jueves, 29 de julio de 2010

Culpables.

Capítulo 3: Máxima Seguridad.

Willy: Ya estoy aquí de nuevo, muy a mi pesar.
Sam: Buenas, amigo. ¿Qué tal por aislamiento?
Willy: Igual de oscuro que siempre, en ése lugar no pasa el tiempo. No me extraña que la gente salga tarada de ese sitio.
Julius: ¿Qué tal estás, Willy? ¿Qué os pasó?
Willy: Yo estoy bien, estos payasos necesitarían una eternidad para poder dejarme lelo. En lo referente a la fuga, pues la verdad, es que no hay quien siga el ritmo de ese tío. Le perdí de vista y me pillaron.
Sam: Pues no fuiste el único.
Steven: No vuelvo a fugarme contigo, te lo juro.
Willy: Joder, pero si estás aquí, Steve.
Steven: Pero, ¿cómo no voy a estar aquí, cacho animal? Si te me caíste encima y me noqueaste.
Willy: Mierda, así que eras tú. Creía que había sido un guarda.
Steven: Tres semanas en enfermería, cabrón. Me partiste mil huesos.
Willy: Vamos, hombre. Si estás perfectamente. ¿Para cuándo otra fuga?
Steven: Contigo nunca más. Pero la próxima tendrá que esperar, porque me volví a fugar estando en enfermería y me van a trasladar a máxima seguridad.
Willy: ¿Máxima seguridad? Joder, Stevie. No quiero otro compañero.
Steven: Van a ampliar momentáneamente la celda de Jules y Sam, te cambiarán allí.
Julius: Digamos que uno de los guardas era amigo mío y me debía un favorcillo.
Willy: Gracias, Jules. Pero no me moveré de aquí. Te voy a esperar, Steven.
Steven: Willy, voy a máxima seguridad. Me vigilan mientras voy a mear. Nadie se ha escapado de ahí, nunca.
Willy: Siempre hay una primera vez para todo.
Steven: Esta vez no soy tan optimista.
Robert: Fuera el preso número cero.
Steven: Dudo que nos volvamos a ver las caras, así que no seas tonto Willy. Hasta siempre, camaradas.
Willy: Volverás, Steven. Tienes que volver.
Sam: Pobre muchacho. Esperemos que le queden más ases bajo la manga.
Julius: Seguro que sí.
...
Lawrence: ¿Tienes lo que te pedí, jasp?
Robert: Sí, pero te lo aviso Larry. Espero que te queden claras las condiciones.
Lawrence: Sin problemas, haz que pueda entrar en máxima seguridad con el arma para poder vengarme del guaperas y después no habrá ningún otro inconveniente, jasp.
Robert: Si te vas de la lengua, la perderás. ¿Entiendes?
Lawrence: Afirmativo, pero te recuerdo que además de culminar mi venganza, os ayudo a poner fin a los problemas que os causa esa escoria, jasp.
Robert: No te confundas, aquí los favores nunca los hacen los presos. Ahora me tengo que ir, pero pronto volveremos a estar en contacto.
Lawrence: Hasta luego, don uniforme, jasp.
Ray: Así que vas a liquidar al escapista.
Lawrence: Métete en tus asuntos, jasp.
Ray: Sabes que me debes una.
Lawrence: No tientes a la suerte, muchacho, jasp.
Ray: Sólo déjame ese juguete para poder acabar yo, con mi venganza.
Lawrence: ¿El gigante, jasp?
Ray: Exacto.
Lawrence: Ése tiene más vidas que un gato, ¿no sabes cómo llegó aquí, jasp?
Ray: Nunca habla de eso.
Lawrence: Pues será mejor que te hagas amigo suyo. Es la única manera de logres tu objetivo, jasp.
Ray: Perfecto, pero aún me sigues debiendo una, pirado.
Lawrence: Cuando llegue el momento, te ayudaré, jasp.

PD: Puede que la inacabada historia de Sam, no sea la única interesante.
Willy también tiene sus secretos y la trama se complica, parece que algunas acciones a priori poco importantes hacen tomar decisiones desmesuradas. ¿Qué será de Steven y Willy?

miércoles, 28 de julio de 2010

Negro azabache.

Vítores por la última.
Vagabundeaba por las calles en busca de limosna. Se esforzaba por recordar las caras solidarias de aquellos que le ayudaban, ya que en caso de no obtener lo suficiente se veía obligado a atracar para conseguir el restante. Acto seguido entraba al bar, un antro con olor a madera bañada en alcohol y de profunda penumbra que solamente dejaba pasar tenues hilos de luz. El dueño nada más verlo le ponía lo de siempre, bebían entre conversaciones del glorioso tiempo pasado y éste siempre acababa reviviendo su dolorosa derrota que le encadenó a esa nefasta monotonía. Iba perdiendo palabras paulatinamente mientras transcurría la charla. Le llegó el momento de vomitar sus maldiciones, reproches y preguntas de letal respuesta. El camarero veía el espectáculo sin inmutarse, siempre y cuando no se descargase esa ira contra el mugriento mobiliario del bar. Al rato se calmaba y pasaba el último trámite. En ese momento el dueño ofrecía la última y éste siempre la rechazaba, marchándose en su aura de embriaguez. Pero ese día acepto, ya era suficiente, whisky corto, revólver y una bala. Por algo la llamaban la última, decían. Cerró los ojos y no los volvió a abrir, le dolían los oídos debido al fuerte sonido del disparo. Nunca supo decir una y no más.

Buenos días.
¿Qué le pasó a los buenos días?
¿Qué fue de su matutina melodía?
¿Qué ocurrió para que así les maldigan?
¿Quién les rescatará antes de la despedida?

Ha llegado a ser un problema,
que infecta a toda la gente.
Estableciendo un sistema,
en el que todos nos somos indiferentes.

Parasita en nosotros esa conducta infame,
de silencios irrespetuosos.
Y nos lleva a la perdición, por morosos,
de un insignificante detalle.

Construimos el mundo de los desconocidos,
en el que sólo tiene valor la victoria.
Donde echamos por tierra al vencido.
Por no dar los putos buenos días.

El desenlace.
Fuera seguían matando a los sentimientos. Sin clemencia ni piedad, todos ardían o eran asesinados. De esta forma él se encerraba cada vez más y más en su gran fortaleza de cristal. En el suelo sólo quedaban recipientes vacíos, inertes y sin sentido. Ya no caían las lágrimas, no se dejaban escuchar las risas, no podían ahogarse los gritos y se olvidaba la melancolía. Él, permanecía tranquilo en su castillo de frío cristal y paredes transparentes. Al tiempo se dio cuenta de que irían a por él. Debía correr a toda prisa y abandonar su refugio, ya no estaba a salvo. No sabía qué hacer sin el cobijo de aquel bastión. Lo primero supuso, sería comprar un nombre, luego encontrar una sonata y para finalizar esperar sentado en una silla al desenlace, tendría que haber bajado el telón antes.





PD: Pues eso...

miércoles, 21 de julio de 2010

Noches de Blasfemia.

(Mark Benford llega al Hospital Universitario Princeton-Plainsboro de New Jersey, allí espera en la consulta para que le ayuden con sus problemas con la bebida que se han visto acrecentados en los últimos meses.)
Mark Benford: Doctor, he estado esperando media hora para que se dignase a pasar consulta.
House: Considérese afortunado la media de espera en esta consulta es de una hora por paciente, dos si son afroamericanos que se llaman Eric Foreman.
Mark Benford: Necesito que me ayude con el alcoholismo.
House: Por supuesto, vayamos a tomar algo. No puedo ayudarlo con eso sobrio.
Mark Benford: Joder, ¿no me podía haber tocado el hospital de Anatomía de Grey?
House: Allí no pueden ayudarlo, digamos que están más interesados en las relaciones interprofesionales, en lo que se refiere a la medicina, claro. Además ese hospital es ficticio.
Mark Benford: Igual que éste.
House: Touché, pero mi jefa está más buena.
Mark Benford: Si no tiene ninguna otra cosa irrelevante que decir, le agradecería que acabase con la consulta.
House: Segunda planta, psiquiatría. Y no se enfade, sé que es jodido trabajar para un negro.
(Mark Benford sale de la consulta y se dirige hacia la consulta del psiquiatra. Al llegar a la sala de espera se sienta entre otros dos personajes.)
Mark Benford: Hola.
Sheldon Cooper: Déjeme informarle que sus intentos de establecer una conversación son completamente inútiles.
Mark Benford: (Con gesto muy serio, incluso llegando a ser agresivo.) Le voy a pedir por favor que no siga contribuyendo a que éste sea un día de mierda. Así que si no es mucha molestia dígame su nombre y qué se supone que hace aquí.
Sheldon Cooper: Como de costumbre las situaciones límite conducen a la barbarie humana. En cualquier caso, mi nombre es Sheldon Cooper y trabajo como físico teórico en California Institute of Technology. Estoy aquí porque mi madre me obliga a venir una vez al año para que me ayuden a relacionarme con otra gente, pero aún no les he hecho comprender que no me interesa y no está siendo un placer conocerle.
Mark Benford: Muy bien Sr. Cooper, buen trabajo.
Sheldon Cooper: Seguro que eso es lo mismo que le dice a su mujer después de practicar el coito, bazinga.
Mark Benford: Sr. Cooper, cállese.
Sheldon Cooper: Se lo advertí y sus intentos finalmente me dieron la razón, yo gano.
(Mark Benford mira hacia el otro personaje.)
Mark Benford: ¿Y usted, qué?
Michael Scott: Yo, nada. No me mire como si fuera un policía fracasado que ahoga sus penas en alcohol, me pone nervioso. No le conviene ponerme nervioso. Nadie debería estar nervioso. Así que tranquilicémonos.
Mark Benford: Joder, este día debe de ser una broma.
Michael Scott: Bien me ha pillado, así que tengo que confesárselo. Me han enviado aquí por petición de mis trabajadores, porque tengo presuntos problemas conducta, pero les he pillado. Sé que ha sido una broma para prepararme alguna sorpresa.
Mark Benford: Sr. Scott, desde el incidente sólo trabajan en los hospitales y la policía.
Michael Scott: En ningún momento le he dicho mi nombre. ¿Es usted un extorsionador, verdad? Enfermera, este señor está completamente fuera de control, exijo que llame a seguridad y que lo detengan.
Mark Benford: Sr. Scott, soy del FBI.
Michael Scott: ¿Del FBI? Mm, bien, esto es lo que vamos a hacer. Vamos a fingir que nada de esto ha pasado, tome mi tarjeta y llámeme al salir de aquí para que le invite a tomar unos tragos y todos tan amigos.
Mark Benford: No puedo beber Sr. Scott.
Michael Scott: Claro, los del FBI siguen siendo partidarios de la “ley seca”. No hay nada como los viejos tiempos, le entiendo perfectamente.
Mark Benford: Seguiría hablando con usted Sr. Scott, pero creo que es mi turno.
Michael Scott: (Rompiendo la cuarta pared.) Me da mala espina ese tipo, aunque debo reconocer que no soy un gran admirador del orden preestablecido. Soy fiel seguidor de la anarquía, para poder hacer lo que quiera mientras les digo a los demás lo que tienen que hacer.
(Mark Benford entra en la consulta donde el doctor le espera dándole la espalda, sentado en su sillón.)
Mark Benford: Con permiso.
House: No se arrugue a estas alturas, hombre. Pase y tome asiento, no le cobro extra por sentarse, lo juro.
Mark Benford: ¿Es que no hay más médicos en este jodido hospital?
House: Mire, a ver como se lo explico. Esto es lo que se llama un micro-diálogo, no hay presupuesto suficiente para derrocharlo en más médicos famosos. De hecho, iban a traer a George Clooney, pero no se daba por satisfecho con un par de frascos de calmantes.
Mark Benford: Bien, ya que he acabado en esta situación, dígame que es lo siguiente.
House: Bueno, ya que se auto-diagnostico no es un caso que despierta mi curiosidad, así que he preparado una terapia de choque.
Mark Benford: Maldita sea, está pasando justamente lo que vi en mi flash-forward.
House: ¿Qué ha dicho, flash-no sé qué?
Mark Benford: Flash-forward, todo el mundo ha tenido uno la semana pasada, es una especie de viaje al futuro.
House: Usted está peor de lo que imaginaba, bien la terapia de choque consistirá en que sufra una experiencia lo suficientemente traumática como para que al recordarla inhiba la necesidad de beber e inventar historias sin sentido. Enfermera, acompañe al Sr. Benford a la sala de exploración anal.
Mark Benford: Noooooooooooooo.
(Mark Benford sufre un dolorosísimo tacto rectal y vuelve a la consulta de House para acabar con el procedimiento, acompañado por la enfermera, Benford, aprovecha el despiste de ésta para correr hacia la consulta donde irrumpe con fuerza.)
Mark Benford: Dese usted por denunciado, junto con el hospital.
(En ese momento entran dos abogados en la consulta, el segundo de ellos sin pantalones)
Alan Shore: Hola a todos, somos Alan Shore y Denny Crane, que está aquí en contra de mi voluntad. Representamos al hospital y llevaremos el caso del Dr. House, no sé preocupe por las apariencias, Greg. Somos los mejores.
(Mark Benford mira atónito a Crane en calzoncillos.)
Denny Crane: Y defendiendo también somos los mejores.
Alan Shore: ¿De qué se acusa a nuestro defendido?
Shark: Pues, aparte de mala praxis, por supuesto. Posesión de drogas, trato irrespetuoso, escándalo público, continuas vejaciones y racismo. Me encargaré personalmente de que duermas entre barrotes una temporada.
Alan Shore: Pero si está aquí Sebastian Stark, ¿a qué debemos el placer?
Shark: Déjate de estupideces, Alan. ¿O acaso crees que no he visto cómo acosabas a mi cliente?
Denny Crane: No nos ha dado tiempo de hacerlo bien, ¿podrías darnos unos minutos?
Alan Shore: Nos veremos en juicio Stark. No tengas en cuenta lo de éste inconsciente. Por cierto, ¿no deberías estar en Los Ángeles?
Shark: Sí, pero no podía perderme este nuevo combate entre Boston y Los Ángeles. Volveréis a perder.
(Todos los abogados salen de escena ante la incredulidad de Mark Benford y la indiferencia de House.)
House: ¿Sigue con ganas de demandar?
Mark Benford: La verdad es que ahora tengo mis dudas.
Sheldon Cooper: ¡Oh Dios mío! Soy testigo de un crimen, ¿qué se supone que debería hacer?
Mark Benford: No voy a demandarle Sr. Cooper.
Sheldon Cooper: (Tembloroso.) No intente tranquilizarme, es como si lo estuviera viendo. Estaré tranquilamente repasando mis gloriosos avances científicos y cuando casi logré llegar a una conclusión que cambiará la humanidad, me entregarán una carta diciendo que tengo que declarar en su juicio. Pero no se preocupe, estoy a tiempo de crear una máquina del tiempo para que eso nunca suceda.
(Sheldon sale a paso rápido de la consulta. Mark y House se quedan mirando al Sr. Scott que está quieto en el quicio de la puerta de la consulta.)
Michael Scott: No he visto nada de lo ocurrido.
House: ¿Qué ha ocurrido?
Mark Benford: No ha pasado nada.
Michael Scott: Por supuesto, no ha pasado nada. ¿Cómo va a pasar algo? Éste no un sitio donde pasen cosas, ¿verdad? Ehm, es bonita la decoración de esta consulta, lo tendré en cuenta para mi oficina.
House: Sólo hay dos sillas una mesa Sr. Scott. ¿De verdad cree que este es un sitio donde no pasan cosas?
Michael Scott: (Desafiante al sentirse acorralado.) Vamos a centrarnos un poco más en la decoración, ¿quiere? Mire ahí, hay un detalle que se le ha escapado, yo diría que no ha citado esa papelera. Y estoy completamente seguro de que es una pieza muy importante de la consulta. No margine a las papeleras, sólo porque es lugar donde arroja su mierda.
House: ¿Se siente papel…?
(La conversación parecía no tener fin y Mark Benford decide salir de la consulta.)
Mark Benford: Tengo que escapar de este lugar.
Michael Scofield: ¿Quieres salir?
Mark Benford: Es lo que acabo de decir.
Michael Scofield: Yo sé cómo.
Mark Benford: Yo también, por la puerta principal.
Michael Scofield: Está loco, no saldrá de aquí vivo de esa manera. Le estarán esperando.
Mark Benford: ¿Qué propone?
Michael Scofield: Hay unos pasillos secretos en el sótano que dan a una salida situada a la espalda del edificio.
Mark Benford: Vamos.
(Ambos hacen el recorrido designado por Scofield, en el transcurso de este ven por una rejilla como House y Michael Scott se parten de risa viendo los Simpsons en una sala de descanso. Al llegar al final del camino esperan escondidos delante de la salida.)
Mark Benford: ¿No es esa la salida principal?
Michael Scofield: (Con un gesto de desesperación en la cara.) Oh no, debí mirar los planos al revés. El plan se fue a la mierda, no hay solución.
Mark Benford: Yo me abro. Estoy hasta las narices de estupideces.
(Mark Benford se dirige a la puerta principal, antes de llegar se tropieza con alguien.)
Mark Benford: Tenga más cuidado.
Earl Hickey: Hombre, estaba buscándole. Es usted el nº 283 de mi lista. “Compensar al agente del FBI que drogamos e hicimos creer que tenía visiones del futuro.”
Mark Benford: ¿Cómo?
Earl Hickey: Bien he traído una botellita de Jack Daniel’s. ¿Qué tal si brindamos por su recuperación?
(Benford saca su arma reglamentaria y dispara repetidamente a Earl, luego se va tranquilamente. Horas después en el escenario del crimen.)
Gil Grissom: Hum, parece que tenemos un muerto.
Horatio Caine: Así es, y además éste es de los que no respiran.
Chandler Bing: ¿Han probado a hacerle el boca a boca? ¿A lo mejor sólo está inconsciente?
Horatio Caine: No lo creo tiene varios balazos en el pecho. Eso me hace pensar que lo más probable es que esté muerto.
Chandler Bing: Claro, ¿cómo es posible que no se me ocurriese?
Gil Grissom: Quizás porque usted no es criminalista, deje trabajar a los profesionales y si pudiese marcharse mejor.
Chandler Bing: Por supuesto, seguro que resuelven el caso en cuanto me vaya.
(De repente aparece Sheldon en una extraña máquina, acompañado por el Dr. Emmett L. Brown.)
Sheldon Cooper: Oh mierda, ahora soy testigo de otro crimen. Las cosas empeoran, vuelve a fijar coordenadas Doc. Parece que nos hemos equivocado.
(Desaparecen sin más.)
Chandler Bing: Me parece que mi presencia es menos molesta después de lo que acabamos de ver.
Gil Grissom: Márchese.
Chandler Bing: Vale, vale.
(Chandler se va lanzando improperios contra los agentes del CSI.)
Horatio Caine: Mira Gil, parece que nuestro amigo tenía una lista de posibles enemigos.
Gil Grissom: Déjame ver Honorato.
(Horatio le entrega la lista a Grissom.)
Gil Grissom: Eso parece, sólo tenemos que buscar a los sujetos que no aparecen tachados, los demás podemos descartarlos.
Horatio Caine: Nuestro asesino ha dejado muchas pistas. Si lo que quiere es que vayamos tras él, eso es lo que haremos.
House: ¡¡¡YEAHHH!!!
(Suena: Won´t get fooled again – The Who.)

PD: Con esto saldo mis cuentas por los días sin publicar.