lunes, 29 de junio de 2015

Setas Alucinógenas.

... con el mazo dando.
Sé que es tarde, no hace falta que digas nada. Aún escucho esos aullidos por la noche. ¿Sabes lo que es maldecirte durante años y luego correr por un campo de amapolas que no existe? Me pregunto cuánto he de mantenerme la mirada para reconocerme. Un día, sí, un día sin viento. Los halagos ya no me hacen efecto, podría decirse que soy inmune. Y alérgico a la gente, no a las personas. Me quedo dormido escribiendo y temo no acabar. Soy proclive a los soliloquios solitarios. Sería un eufemismo llamar a mi problema anacronismo. Si lo escribo es que ya no me importa. Es molesto repetirse. Lo que no está no me hace daño, hasta que me acuerdo. No me entiendo pero ya no me preocupa. Los errores roban el tiempo. Sé que es tarde para echarte de menos.

Parafilias.
Mirar una boca,
con los labios
vestidos de carmín,
durante horas.
Tocar un cuerpo estático,
mientras a intervalos
hay caricias
y se aprieta la carne.
Oler la piel,
que te envuelve
en su aroma
impregnando la mente.
Probar cada tramo
y repetir consentido
hasta quedar saciado.
Escuchar la respiración,
intuyendo algún gemido
y los latidos del corazón.
Sentir el momento,
disfrutando cada aliento,
creyendo que será eterno.

Infravivientes. Coágulo - Parte I
- Estamos en una isla desierto.
- Dirás desierta.
- No, desierto. Desierta no puede ser porque estamos los dos y es desierto porque sólo hay arena.
- Claro.
- Aunque hace unos días vi un cactus y se me apareció.
- ¿Quién se te apareció?
- El cactus. Decía que tenía mucho calor y si lo podía dar el mando del aire acondicionado.
- Un espejismo.
- No, luego pidió unos vasos. Dijo que el pondría el ron y después a vivir la vida. Más tarde, recibí una fuerte negativa ya que no había lugar donde colgar las hamacas.
- Es excéntrico.
- Lo sé, es como ser dominguero en sábado.
- Bueno, ¿qué te parece la isla?
- Es lo más parecido al limbo, no hay flujo.
- Pues a mí me molestan los mosquitos por la noche.
- Es peor en la ciudad, sin duda. Todos esos pequeños chupópteros gritando “Raid” mientras implosionan. Así no hay quien duerma.
- Por lo menos aquí estamos a salvo de las noticias.
- Eso sí que es una ventaja.
- Una isla 100% libre de periodismo del siglo XXI.
- Me estaban empezando a dar vergüenza ajena.
- Y eso que algunos sólo reconocen estar pasando por una crisis.
- Han pasado a mendigar titulares que repetir sin parar en un ejercicio cansino en el que otorgarle importancia y mayor trascendencia. Deja de haber diferencia entre información y opinión, cayéndose irreparablemente en el sensacionalismo.
- Te hago un “fact check”, te digo que eres un mentiroso y luego termino diciendo que “estos son los datos y suyas son las conclusiones”. Concluyo que eres un mentiroso, pero no podemos concluir por ti.
- La paradoja hipócrita.
- Es insultante cuando la real preocupación es la audiencia.
- A continuación, el tiempo.
- El viento continuará siendo condescendiente hasta primera hora de la mañana en la que empezarán a formarse soberbios tornados que acercarán unas nubes muy ofensivas mediada la tarde. No se esperan precipitaciones aunque podrán caer chubascos aislados y también airados de madrugada. Las temperaturas serán bipolarmente antárticas en todo el archipiélago.
- ¿En serio?
- Nos vamos a tostar al sol como todos los días.
- Demasiado bonito para ser verdad.
- Se nos agotan los temas.
- Sí, ya. Claro, porque bromas de cocos…
- Está muy visto.
- Y no quería hablar de periodismo pero…
- Ya está hecho.
- ¿Y la política...
- Si quieres que perdamos este halo de seriedad que tanto hemos trabajado.
- ¿Qué esperas de esta isla?
- No lo sé. ¿Eso es todo lo que se te ocurre?
- Ya que hemos captado la atención del lector ahora tenemos el privilegio de llevar la conversación a donde queramos. Yo no sabría si esperar algo.
- Esperaría que se moviera para ver si llegamos a algún sitio.
- Ya estamos en un lugar, la cuestión es aprovecharlo.
- ¿Cómo se hace eso?
- Buenos, pues, estamos hablando…
- Esto empieza a ser aburrido.
- Creo que es fundamental.
- Pues aquí te quedas y se lo explicas a las olas del mar.




P.S. Ya no sé ni qué poner.

miércoles, 17 de junio de 2015

Gran Fábula.

Fariseos.
Hermanos, nuestro tiempo de adoración llega a su fin. Han sido largos años de espera en los que la televisión ha difundido un dogma que seguimos como doctrina. Enseñaron que se pueden rescatar bancos por algo que pasaba con una prima. Las comisiones son el pan nuestro de cada día. Fomentaron la movilidad exterior e incurrieron en una regularización fiscal. Hoy es el día de nuestra revelación. El periodismo no es sensacionalista en busca de un titular con el que llamar la atención, ni parcial al desviar el foco de atención de asuntos relevantes. Ni siquiera comen de los rescatados. Que otras opciones no son posibles, no os dejéis contaminar por predicadores del caos. Lo público es ineficaz, la banca no tiene que estar controlada por políticos, el comunismo es utópico, el anarquismo es utópico. No sembraremos la calle de miedo, ni haremos cazas de brujas. Somos plurales y mayoritarios. Somos ejemplo a seguir y somos espejo de la sociedad. Por eso, hermanos, en este glorioso día de la revelación podemos decir que somos una gran mentira.

El nuevo.
Buscas algo por terminar, ¿no es así? Algo inacabado, que por algún motivo quedó varado en el tiempo. ¿Por qué ahora? ¿Acaso te sientes con fuerza o con la lucidez necesaria como para enfrentarlo? Es ingenuo pensar en la pretensión de compensar la agonía del tiempo con buenas palabras. Pero no te equivoques, sé que en tu cabeza ahora todo tiene sentido como si de resolver un rompecabezas se tratase. Y la realidad es que no hay ningún enigma y nunca lo ha habido. Sólo un esfuerzo innecesario de poner obstáculos por medio. No vuelves por cobardía y por desidia. Miedo a lo desconocido cuando es más dañino no saber. Y es preferible saltar al vacío que al suelo según tu razonamiento. Pero no te preocupes, que se acaba el monólogo y como cuaderno tuyo te digo que dejes de buscar. Que no hay textos por acabar en un afán por acabar uno nuevo. Te toca mover ficha en un tablero nuevo, pon las neuronas a funcionar. Escribe, que entre tanto desatino, un día, acertarás.

Al final, nada.
- ¿Y cómo acaba?
- Pues mal, ¿cómo va a acabar?
- Tus historias siempre acaban mal.
- No, no siempre.
- Bonito punto de vista…
- Fíjate que últimamente casi ni acaban.
- No sé qué es peor.
- Sí, yo sí lo sé.
- De alguna forma utilizas esas situaciones para reconfortarte, como un bálsamo.
- Probablemente, sea más como expiación.
- ¿Y no te das por satisfecho?
- Eso parece.
- Es un alivio.
- Es basura.
- La neutralidad que pervive es agotadora. Y a la vez ser consciente de lo anodinas que son cada una de las palabras que pronuncio. Estoy cansado de no sentir y no saber escribirlo. Que la asepsia me mate las ideas y las convierta en nada. ¿Qué pasa? Nada. No pasa nada. Y esa nada me engulle mientras se hace cada vez más grande. Sin aspavientos, en silencio, en calma. No me da la gana.
- ¿Y cómo acaba?
- No lo sé. Antes todo era visceral, todo estaba a flor de piel. La intensidad era fortísima. Todo era relevante y especial. Inevitablemente desembocaba en una ira fulgurante. La rabia toma el control y te lleva hacia delante porque dejaste el valor olvidado. Lo hace todo por ti, hasta que te das cuenta. Entonces, todo cambia y todo se relativiza.
- ¿Y luego?
- Luego, nada.




P.S. Mejor no acostumbrarse a este derroche de... lo que sea.

lunes, 15 de junio de 2015

Costa Clarividente.

Música y letra.
La música distorsiona el tiempo acelerándolo o ralentizándolo. No obstante, en ciertas ocasiones es el tiempo quien consigue distorsionar la duración de una pieza musical. Esa duración es algo medido, conocido, que podemos observar y comprobar. Pero cuando nos abstraemos, una canción puede durar para siempre o acabarse fugazmente casi cuando había comenzado. Esta puede ser una propiedad única y que se dé exclusivamente en dicha interacción con connotaciones simbiontes. Y es que algo ocurre con nuestra percepción bajo el embrujo de un sonido melódico que altera por completo nuestra dimensión temporal. Y aunque no te des cuenta, necesitas la música para escribir. Encuentras en esa armonía la inspiración de tus historias, tus reflexiones, tus preguntas y el sinsentido que con soberbia quieres poder explicar. Al final, quedan unas pocas frases que perdieron su música.

Me atas, con eme.
¿Me ves?
Ya no me ves.
¿Me ves?
No me ves.
Encaja la puerta,
no la cierres.
Con un poco de suerte
seguirá abierta.
¿Me miras?
No era a mí.
¿Me hablas?
No era a mí.
Conoces mi nombre,
me llamas por él.
Lo olvidas de golpe
y lo escribes en papel.
¿Me recuerdas?
Memoria hostil.
¿Me olvidas?
Mente gentil.
Compruebas la hora
y se ha hecho tarde.
No queda nadie
y la calle está sola.
¿Me crees?
Ya no me crees.
¿Me requieres?
No, ya no me, nunca.
Una fina línea
del delirio te separa.
Y aún no te libras
de preguntas muy raras.
¿Me importas?
Ya no importa.
Me apetece,
decir que me...

Línea 806.
- Necesito ayuda.
- Ha llamado al sitio correcto. Nuestro quiromante echará sus cartas sobre la bola de cristal para adivinar su futuro. Aunque debido a la esfericidad de la misma, esto sea algo estúpido porque al final las cartas se resbalan y acaban desparramadas por la mesa…
- Póngame con él y tómese algo, por favor. Que hay gente con problemas de verdad.
- Al habla el adivinador, ¿en qué puedo ayudarle?
- Necesito ayuda.
- Para eso estamos. Hágame su petición.
- ¿Estamos? ¿Cuántos son ahí? En cuanto a las peticiones, ¿eso es que puedo pedir deseos?
- Ehm, parece que es el típico personaje con severos problemas de comunicación. Cuénteme que le ocurre.
- Tengo un problema.
- Ya lo sabía.
- Claro, es usted quiropráctico de esos.
- No, sé que tiene problemas porque ha llamado. De lo contrario, dudo que se le hubiera ocurrido.
- Digo, ni yo me creo mi nivel de desesperación.
- Bien, display, por favor.
- No sé morirme.
- Me pregunta usted por salud, espere que le eche las cartas, un momento.
- No, no me ha entendido. Le digo que no sé morirme. Qué hacer, cómo actuar. Probablemente, no estaría a la altura.
- Ha salido la carta del loco…
- Tampoco sería buen acompañante. No entendería la necesidad de mi compañía por la falta de tiempo.
- Y aparece ahora el colgado…
- Preferiría no acudir a mi funeral, no me gustan las ceremonias protocolarias.
- Sota de copas, se me han mezclado las barajas.
- Me defraudaría llegar a un estado aquiescente cuando la indiferencia fuese total.
- Un comodín, no te lo pierdas.
- Lo peor sería no cumplir con las expectativas, eso no me lo perdonaría. Se supone que uno debe saber afrontar esa situación.
- Para dejarlo claro, es evidente que estamos a otro nivel. No alcanzo sus pretensiones.
- Definitivamente, no estoy preparado. Perderme para siempre de mi mismo. No es por narcisismo. Total, lo mismo da si te empiezas a acostumbrar o hace tiempo que te aburre. Es irónico como todo lo que nos envuelve es tremendamente transcendente durante tu tiempo y tan efímero después de él.
- La última carta, la muerte.
- ¿Eso qué quiere decir?
- Siguiente llamada, por favor.




P.S. Cuando me da por leer textos de tiempo atrás me da la sensación de que esto es de cara a la galería. Que lo que tenía ya lo he dado. Que lo de ahora es postureo. No suelo leer lo antiguo por lo mismo. Seguramente no será algo tan exagerado. Pero siento que he perdido frescura y que no va a volver. Podría entrar más en detalle, pero me da pereza.