domingo, 15 de febrero de 2015

Marquetería Silvestre.

La cuenta macarra.
- Una vez vi a un mendigo durmiendo en la entrada de una sucursal bancaria y por la mañana cuando fueron a abrir, le quisieron vender participaciones preferentes.
- Pero, ¿cómo puedes burlarte así de miles de personas que lo están pasando mal?
- Eso mismo es lo que dijo el mendigo.
- En cualquier caso, no sé cómo hemos acabado hablando de esto.
- Qué preferirías ser, ¿genocida o masoquista?
- Masoquista.
- ¿Por qué?
- Por empatía, supongo.
- Reformularé la pregunta. Qué preferirías, ¿tener que ver todo el repertorio de Lina Morgan en bucle o pulsar el botón que active un ataque nuclear que acabe con dos tercios de la población mundial?
- Le daría al botón aunque fuese sólo tener que verlo durante un par de minutos.
- Es ese tipo de reflexiones que no necesita consulta con la almohada.
- Además se arreglaría el problema del mendigo.
- Hombre, aquí quien más quien menos querría ser como el pequeño Nicolás.
- ¿Conseguidor?
- No, agente secreto y deportista de élite.
- Ya, a veces me planteo si en los libros de historia del futuro las guerras púnicas figuren como si hubiesen sucedido en Madrid.
- Sí, Aníbal Granados atacaría Madrid en elefantes bajo comisión.
- Corrupción en Miami.
- En Miami, por la mañana la corrupción está generalizada, por la tarde nadie prodrá, podrá probar que no son inocentes y por la noche todo es falso, salvo alguna cosa.
- It’s very difficult todo esto.
- ¿Y cuánto dinero? ¿Y cuándo la cárcel?
- La segunda ya tal y en cuanto a la primera pues es que la indemnización que se pactó fue una indemnización en diferido y como fue una indemnización indifi, en diferido en forma, efectivamente, de simulación, de simulación, o de lo que hubiera sido en diferido en partes de una, de lo que antes era una retribución, tenía que tener la retención a la Seguridad Social.
- Realmente había venido buscando otra cosa. No es que tengamos mucho tiempo porque apenas nos estamos tomando un relaxing cup, ¿verdad? Pero tengo tantas cosas que decirte que no sabría por dónde empezar y…
- Fin de la cita.

Luciérnagas.
La memoria es tan necesaria,
tan honrosa y a la vez tan honrada
y a la que honrar
recordando el suceso
que siendo presa del olvido
hemos rescatado en nuestro recuerdo.
El orden, el caos, da igual,
lo importante es el sitio.
Sin la ubicación se pierde la esencia
y se cae en el ostracismo
y no hay nada tan devastador como eso.
Pese a llevar en mi interior
aquello que más quiero
sé que el final no es un misterio
y eso me hace presa del miedo.
En el tiempo todo es efímero,
en el tiempo todo es pasado,
en el tiempo habrá un futuro,
en el que nadie te haya recordado.

Entimema.
Cuenta tres palabras a la izquierda. Comienza a leer desordenado. Sin que el sentido importe. Sólo palabras sueltas. Inconexas. Paradójicamente se forma una historia. Y vuelan las suelas del este de Macedonia. Empujando la cumbre del trono en la charca. El sonido parte el espacio de un cuarto de siglo. Toman marcapasos que reptan en las cabezas de unos marcianos. Un limón besa la córnea viscosa que mece la fuente del deseo. Las siluetas manejan la ley del infortunio. Y vivir en la niebla del bucle electrónico. Más no sufres cuando atraviesas el fragor de la lujuria. Y cuentas las sillas en contra. Una fragancia se trenza en el escenario. Se rompe el absurdo. Realmente, ¿te estremeces al oír una canción? Entras como en una especie de posesión en la que te evades del mundo y el sonido te transporta a una realidad distinta en la que todo fluye y cobra un sentido inexplicable. Y, ¿por qué no?, mejor. Te hace sentir bien, te hace sentir vivo. Y eso cobra importancia cuando vivir pasa a ser un acto tan inconsciente como respirar. Cuenta tres palabras atrás. Y todo volverá a comenzar.




P.S. Que no quiere decir que esto esté bien. Ni con coreografía tampoco...

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