sábado, 11 de junio de 2016

Rumbo Norte.

Oniria.
Estamos en una ciudad italiana deambulando por sus calles estrechas, iluminadas por la luz del Sol. Entramos en un restaurante de aspecto vulgar. Alguien del grupo pregunta a un camarero si podemos pasar al museo diciendo que habíamos entrado sólo para eso. Nos invitan a entrar educadamente pero con una cortesía displicente y entramos a un gran salón por un lateral que tiene una enorme escalera central. Todo está lleno de arte, esculturas y pinturas por todas partes. El camarero aparece para hacer de guía. Comienzo a hablar con él en italiano pero me dijo que esperaba más de ese pobre intento que realicé, en aquel momento no entendía a qué se refería. Al acabar volvemos al restaurante, salimos a la calle y nos separamos en una amplia plaza. Quedamos en ese mismo restaurante un poco más tarde. Tengo buen sentido de la orientación pero en esta ocasión me pierdo. Voy hasta un sitio conocido y hago el camino que recuerdo hasta que llego al que parece ser el restaurante. Cruzo todo el comedor hasta la zona del museo. No quedaba rastro del museo, la primera sala que encuentro es un recibidor donde está el camarero preguntándome cómo osaba volver por allí. Me adentro por las salas con la idea de encontrar al grupo. En lugar de eso llego a una sala con piscinas, dejando atrás la música de un tocadiscos de una sala anterior. Había una piscina grande con un monitor en plena clase. A medida que me alejaba de las piscinas, éstas pasaban a ser individuales y en las últimas la gente estaba desnuda. Giro la pared y me encuentro en un sofá con un grupo de mujeres en una bacanal. Mientras intento procesar lo que estoy viendo me invitan a unirme a ellas. Me quedo paralizado pensando en encontrar al grupo y al mismo tiempo me arrastran hacia ellas. Me siento ligero y empiezo a levitar mientras me acarician. Todo es suavidad y placer. El tiempo se va haciendo espeso y todo se vuelve confuso en esa maraña de brazos y piernas. Una presión espesa y pesada que se colapsa y me despierto.

El tesoro del bosque.
La bruma del bosque causa que el paisaje se vuelva lúgubre y tenebroso. La luz se filtra entre las ramas de los árboles pero no es suficiente para compensar el efecto de la niebla. El bosque murmulla urdiendo un plan contra molestos invasores. En esa niebla que se mueve lentamente y con delicadeza se cree que descansan los seres vivos que una vez caminaron por el bosque. Ahora lo custodian silenciosos bajo la protección de la vegetación. No forman parte de este mundo pero tampoco están muertos. Descansan en una especie de limbo que les permite tener efecto en nuestra realidad. Su presencia vigoriza el bosque y lo enriquece llenándolo de vida. Su ausencia deja tras de sí un paraje yermo y desolado. Pero este bosque es especial, guarda un gran secreto. Algo que ha impulsado a multitud de curiosos a lo largo de la historia para intentar descubrirlo. Y hasta ahora todos vagan en la bruma vigilando el tesoro del bosque.

La vista.
Lo fácil es quedarse con el blanco y negro. O añadirle gris. Sumarle la escala cromática y sólo tendrías la franja de lo visible cuando el espectro electromagnético es mucho más amplio. ¿Por qué quedarnos con lo fácil? ¿Por qué no un poco más? Querer más y a alguien con quien compartirlo sin que suene a demencia. Y bajo su consentimiento besarle un párpado por apetencia mientras dura la explicación sobre la magia de las radiaciones electromagnéticas. Del infrarrojo al gamma e imaginar esa realidad de poder verla. Pero si se limita todo a blancos y negros, entonces no hay magia. Todo se pierde, se disipa hasta volverse inexistente. Y no te besaría el párpado. Ni te miraría fijamente a los ojos mientras doy vueltas en círculos divagando ideas excéntricas y caóticas. No estaríamos en la misma habitación. Tampoco en la misma realidad.


P.S. Mi primera entrada de 2016. Feliz año de este nuestro bien entrado Junio. Quizás esto se me ha ido de las manos...

2 comentarios:

  1. No me extraña que sueñes con ciudades italianas, yo sólo he estado en Roma y me enamoré plenamente, tanto de sus museos como de la ciudad en sí, piazzas, fuentes, bernini, maderno, caravaggio, piranesi, borronini, miguel angelo, cánova, y un largo etc...es amor, arte, poesía, y es un sueño, yo comparto ese sueño. Y la libertad de un un spa con sueños de amor, me recuerda a las orgías romanas, por supuesto todo un clásico.

    El bosque misterioso con esos seres, que podemos ser cualquiera de nosotros que diambulamos por el mundo intentando descubrir algo o quizás no sepamos que queremos descubrirnos a nosotros mismos. Puede también hacer referencia a animalillos mágicos, que nos hacen observar su mundo buscando algo de misterio, no sé, pero intriga y es inquietante el texto.

    La vida a veces si es sí o no, blanco o negro, te quiere o no te quiere y así de simple, pero es bonito buscar el gris, para que no desaparezca la magia y lo sueños de un posible qué podría pasar, será que sí o que no, y yo quiero descubrir si me quieres mientras te beso el párpado, algo así he interpretado.

    Gracias por deleitarme con tus textos, un beso.

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    1. No sé de donde vienen los sueños, si del subconsciente o vete tú a saber. Así que tampoco va más allá de escribir los recuerdos de un sueño.

      Un cuentecillo que vez en cuando no va mal. Se supone que estos cuentos en un futuro pasarían a ser parte de una obra más grande. Una novela quizás...

      El problema del texto no es tanto la respuesta como el saber que no se está en el mismo sitio, ni física ni mentalmente. Date cuenta que llega un momento en el que no se habla de colores sino simplemente de espectros electromagnéticos. Lo que vemos forma parte de una franja muy pequeña y querer abarcar más te deja en una posición, pues eso, de majareta.

      Gracias a ti por leerlos ;)

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