miércoles, 25 de noviembre de 2015

Pasaje Interminable.

Lágrima de nostalgia.
Cada mañana me despertaba queriendo verte. Hace mucho tiempo y tengo miedo de estar hablando con una persona completamente diferente, creyendo que es alguien que ya no existe. Esa seguramente sea la percepción pero en realidad sería justo pensar en esa distorsión como algo debido al paso del tiempo. Recordarte me hace sonreír sin darme cuenta. Oír tu voz saliendo de mi cabeza sabiendo que es una ilusión sin certeza de que ese sonido sea realmente tuyo porque ya ni me acuerdo. He escrito sobre ti, ¿sabes? Bailábamos y tú te desvanecías entre mis brazos sin que pudiera entender lo que pasaba. Al final eso fue todo, un baile en el que nos encontrábamos mientras todo giraba a nuestro alrededor pero para nosotros no pasaba el tiempo. Ahora son solo fogonazos desordenados que lucho por conservar. Me da miedo que algún día te engulla el olvido aunque sea consecuencia de mi felicidad. Siento nostalgia cuando me doy cuenta de que en algún momento te…

Prosaico y sin acepciones.
Se me agota el ingenio y me duele. El pensamiento es recurrente y gira sin descanso en un círculo vicioso. No sé decir tantas cosas si no es escribiendo. Aún así digo poco y quizás sea por eso que valgo más por lo que cuento que por lo que callo. Porque el cuento es corto. Soy visto en un destello en el que aparezco inconfundible. Me da por pensar que no valgo para vivir en sociedad. No soy capaz de verbalizar lo que siento, ni lo que me preocupa. Aún así creo sin tener certeza que sé valorar a las personas. Esto no quiere decir que se los haga saber o que me esfuerce por mantener contacto. Lo guardo de forma estúpida pero con una fuerza y un sentimiento incapaz de exteriorizar. Esto significa que no siento indiferencia hacia las personas que me rodean pero mi forma de actuar hace que parezca lo contrario. Con esto no busco excusarme, ni pretender que se entienda mi forma de ser, es una simple constatación de inoperancia social. No sé socializar. No puedo pretender entender a alguien ajeno cuando no me entiendo ni a mí mismo. No obstante, empatizo y soy capaz de racionalizar problemas ajenos, con mayor o menor acierto dependiendo de cuánto conozco a la persona. Mi medio de expresión son definitivamente las letras. Pero todo esto está tan amortizado. Ya no lo necesito, no me hace falta. Aprendí a guardar las lágrimas para cosas más importantes. Saber estar sereno en situaciones incómodas, siendo cínico conmigo mismo únicamente. (Si ese cinismo llega a extenderse en algún momento a otra persona por mis ya relatadas taras. No es mi intención pero soy culpable). Ahogar los gritos en las profundidades donde no se oigan, donde no se escapen, donde se asfixien. Ni me alivia, ni me reconforta. Aprendí a tratarme de otra forma. En algún momento fue terapéutico, ahora sí es indiferente. Nunca lo que escribo, sí el porqué.


P.S. Lucha de egos conmigo mismo. Tremendamente interesante.

2 comentarios:

  1. Tu primer texto es precioso. Leyéndote, me has contagiado esa fugaz nostalgia de cuando has amado y resulta que pasa el tiempo y todo lo que llega a tu mente va como fogonazos de recuerdo o pequeños detellos de instantes, que apenas ya sabes si es una ilusión en tu memoria de como recordaste un instante o si fue así de verdad. También es muy cierto que cuesta pensar en el sonido de su voz porque ya no fluye de inmediato en tu cerebro como antes. Te felicito esta vez con el corazón, porque es una entrada tan preciosa que me ha puesto feliz y triste a la vez jaja, un besito.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Esta vez con el corazón, ¿entonces en otra ocasión ha sido sin el corazón? Es broma :P

      Pese a que me pueda gustar el texto porque he intentado que fuera sincero, también soy consciente de que es más fácil que algo así sea más resultón que otras cosas a lo mejor más sesudas. Pero tampoco me voy a quejar.

      Besos ;)

      Eliminar