jueves, 28 de agosto de 2014

Lupanar Eclesiástico.

Preconsciencia.
El estado donde las palabras se evocan sin tener consciencia alguna de ser pronunciadas. Son palabras preconscientes, palabras que conocías antes de tu existencia sin saberlo, que salen de tu boca para sorprenderte tras unos segundos. Es una especie de sortilegio. Y caminar es más sencillo, cada paso es más ligero que el anterior. Caminas golpeando al aire sin miedo a lo que pase, sin miedo a que ese mismo aire te agujeree el pecho, sin miedo a que se produzcan abolladuras en el chasis. Pisas con fuerza y parece que el suelo de deshace. Cada palabra produce el silencio del que escucha. Se establece en tu núcleo un campo magnético que no para de atraerlo todo. Una personalidad imantada que todo lo polariza. Estallidos de sentimientos que se confunden con tu piel tu la visceralidad es tremenda. Una lucha contra un poder desatado. Tomas control del caos sabiendo que no hay remedio. Ver con los ojos cerrados y oírte en el silencio. Quemarte en la ventisca. Con el tiempo las palabras se ahuecan y se pudren. Se acaba el tiempo de las palabras y tú decidiste seguir llamándome…

Magia o Superpoderes.
 - Si pudieras elegir un superpoder, ¿cuál no elegirías?
- Poder ver aneurismas de colores, ¿y tú?
- No sabría que no escoger, a mí me gustaría ser capaz de enviar cubos de mierda telescópicamente.
- ¿Alguna vez te han hecho una pregunta de la que no supieses la respuesta?
- Casi nunca me pasa.
- Me pregunto cuál es el sentido de la vida para hacerlo volar por los aires.
- ¿En avión?
- No, con explosivos.
- A mí me gustaría saber cuándo vamos a decidir si tratamos a Martín como un nombre o como un apellido. Y no quiero oír que hay otros casos, a mí me interesa ése.
- Si pudieses pedir un deseo, ¿qué pedirías?
- Que no me concediesen nunca más un deseo.
-¿Qué es el bien?
- Académicamente lo que se encuentra entre el suficiente y el notable.
- Será por eso que el bien no puede ser perfecto. ¿Y qué es lo justo?
- Una franja de tiempo comprendida entre los cinco minutos y la media hora.
- ¿Qué es la belleza?
- La completa ausencia de Esperanza Aguirre.
- ¿Puedes tomarte algo en serio?
- Un ron con una de esas bebidas carbonatadas y azucaradas que nos acompañan desde nuestra más tierna infancia.
- Después de dar el nombre de una política, ¿a qué viene no decir Poca Cola?
- Nos estamos encasillando con los chistes de esa marca.
- ¿Retomamos el hilo de nuestra conversación?
- Si no hay más remedio…
-¿Qué es la belleza?
- ¿Por qué insistes con esa pregunta?
- ¿Qué es la belleza?
- Tú eres la belleza.
- ¿Qué quieres decir?
- Quiero tomármelo en serio.
- La belleza es algo metafísico.
- Eso no significa que no se pueda materializar en algo tan complejo como el ser humano y a la vez tan frágil.
- Entonces, crees que la belleza se encuentra en el ser humano.
- Menuda desfachatez de conclusión. Por supuesto que no, he dicho claramente que tú eres la belleza.
-¿Por qué?
- Esto nada tiene que ver con la razón.
- Entonces pretendes que lo tome como banal argumento carente de razonamiento.
- De ninguna manera. De hecho, dudo que haya algo más contundente y rotundo.
- Eso no son más que incoherencias insolentes.
- Puede que así sea, pero no dejaría de ser cierto.
- No estamos llegando a nada.
- ¿Dónde quieres llegar?
- ¿Cómo piensas que esto va a ser diferente?
- No lo pienso.
- ¿Y no es ése el fin?
- Y un nuevo fracaso.
- Eso te lo has asegurado.
- Suena a despedida.
- Me lo vas a poner fácil.
- Por lo menos una salida digna.
- Por supuesto.
- O un beso.
- La dignidad ante todo.
- ¿Puedo volver a escoger superpoder?

Toque de queda.
Si no son las tres de la madrugada no sigas leyendo. La cuestión reside en establecer una premisa estúpida para generar falsas expectativas. Expectativas totalmente infundadas. Aún así siempre queda un atisbo de esperanza. En nuestra condición se concibe la idea en la que insistir en que un acto nos traerá algo de provecho. Menuda majadería. Intentar aprovecharse de algo no provisto. Buscar una moraleja como si existiese una justificación. O intentar encontrarle el sentido. Quizás, la mayor irracionalidad jamás perseguida. Y al comprender que no es más que un despropósito, consigues alzarte victorioso. Nada más lejos de la realidad. Si son más de las tres de la noche.


P.S. La última vez que vine estaba todo en su sitio.