miércoles, 13 de julio de 2016

Conjura Telefónica

Onanismo.
Comenzar algo sabiendo de qué manera va acabar es por una parte irónico pero en el fondo es triste. Siempre que reflexiono sobre un tema me da miedo. Temo que mis limitaciones no me dejen abordar la cuestión con la amplitud que merece. Que no profundizo en lo esencial y que lo hago en lo superficial. En ocasiones, cuando esto ocurre, me percato de la subjetividad que tiene tanto mi reflexión como las consideraciones posteriores y eso a ratos me relaja. Aún así, pocas veces me consuela. Prefiero una posición contraria argumentada antes que dar la razón sin nada que lo sustente. No tengo afán de notoriedad y prefiero pasar desapercibido. Esto hace que me parezca insignificante mi posición aunque mis convicciones son fuertes pese a no ser populares. A veces me han dicho que invito a la reflexión pero entiendo que pudiendo ser responsable, el mérito no me es atribuible únicamente. En general, parece que adopto una postura de menosprecio a mis acciones o reflexiones. No es así, las relativizo. Para mí algo puede ser muy importante pero soy consciente de que no es algo absoluto y que sólo me atañe a mí. Mi voz no suena con más fuerza que la de las cosas que digo. Parece que no siento ni padezco y menuda fachada. Al final, consiste en adoptar mecanismos de defensa con el que aparentar indiferencia. Volverte invulnerable. Aunque cabe la posibilidad de que sea un cínico y que mi soberbia mire en silencio por encima de cada hombro. Me gustaría tener tantas respuestas a preguntas que no sé ni cómo formular…

Involución.
Sí se puede
amnistiar corruptos.
Sí se puede
ser intolerante.
Sí se puede
la expresión violenta.
Sí se puede
privatizar lo público.
Sí se puede
cultura sólo fútbol.
Sí se puede
cultura sólo toros.
Sí se puede
muy españoles y mucho españoles.
Sí se puede
los desahucios.
Sí se puede
no poder pagar facturas.
Sí se puede
a tiempo parcial.
Sí se puede
pero en otro país.
Sí se puede
el miedo.
Sí se puede
nacionalizar pérdidas.
Sí se puede
las preferentes.
Sí se puede
yo soy español, español, español.
Sí se puede
la estupidez.
El resto, el resto
no se puede.

Ruido de fondo.
- Se acabó.
- ¿Qué se acabó?
- Nosotros.
- ¿Cómo que nosotros?
- Tú y yo.
- ¿Ya está?
- Sí.
- ¿Y ahora qué?
- Me marcho.
- Huyes.
- Sí.
- ¿Hay otra persona?
- No.
- ¿Por qué no me quieres?
- No hay ninguna razón.
- No quieres decírmelo.
- De la misma forma que no tenía una razón para quererte no la tengo para dejar de hacerlo.
- Si eso a ti te vale…
- ¿Crees que es agradable?
- No lo sé pero tampoco me importa.
- No siento nada al estar frente a ti y no te mereces que no te quiera. Entiendo que es justo hacértelo saber.
- Tu sinceridad me es indiferente.
- Tampoco pretendo lo contrario.
- Te quiero.
- Lo sé.
- ¿Qué significa eso para ti?
- Frustración.
- ¿Por quererte?
- Por no saber corresponderte.
- No ha sido difícil.
- No, no lo ha sido.
- Esto es una despedida.
- Nunca me han gustado las despedidas.
- Tampoco importa ya.
- Pues, adiós.
- Adiós.
- ¿Me das un último beso?
- Se acabaron los besos.


P.S. Algo de guasa para el próximo porque esto no puede seguir así.