lunes, 29 de marzo de 2010

Culpables.

La historia de Sam: Segunda Parte (Sueños de Realidad)

Lawrence: Ya era hora, jasp. Tres malditas semanas encerrado en esa condenada celda de aislamiento, jasp.
Robert: No aprendes, Larry. Tu conducta no nos deja otra alternativa.
Lawrence: Maldito perro faldero del alcaide, jasp. Agradece a los cielos que no nos encontremos en otras circunstancias, jasp.
Robert: Me haré el sordo, Larry. Abran la celda. Entra y pórtate bien.
Lawrence: Volvemos a vernos, novato, jasp.
Ray: Vaya, si es Lawrence. Das pena.
Lawrence: Cuidadito con tus palabras, jasp.
Ray: Ni te mantienes en pie, Larry. Además, no ves nada después de estar tantos días a oscuras.
Lawrence: ¿Qué sabrás, jasp? ¡Aaaaaaaaaah…
… ¿qué haces empujándome, idiota, jasp?
Ray: Cállate, casi te partes el cuello con la cama al resbalar, imbécil.
Lawrence: Es cierto, la estoy tocando, jasp. Creo que me equivoqué contigo, novato, jasp. Tregua a partir de ahora, choca esos cinco, jasp.
Ray: Esperemos que así sea.

Julius: ¿Ya volviste, Sam?
Sam: Así es, compañero. Tenía visita de mi abogado.
Julius: ¿Por qué no sigues con la historia? Me dejaste intrigado el otro día.
Sam: No veo inconveniente, Jules. ¿Por dónde íbamos?
Julius: La separación…
Sam: Cierto, prosigamos. Bien, pasaron varias semanas con normalidad. En casa una tranquilidad inaguantable. Las bulliciosas calles en mis paseos estaban vacías sin ella. Cada segundo se clavaba una aguja en mi corazón. Un día ya no pude soportarlo más y la llamé por teléfono. Nada, su número no existía. Fui a la dirección que me dejó, no vivía nadie en aquel lugar. Pregunté en comisaría por su paradero, pero allí tampoco encontré nada y para mi sorpresa en el registro no constaba nuestro matrimonio. Se esfumó, desaparecida. O quizás no, llegué a pensar que fue todo un invento, que nunca había existido, una farsa. Un martes lluvioso se deshizo el engaño, llegó una carta. La abrí y en ella ponía –“Arthur’s Ville”. Un viejo fantasma del pasado había vuelto y fui a resolverlo…

Ariadna: ¿Qué haces aquí?
Sam: Vengo por mi vida.
Ariadna: Estás loco, la carta era para disuadirte.
Sam: Como puedes ver, funcionó.
Arthur: Sigues con ese sarcasmo tan irritante, perdedor.
Sam: Dejemos las cosas claras, sigo queriendo a su hija y abandonará esta casa de inmediato.
Arthur: ¿Queriendo? ¿Tú la quieres? Mírala bien, mira lo que le has hecho.
Sam: ¿De qué hablas?
Arthur: ¿De qué hablo, maldito descerebrado? Aún tiene las marcas de la última paliza que le pegaste, vino a mí asustada y cambiamos todo el registro para que no la encontraras.
Sam: Con todo y con eso, aquí estoy. Vengo por lo que es mío.
Arthur: Ella no quiere estar contigo, no hay nada más que hablar. Vete por donde viniste.
(Sam saca una pistola de su gabardina y apunta a Arthur.)
Sam: Ella es mía y no podrás impedirlo, viejo. Quítate de mi camino.
Ariadna: ¡Nooooooooo!
(Sam dispara e hiere a Ariadna.)
Arthur: Malnacido, Sam, Sam.

Julius: Sam, despierta, amigo.
Sam: Ah, menos mal. Era una pesadilla. Estos barrotes están acabando con mi cordura. Aunque los sueños intenten confundirme, seguiré recordando la verdadera historia…
Julius: ¿Qué susurras, compañero?
Sam: Nada, Jules. Todo a su debido tiempo.

Willy: Joder, una semana y aún no ha vuelto. Esto huele a récord.


PD: Bueno, nueva entrega de nuestros culpables. Parece que la historia se complica, ¿qué piezas faltan en el rompecabezas de nuestro amigo Sam? ¿cuándo acabará de contar su intrigante historia a su compañero Jules? Todo esto y más en el próximo capítulo de Culpables, si quiero, claro...

jueves, 25 de marzo de 2010

Pena Capital.

Mesas redondas de directrices fundamentales. Reuniones en la penumbra de despachos cerrados con llave. Edificios, firmes soldados que consolidan la globalización. La atmósfera arrastra partículas de nuestra nefasta urbanización. Vientos de estupidez azotan nuestro tiempo. Nos hundimos en las arenas movedizas de la mediocridad. Inyecciones de ignorancia y fármacos alienantes. Supresores de la personalidad e inhibidores de la formación de tus propias opiniones. La bestia amaestrada, sólo encontramos reliquias de su furia. La ira se desvanece dando paso a la pasividad. Conciertos de palabras en directo que te mandan recto hacia el infierno. El averno terrenal de nuestro maleable flujo mental. Cerrando los ojos y el corazón a los sonidos de nuestra liberación. Recuerdos teñidos de gris y futuros más de mil. Uno en horizonte e infinitos en la estación del comienzo. Mis pensamientos se quedaron en la décima frase, permitiendo que lo mismo les pase. Raíces que brotan y salen a la superficie, se cortan sin conocer qué es lo que dicen. Desnudos frente a la mentira de nuestra realidad. Acompañados por el tormento de desconocer la verdad. Exhaustos por el recorrido de un principio poco prometedor. La mayor de las locuras reside en el hombre más cuerdo.
...
Jose: Ya está bien, picha. Sub-Jose: ¿Por qué, carajo? Jose: A ver si callas un ratito, joder. Hiper-Jose: ¿Quién me mandaría a mí juntarme con éstos? Jose: Pues eso.
PD: Soy el de antes, que ya se acabó, de verdad. Volvemos con las series en breve.

martes, 23 de marzo de 2010

Ruleta rusa.

Se arrugaba un pensamiento en su seno encefálico. Alabemos al creador de la sinapsis social. La empatía nos proporcionó la capacidad de transmitir sentimientos en cualquier medio de una persona a otra. Fue entonces cuando la sociedad dejó de ser un conjunto de individuos para formar un ente uniforme. Quedaron obsoletos conceptos tan esenciales como justicia, moral o ética ya que alcanzamos la verdad absoluta. Se perdieron los últimos llantos y la continua batalla por encontrar la felicidad. Se llegó a la plenitud y estabilidad extremas. Se abrieron las puertas del paraíso y sus vientos acabaron de congelar los resquicios del último sentimiento. Paraíso, fábrica de autómatas de reacciones inhibidas, de percepciones nubladas y carencia de canalización sensitiva. La esencia de la humanidad asolada por la inmensa devastación de los intereses del veneno. Infectados por la desidia. Nunca despertaremos del sueño, soñando despiertos dentro de la auténtica pesadilla. Sin saber qué es pensar. Sin saber qué es saber. Sabiendo que la máxima a realizar viene determinada en forma celestial. Temiendo la muerte propia por imposición, no por miedo. Frivolizando con la muerte del prójimo porque nos enseñaron que el morbo dicta el camino. Huyendo de la diferencia por tendencia, sin buscar lo único. Arrastrados a un foso pestilente y lleno de los cadáveres que cayeron antes permitiendo que Hollywood ruede la película de sus vidas. Al final las cuentas pendientes atormentarán los cauces de la soledad vital. Pedir cuentas eternamente a una divinidad existente con el reverso macabro de la humanidad manipuladora. Una cristalina gota ocular cierra las páginas de las historias más emocionantes. Un charco de sangre ahoga las palabras de mis labios y extermina el tiempo de escribir textos.

domingo, 21 de marzo de 2010

Popurrí de antigüedades.

Locura de amor.
La miraba y el resplandor de su rostro me cegó como al mirar directamente al sol. No me importaba porque podía imaginarlo perfectamente. Conseguía delinear cada detalle con trazo fino y delicado. Escuchaba el sonido de sus pasos buscándole sincronizado con el vaivén de sus caderas y oía su risa. Ah, su risa, capaz de elevar mi moral al infinito del universo y devolverme a la realidad para poder seguir disfrutando de su compañía. La olía y su nariz se perdió en una espiral placentera de fragancias paradisíacas. Su perfume quedaba impregnado en su ropa dejando claro su encuentro. Le pidió que la besara y saboreo sus suaves labios del más dulce caramelo. Una descarga eléctrica que recarga la batería de su ya gastada vida. Finalmente extendió sus brazos para abrazarla con fuerza y se desvaneció. ¿Sería una broma? Se giró para encontrarla pero no estaba. Desapareció. Sólo quedaban las acolchadas paredes de su diminuta habitación. Se arrodilló lastimoso rogando poder verla de nuevo. Para no dejarla escapar, para estar eternamente juntos.
El Mostruo.
Tenía un monstruo por dentro. Alojado entre sus entrañas. Al principio no se dio cuenta. Era pequeño e insignificante. Lo alimentaba con su miedo, su tristeza, su odio, su ira y su desprecio. Guardaba estos sentimientos en un compartimiento secreto del corazón pero la criatura fue lo suficientemente hábil como para encontrar la manera de abrirlo con tesón y poder así alimentarse sin cesar. A medida que comía, crecía y lo hacía con grandes púas que por todos lados la herían. No era capaz de parar aquello porque esos sentimientos la invadían. No sabía cómo hacer para frenarlos o expulsarlos y por tanto los seguía guardando y alimentando a lo que tanto daño le producía. Temía que algún día querría salir. El dolor era insoportable y sería lo único que la aliviaría porque de otra forma moriría. Ya no sólo eran las púas sino que la sangre le ardía al verse envenenada. El antídoto posiblemente residía en la felicidad que aunque tardía, podría salvarla. No supo encontrar el antídoto y murió. Te preguntarás por qué sé que todo esto ocurrió. La respuesta es obvia. Porque ese mismo monstruo que tuvo ella, ahora lo tengo yo.
El Samurái, el Monje y yo.
Por el sendero cercado de cerezos en flor caminaba el samurái. Venía de una dura y larga batalla donde el suelo se teñía de rojo. Estaba cansado. La lucha dejó cicatrices en su piel que le recordarían los tiempos de guerra. Cruzaba el camino con paso lento pero tenaz. No sabía dónde acabaría y no le importaba. No se supo si llegó al final del camino pero se sabe con toda certeza que no volvió. ¿Qué encontraría allí?
Por el sendero cercado de cerezos en flor caminaba el monje. Su túnica blanca con capucha lo delataba. Mientras andaba se deleitaba con el paisaje y admiraba lo que la naturaleza le ofrecía. Era símbolo de quietud y parecía mimetizarse con el ambiente siendo totalmente imperturbable. Seguía recto, sin distracción. No se supo más de él.
Por fin me hallo caminando por el sendero cercado de cerezos en flor. La curiosidad me consumía. Tenía que saber qué hizo no retornar al monje y samurái. Supuse que sería algo tan plácido y relajante que debería valer la pena conocerlo. Podría existir la posibilidad de que al final se encontrase aquello a lo que llaman felicidad. Y aquí sigo caminando por el sendero. Llevo un largo rato, a ver si llego.

sábado, 20 de marzo de 2010

Los 4 jinetes del Apocalípsis.

La Victoria
en su hermoso caballo blanco cabalgaba. Engalanado con los mejores ropajes, ostentando las más valiosas joyas y con el aspecto más bello y refinado jamás visto. Huía, no podía dejar que lo atrapasen. Era demasiado peligroso. No se imaginaba las consecuencias que acarrearía para el mundo su captura y no quería pensar en ello. Sabía de la avaricia y codicia de las personas. El desenlace es impredecible aunque ninguno de ellos bueno. Corría deprisa porque sabía que lo perseguirían sin descanso. Todos querían obtener su poder y olvidar el fracaso de una vez por todas. Por desgracia para la humanidad aún seguiría siendo desdichada por un tiempo. Un día lo inevitable ocurrió y alguien la cazó. Sus temores se hicieron realidad y como consecuencia de ello la fortuna acompañaba siempre al mejor postor.

La Guerra
en su llameante caballo rojo cabalgaba. Protegida con su indestructible coraza negra y armado con su irrompible espada todo lo arrasaba. En su galopar estallaba la debacle. Todo ardía y se consumía. Era imbatible. Todos la temían por lo que nadie se atrevía a enfrentarse a ella. Su vorágine de destrucción engullía cada cosa a su paso y era imprevisible saber dónde y cuándo ocurriría. Nadie podía detenerla. Nadie podía vencerla. Era la perfección. Un día se cruzó en su camino con su único oponente. Acompañado de alguien a quien conocía bien. Sabía que su libertad había acabado porque su adversario contaba con el arma que la doblegaría y ésta era La Victoria. De repente se paró y asumió la derrota. Era inútil luchar. Su adversario consiguió domar a la indomable y desde entonces el final de cada batalla estaría fijado.

El Hambre
en su huesudo caballo negro cabalgaba. Era andrajoso y harapiento. Siempre portaba su balanza. Él era símbolo del equilibrio que mantenía la inmortalidad de nuestro mundo. Iba tranquilo. Nadie le molestaba. Las criaturas huían si percibían su presencia. No era un invitado deseado. Pero era obediente y acudía siempre a la llamada de su compañera. La llamada de su amada, La Guerra. Sabía que su presencia era necesaria en muchos de sus viajes y su deber era seguirla. Acompañarla en su deseo de destrucción. Mermando la entereza de los más fieros guerreros. Pero prefería ir despacio y cuando cabalgaba en solitario, viajaba a paso lento. En uno de sus viajes creyó ver un espejismo. Veía en la lejanía a un hombre pero no era eso lo que llamaba su atención. Al lado de éste había una figura familiar. Era su amada. Estaba quieta. Algo que sus ojos nunca habían visto antes. Se acercó a ellos y entonces el hombre comenzó a caminar. Su amada y otro caballero le siguieron. Sin mediar palabra él los imitó y desde entonces la desigualdad llegó a ese mundo y se prolongó por siglos.

La Muerte
en su espectral caballo verde cabalgaba. Su forma de esqueleto humano, su túnica negra y su infinita guadaña alertaban de su presencia. Él era el cierre del ciclo del universo. Era la pieza fundamental sobre lo que todo se sostenía. Él era el fin y el comienzo. Estaba en todas partes en todo momento pero prestaba mucha atención a dos de sus compañeros a los que llamaba “los eternos enamorados”. Guerra y Hambre. No viajaba. Se limitaba a estar allí donde su presencia era requerida. Odiaba molestar a quien no debía porque detestaba que hicieran lo mismo con él. Llevaba una eterna condena consigo y envidiaba el vigor de su compañera que le ayudaría a no necesitar descanso y la pereza de su compañero porque éste sí podía permitírselo. Un día sus dos compañeros lo llamaron a la vez. Era extraño y se le antojaba imposible. Acudió a la llamada y tres caballeros lo esperaban. Uno en un caballo blanco y los otros dos en caballos rojo y negro que reconocía a la perfección. Los cuatro se habían unido y una nueva era llegó. Las consecuencias de aquello han perdurado a través del tiempo y todavía ahora siguen vigentes y con la misma fuerza.


P.S. Releyendo el texto, me entró nostalgia y aquí os lo dejo.

jueves, 18 de marzo de 2010

Pinceladas Reales.

El eco de una voz sonando en mi cabeza perdiéndose en las conexiones que se entrecruzan en mi cerebro. La mirada perdida, sumida en la confusión de imágenes etéreas que se evaporan en la inconsciencia. Me proyecto astralmente hasta la marea de mis ideas donde navego a la deriva. Una espiral infinita que se repite y me atrapa en una fina red que retuerce mis impresiones perturbando mi razón. Errores encadenados que atan mis impulsos deseosos por emerger. Dos caras de una misma moneda y una cruz en el volteo del alma de un adversario. La debacle explosiva, furiosa, contenida en la estabilidad. Una bienvenida a la putrefacción de la genialidad en el momento en que la imaginación se convierte en diarrea mental. Además un metal, mentolado, fresco, que se clava en el espinazo, agudizando el dolor que da paso a la extracción de la esencia vital con una máscara funeraria. La muerte a un lado, mis convicciones en frente. La oscuridad se tercia sobre la visibilidad realista. Pasos a ambos lados y un tirón de la cuerda que me precipita al vacío. La luminiscencia de divinidad asola el recuerdo de una cordura perdida. Y puede ser que la locura te tienda su mano para recorrer el camino que no lleva a ninguna parte. Pirámides flotantes explotan en el final que nunca empieza. El nunca que permanece siempre. El poseedor de nada quiere algo y el de algo lo quiere todo. La eternidad se vende en paquetes de una hora de duración y los principios se compran en televisión. Sociedad individual, miembro de la secta de su propia creación. Valores obsoletos y olvidados en un viejo cajón cerrado con llave. Aislamiento del asceta para pensar con claridad. Sabiduría del ermitaño para encontrar las instrucciones del juego. Un juego creador de millones de héroes desconocidos y anónimos. Apagando la luz de la habitación gris. Cierra la puerta para que mi alma no salga. Muchas gracias.

martes, 16 de marzo de 2010

Culpables.

La historia de Sam: Primera Parte

Steven: Ya estoy en casa.
Robert: Calla desvergonzado. Hablaré con el alcaide y dentro de poco sabrás tu castigo.
Steven: Vaya rollo, tronco.
Robert: Espera en tu celda las nuevas noticias.
Steven: Lo que tú digas, uniformes.
Willy: Buenas, compañero.
Steven: Hombre, William. Dichosos los ojos.
Willy: Eso debería decirlo yo, bribón.
Steven: Para bribón, el novato. Está demasiado tranquilo ahí solo.
Willy: Sí, se han llevado a Larry a la celda de castigo. Esto ha estado bastante tranquilo desde entonces.
Robert: Steven, a la celda de castigo dos días. Por deseo expreso del alcaide.
...

Sam: Novato, voy a confiarte la razón por la que estoy aquí.
Jules: No lo entiendo, Sam.
Sam: Julius, no hace falta que entiendas, sólo escucha. Jueves por la tarde, al volver del trabajo tuve la típica discusión de pareja con mi mujer. Lo mismo de siempre que estaba demasiado centrado en el trabajo y no pasábamos juntos mucho tiempo. Llevaba varios meses con la misma cantinela y había tenido varias quejas del vecindario por el escándalo que montábamos. Pero ese día se llevó la palma, me dijo que no aguantaba más y que iba a ser mejor distanciarnos un tiempo para pensar las cosas con calma. No supe que decir. Acabé cediendo a su petición para así poder darnos la oportunidad de ordenar nuestras vidas y poder encontrar las prioridades. Un día revolviendo unas cajas viejas, encontré un vídeo que hicimos de novios. Aún recuerdo aquel día en aquel campo verde reluciente de aroma tan intenso. El día que le pedí matrimonio. Después de un largo paseo por la pradera, nos paramos en una gran piedra desgastada al lado de un lago. Me arrodillé y abrí la típica cajita con el anillo. Lo cogió y miró extrañada la pequeña esfera del anillo. “Es roja”- me dijo. Asentí, le dije que lo que había dentro de la esfera era una gota de mi sangre. Ese anillo no representaba sólo mi deseo de compartir mi vida con ella para la eternidad. Además de eso tenía la firme decisión de dejar mi vida en sus manos para que hiciera con ella lo que quisiera.
...

Sistema de Megafonía: Atención a todo el personal. El preso 534 con el nombre de Steven Scape se ha fugado cuando estaba siendo trasladado a la celda de aislamiento. Su captura es la máxima prioridad.
Willy: Será gilipollas. Le doy un par de horas para que esté de vuelta.

P.S. Segunda entrega recién salida del horno. Una vez más me someto a juicio. ¿Inocente o culpable?

sábado, 13 de marzo de 2010

La búsqueda de la Verdad.

Introducción.
La búsqueda de la Verdad. El reto de cualquier curioso aventurero. Todo comenzó antes del conocimiento. La violencia enmascarada por la guerra asediaba el mundo conocido. El destino del hombre era defenderse con su escudo y empuñar un arma blandiéndola contra el enemigo. No había sitio para el saber y éste se refugiaba en el bosque. El conocimiento era alimento para grandes árboles y de esta manera tuvo lugar el nacimiento del primer Ent. Dicho Ent sigue siendo un misterio. Consiguió condensar en su interior un flujo de sapiencia y erudición, convirtiéndole en el Árbol de la Sabiduría. Al menos, ésa era la historia que contaron sus descendientes a los primeros humanos con quiénes mantuvieron contacto. Hombres que perseguían el saber, instruidos por los Ents, se convirtieron en los primeros profesores. Poseedores de la verdad y ancestros de nuestros maestros. Pero por culpa de la oscuridad del ser humano, la transmisión del conocimiento se escindió en dos vertientes. La tradicional del método Ent y el nuevo método de educación. Conformada por profesores que renegaron del método Ent. Y aquí comienza la historia de un grupo de muchachos que desean descubrir la Verdad. En su viaje hallarán la respuesta a muchos de los enigmas que rodean a su civilización…

lunes, 8 de marzo de 2010

Culpables.

Capítulo 1: El Comienzo

Sam: ¿Cómo andas, compañero?
Jules: Estoy totalmente arrepentido de lo que hice.
Sam: ¿Aún sigues con eso? Vamos hombre.
Jules: Pero ya he asimilado que tengo que pagar por ello.
Ray: Pues yo no me arrepiento de nada. Eran unos cabrones y espero que se pudran en el infierno. Y si salgo de aquí algún día, iré por los que faltan.
Sam: Dudo que con esa actitud salgas algún día.
Ray: Tú qué sabrás, viejo. Acaso quieres recibir una paliza.
Jules: Tranquilo, Ray. Este hombre puede ayudarnos. La cárcel es un sitio peligroso.
Sam: Sobre todo para un hombre inocente. Llevo aquí 15 años y no sabía lo que era la violencia. Espero que no seáis idiotas y me hagáis caso. No correré a ayudaros cuando hagáis una gilipollez. Además niñato, ¿de verdad crees que puedes conmigo?
Ray: Jules, este viejo tiene todas las papeletas para llevarse unas hostias.
Willy: Él único que se va a llevar unas hostias eres tú como no te calles, novato.
Jules: Yo no quiero problemas, Ray. Si los sigues buscando iremos cada uno por nuestro camino.
Sam: Veo que tienes buenas intenciones Jules, pero tu amigo es idiota.
Ray: Me contengo por ti Jules, sino estos tipos estaban ya muertos. ¿Cómo se llama ese grandullón?
Willy: Para ti, este grandullón se llama William. Los demás me llaman Willy.
Sam: Willy es mi protector aquí en la cárcel. Nadie se atreve a molestarme porque saben que soy el único amigo de Willy.
Willy: Y os lo advierto sacos de mierda, si molestáis al “inocente” lo pagaréis.
Jules: ¿El “inocente”?
Sam: Así me llama Willy, por eso nunca deja que me molesten.
Willy: Exacto, amigo. Este hombre está pagando por algo que no ha hecho. No hay nada peor que eso y es mi deber ayudarlo para sentirme mejor conmigo mismo.
Jules: ¿Tú también te arrepientes, Willy?
Willy: Dejé de preocuparme por eso hace mucho, amigo. Solamente quiero proteger a mi único amigo, es todo.
Ray: Que montón de tonterías hay que escuchar en este jodido calabozo.
Lawrence: Creo que no te has presentado, chico. No seas tan maleducado, jasp.
Ray: ¿Quién coño es éste?
Lawrence: He dicho que te presentes, jasp.
Ray: Aquí estáis todos locos, ¿o qué pasa?
Sam: Yo que tu andaría con cuidado, niñato. Ése sí que está loco de verdad.
Lawrence: Tú calla, maldita nenaza. Estamos hablando el chaval y yo, jasp.
Jules: Sam, ¿quién es ese tipo?
Sam: Es Lawrence Lanes, el asesino más sanguinario de la última década. Es incluso más peligroso que Willy porque es totalmente impredecible. Ha sido el único que se atrevió a atacarme. Menos mal que Willy andaba cerca y consiguió ayudarme. Debido a eso, este perturbado tiene esa cicatriz tan fea en la cara.
Willy: Confunde los sentimientos. Todo para él acaba en ira y no es capaz de controlarse.
Ray: No me da ningún miedo, he visto tipos peores.
Lawrence: Chaval, creo que no lo estás entendiendo. Me han presentado detalladamente y te he pedido amablemente que lo hicieras. Si sigues así de maleducado, no me dejarás más remedio que hacerlo por las malas, jasp.
Steven: Larry, payaso. Deja al novato tranquilo, al menos por unos días.
Lawrence: Como digas, Steve, jasp.
Willy: ¿Qué tal compadre?, ya te levantaste.
Steven: Como para no hacerlo con este jaleo que habéis montado. Novato, has gastado tu “comodín Steve”. La próxima te las arreglarás solito.
Jules: Sam, ¿quién es ese hombre y cómo ha sido capaz de calmar a Larry?
Lawrence: Tú, el otro chaval. Larry solo me llama Steve, ¿entendido?, jasp.
Sam: No lo sabía, Lawrence. Deja al novato. Verás Jules, Stevie es el compañero de celda de Willy,. A él también le atacó Lawrence pero se defendió y en el forcejeo le electrocuto. Fue así por lo que anda diciendo “jasp” todo el rato. Desde entonces tiene miedo de Stevie y es al único al que hace caso.
Jules: Entiendo, es algo complicada esta cárcel por lo que veo.
Sam: Por eso lo más inteligente es que me hagas caso. Aquí hay mucha gente que por la mínima te hará la vida imposible.
Jules: Tranquilo Sam, si quiero salir de aquí algún día sé lo que me conviene.
Willy: Eres listo, chico.
Steven: Una pérdida de tiempo demasiado grande. Yo mañana me fugo.
Willy: Entonces pasado te tengo aquí de nuevo molestando.
Steven: Serás mamón, jajaja.
Willy: Es la misma historia cada vez que te escapas.
Steven: Espero que no me eches de menos si lo consigo.
Willy: Descuida, jajaja.
Ray: Me fugo contigo, Steve.
Steven: Tú gastaste el comodín, ¿recuerdas?
Robert: ¡Luces fuera! ¡No quiero escuchar ni una palabra más, pandilla de maleantes!
Sam: Se acaba un día más en este infierno. ¿O quizás uno menos?
Robert: ¡SILENCIO, HE DICHO!

P.S. Primer capítulo de la que espero que sea una gran serie.

domingo, 7 de marzo de 2010

Lágrimas de Caramelo.

Las Lágrimas.
En una lágrima se concentran diversos sentimientos que se condensan y explotan en toda su extensión. Las lágrimas tienen sabores que definen su sentido. Brotando en un estallido donde el sentimiento sale. Rebosando de su portador e intentando aliviar el colapso que experimenta interiormente. Hay lágrimas agrias por el desamor, amargas de tristeza, saladas de dolor, ácidas de la envidia y dulces de alegría. En su mayoría se relacionan con sufrimiento. Lágrimas de llantos ahogados. Lágrimas de soledad. Lágrimas de angustia. Lágrimas de miedo. Y lágrimas de desesperación. Todas negativas, dolorosas, que preferimos vivir a solas, donde no queremos que nos vean. De la misma manera que tapamos las cicatrices de una herida física, por estética, privacidad y lo más importante, apariencia. Aún así, me dejo llevar por el contraste e intento entender el antagonismo de las lágrimas de alegría. Volvamos al principio donde definíamos la lágrima como explosión del sentimiento y entonces llegamos a comprender que una lágrima de alegría es el máximo de felicidad al que podemos llegar. Un hecho tan fascinante que consigue arrancarnos lágrimas de caramelo. ¡Qué maravilla!

Los Caramelos.
Los sentimientos son como los caramelos, cada uno tiene su sabor y te hacen ver la vida de un color diferente. El ser humano es un tarro de cristal por donde pasan distintos caramelos. Hay momentos en blanco, negro, gris, de colores vivos o apagados. La vida puede saberte dulce pero también amarga o ácida. Tu tarro puede estar lleno de los mismos caramelos o contener una gran variedad de ellos. Puede rebosar o romperse al tirarlo. Pueden regalarte caramelos, pedírtelos o robártelos. Ten cuidado de que haya siempre caramelos en el tarro porque de lo contrario no será más que algo abocado al olvido.

P.S. Sólo os deseo Lágrimas de Caramelo, comenzamos.