aquel que dijo un afamado Eugenio.
Friendo Encarnas en las empanadillas de una oyente.

El teléfono que suena y estamos todos pendientes,
entra Gila en escena y las risas están presentes.
Entonces llega Mr. Bean y sus estrambóticos modales,
en la víbora negra destripa las historias reales.

Reales de realeza eran estos cómicos dementes,
sin dejarme a Makinavaja en el papel de las revistas.
Y a Mortadelo y Filemón detrás de mil pistas.
Leído, visto u oído creo que es indiferente.

Cientos de vasos de agua fueron insuficientes,
Para acallar las carcajadas del público sonriente.
Inquisiciones, imitaciones y chistes hirientes,
el humor es algo que durará por siempre.


La noche venció la mañana de aquel día.
La claridad no me llama, no hay química, no hay interacción. En el día no es posible que encuentre lo que sea que haga falta para que escriba con elocuencia. Tampoco hay ganas, ya sea por falta de costumbre o por la propia desidia de la rutina, ¡qué ironía! No encuentro el espacio que me presta siempre la noche, en la que alquilo ya el refugio de locuras y pensamientos. Y es que más de los primeros acuden cuando uno está sereno, en la tranquilidad siempre hay tiempo de pensar en despropósitos y aún más protegido por la oscuridad de un cielo nocturno poco estrellado, al igual que lo escrito. En este momento de instinto productivo es cuando quedan más patentes las carencias del que escribe, al intentar desnudar su alma levemente, sin dejar que se derrame una gota. Es un estado de alerta constante, sin saber si está bien o es mejor parar e irse. Donde buscas arrancar un pellizco de genialidad de una gran masa mediocre. Lo que es cierto es que ayuda a acrecentar la locura día por día, y yo que creía que me curaría. Después de tanto párrafo, palabra o letra, te acabas dando cuenta que lo único que aumenta son los pájaros de mi cabeza. Persuadido por éstos acabo esta pieza, la penúltima del rompecabezas. Joder con las rimitas inesperadas.

Falta uno.
Falta uno. Esto no había pasado hasta ahora. En casos como éste es cuando me alegro de poder utilizar al profesorado para que acuda en mi ayuda, ya que durante el curso no lo hacen:

Luis G.: Me vais a hacerme en perspectiva axonométrica isométrica, una sección plana a mano alzada con escuadra y cartabón croquizadamente hablando.
Jesús M.: ¿Eso qué es lo que es? (acento cordobés, sustituyan las vocales por la vocal única del dialecto)
Rosario H.: Una reacción de reactivos para dar productos, ¿no es verdad?
Juan M.A.: Da igual si de todas formas van a suspender.
Juan R.: Me estás tocando…
Servidor: …los cojones. Y a mí también, sigamos, por favor.
Juan G.: Holaaahg.
Ana S.: Hoooooooooooooooola.
Servidor: El sector de droguería de la pUCA.
Luis G.: ¿Conforme?
Juan M.A.: ¿Están conformes?
Francisco B.: Pero si son una panda de incompetentes descerebrados. Vaya cortijo de inútiles.
Juan G.: Este comentario me deja una atmósfera de aromas en boca impresionante, estoy hablando y a la vez estoy aturdido por la cantidad ingente de olores que impregnan mi tocha.
Juan R.: Me estás tocando…
Servidor: Ya todos lo sabemos.
Juan M.A.: La energía, turbina de gas, turbina de vapor.
Rosario H.: Reactivos para dar productos, ¿no es verdad?
María M.: Esto está descuajaringao otra vez.
Antonio G.: Esperando que se pose la mariposa y…
… iiiiiiiiish. (Sonido de inspiración rápida, sin llegar a reír)
Idelfonso C.: Vamos a dejarnos de pajas.
Juan R.: Me estás tocando…
Juan G.: Persistencia, eterna.
Manuel C.: Que te calles ya, joder. No ves que los estás confundiendo.
Miguel A.R.: Nabla de v del fluido newtoniano.
María M.: ¿Se entiende?
Servidor: Con tanto nianoniano cómo se va a entender al guerra de las galaxias.
Luis I.: Tenemos treinta y cuatro mil ochocientas noventa y seis incógnitas y dos ecuaciones. Con lo cual hay alguna incógnita que no lo es.
Germán A.: Mm, ehm, ahm. Sí, bueno, pues prueba a ver qué pasa.
Juan R.: Estos rítmicos, si es que no hacen nada. Me están tocando…
Servidor: Fin.





PD: Madre mía, donde he dejado las pastillicas. Enfermera, más pastillas, más enfermeras y más teclas de teclado de ordenador para jugar al "Scrabble".

jueves, 10 de junio de 2010

Jalapeños y cortafuegos.

El buscar de los buscares. (También conocido como: "El respostar de los respostares.")
Un piano de fondo sonando con su melancólica melodía y al compás el fuego bailando con su dulce danza en el crepitar de sus movimientos. Una ventana que da al exterior y enmascara la música con el bullicio de un parque y el ruido de motor del tráfico que circula alrededor. Aprovechando el último destello de luz del ocaso, que da paso a la oscuridad, el silencio y la quietud de la noche. La noche del pensamiento debía estar cavilando, en principio blanco que torna en gris para acabar en negro. No tenía sentido llamar pesimismo a la realidad. Entonces, ¿para qué pensar? Pensar para subir los peldaños de la escalera de la tristeza, en la que un día soñó haber llegado al final, infructuoso ya que tampoco obtuvo respuesta. En ese momento supo que la noche sólo le aportaría más dudas, más preguntas sin respuesta y debía ser lejos de ésta donde encontrar la solución. Quizás en la etiqueta de algún champú que no nos dé por leer…

El jardín de las Hespérides.
Por la pasarela del silencio desfilan las más brillantes ninfas. Destellan en su devenir embriagando el ambiente con su magia. Impregnan con su fragancia y encandilan con su presencia aunque son el espejismo fosforescente de una desaparición premeditada. En la cúspide del mito desarraigamos su invisibilidad y las encontramos en numerosa multitud. Asustadas y avergonzadas no dicen una palabra, sólo miran estáticamente con una mirada huidiza pero descarada. Siluetas dibujadas en el marco de nuestras pupilas, deseando ser arrancadas, esperando la cura ante la ansiedad que proclaman con la llamada de nuestras almas. En un intento por recobrar la compostura una de ellas reclama tu atención y se dirige a ti diciendo: “¿te importaría dejar de mirarme las tetas?”
N. del A. Pueden comprobar fácilmente que la última frase es la única falsa del texto, el autor es demasiado discreto, por favor.

Antonio.
Vivía en una molécula de Praseodimio, situada dentro de una integral triple. Se levantaba de su silogismo para afeitarse el cénit. Desayunaba narcolepsias bañadas en nebulosas. Conducía su rascacielos hacia la burbuja inmobiliaria. Allí se sentaba para trabajar como pesadilla con las últimas páginas en blanco. Paraba para un flashback y seguía con su labor. Volvía a la molécula para comer, tocaba venganza con veredictos. Continuaba como reposición de película de serie B en la burbuja, mientras hablaba con un muñeco de ventrílocuo, un homúnculo y una caja de galletas marca Acme, vacía por supuesto. Al finalizar la jornada laboral, llegaba de nuevo a su modesta molécula. Era entonces cuando se dedicaba a sus aficiones. Componía sinfonías catódicas de alto espectro, alimentaba sudokus y pintaba páginas web. Para acabar el día se zampaba un par de valkirias ahumadas. Se metía en su silogismo y se tapaba con el retículo endoplasmático. Ponía la cabeza en el diesel y levitaba latidos turquesas desde el batracio.





PD: El primero no es autobiográfico, el segundo aparte de no ser autobiográfico es mentira y el tercero es el peor texto con el que homenajear a alguien o las dos primeras son mentira. Servido el tipo test.

martes, 1 de junio de 2010

Esta parte de mi vida se llama...

Mentira
Despertaba a las 7:15 de la mañana. Se aseaba, vestía y desayunaba. Siguiendo su diaria monotonía esperaba a sus compañeros para ir al punto de encuentro, lugar en el que quedaban cada mañana para ir a la facultad en coche. Música para acompañar el trayecto. Una vez que llegaron al destino sus caminos se separan. Entonces se quedó solo, él y sus pensamientos. De repente algo perturbó su momento, su silencio no le dejaba escuchar que había algo más importante que precisaba de su atención. Y fue ése el instante en el que se dio cuenta de que podía oír sus pasos. Algo tan banal le reconfortó, algo tan trivial hizo posible que rompiera la cotidianidad de sus días. Un pie tras otro, pisando con firmeza para mantener el recuerdo en su cabeza. Con cada paso ganaba confianza, con cada zancada veía más cerca el desenlace. Un pie tras otro, hasta que todo cambió. Extrañado por no escuchar el último paso y darse cuenta de que le dejaron sin suelo, sonrió.

Contrariedad
Vagando como alma en pena, sin nada por hacer que no careciese de sentido. Deseaba no quererla. Para poder matar el dolor de su ignorancia indiferente. No esconder la sensible conmoción que le desbordaba con o sin su presencia. Quemándole el miedo del rechazo inexistente. Sin entender el porqué de todo aquello, de su desorbitado sufrimiento. Miradas de desesperación enterradas en la retina, palabras anodinas para ocultar su estúpida locura. Estático permanecía en un compacto bloque sólido, la constancia del sentimiento. No podía evitarlo, aunque le abofeteara su razón para despertarlo del sueño, acaba escupiéndole porque no tenía remedio. Un virus letal que ponía el final del dominio de su existencia. Heridas aleatorias se abren en la carne y hacen polvo sus pobres huesos, los golpes de ese perverso enamoramiento. Maldito corazón emigrante, delirante espera en el transcurso de su vuelta. Lo encuentra al cabo de los días, roto como de costumbre. Ebrio de dolor, hasta encontrar el límite de su aguante. Sin consuelo, se abrigaba el manto harapiento de su propia compañía. Intentando olvidar lo que la consciencia le recuerda persistentemente. Ni los sueños dan tregua a su pena, porque vivir el amor en silencio es un lastre de dolor, puntual en la entrega y al mirar atrás puedes ver cómo llega. Y ver cómo la felicidad se aleja, llevando consigo la respuesta de sus preguntas.

Iluso.
Dejémonos de rodeos, hemos bajado los brazos. No tenemos respeto por la lucha que consiguió nuestros derechos. Permitimos que caiga en el olvido que los que no tuvieron nada, nos lo dieron todo. A pesar de ello, nuestra vida es una constante queja, todo está mal y no nos interesa hacer nada por arreglarlo. Pensamos que nuestra minúscula existencia es insuficiente contra la dejadez y caemos directos en la misma dinámica. Complican la realidad dejando que el acomodamiento al que acostumbramos nos lleve a la desidia. Lo importante es impuesto y además indigesto, atiborrado de banalidad. La moda es hacer oídos sordos mientras damos a entender que estamos escuchando. Somos admiradores acérrimos de nuestro propio ombligo, su fan número uno. El pisoteo, empujón o linchamiento pasa a ser cotidiano y algunas veces justificado, al menos en parte. Somos el grito fraccionado de lo que una vez fue unísono. Somos los eslabones de una cadena que estaba perfectamente alineada. Somos el éxito de infinidad de fracasos y parece ser algo normal, sin transcendencia. Sentémonos y pensemos para levantarnos y alzar la voz por un futuro mejor y nuevo. Y poder decir que conseguimos más aún de lo que otros jamás consiguieron.





PD: Vuelve "el otro". Hola aquí estoy de nuevo, no se si me deajarán quedarme mucho tiempo. Trátenme bien mientras dure.