lunes, 17 de octubre de 2016

Canción Silenciosa.

Lágrima virtual.
Un millón de pretextos en el bolsillo. Posibilidades que no llegan a ser. Trascender es escupir hacia arriba sin que nada evite el desenlace. No todo el mundo lo sabe y quien cree saberlo tampoco está muy seguro. Hasta que miras al espejo y ves a través de ti. Estás ahí pero transparente. Y transparente es lo que dices que ni se oye ni se intuye. No estás en ninguna parte, no existes. Suenan gotas al chocar contra el metal. Te ríes. Te ríes de la hipocresía y de la mezquindad porque ya no te queda entereza para afrontarlo con madurez. Cuando realmente eres consciente de que los argumentos pierden toda coherencia, el sentimiento de responsabilidad y saber estar queda desautorizado. Hijo de puta pasa a ser lo suficientemente suave como para ser inocuo. Queda muy poco de nosotros mismos que merezca ser respetado. Hay individuos que saben jugar sus cartas para aprovechar eso. La decadencia nos hará morir de éxito. La crisis no es económica o monetaria, es social y de valores. Vivimos confundiendo la autoestima con la ignorancia, la individualidad con el individualismo y las personas con gente. Vivimos por debajo de nuestras posibilidades porque esas posibilidades son poco probables.

Rapsodia moderna.
Quiero un líder
pero no uno cualquiera
un líder de masas.
Un trending topic
de tu frase
recurrente.
Followers que esperan
entre insultos
a beber
de una fuente anónima.
Si esto falla
quiero un líder
pero no uno cualquiera
un líder de minorías.
Humor negro
en 140 caracteres.
Apología y enaltecimiento
de suplementos
para gafas.
Manifestaciones virtuales
y recogidas de clicks
pero sin éxito.

Movilidad superior.
El otro día le expliqué a un nómada lo que son las fronteras. No lo entendió, hasta que al intentar cruzar una sin demasiado éxito, decidió hacerse activista. Espíritus libres encerrados en los límites de una nación, decía. Se casó con una chica que tenía el record mundial de operaciones de estética. Le dio miedo la intervención de su apendicitis y el nómada enviudó antes de hacer un año. La abogada de la chica era homosexual y mantuvo una relación sentimental con su cliente mientras estaba casada. Demandó al nómada que pasó a ser un sin techo. Vivió bajo un paso a nivel en un polígono industrial. Allí conoció a los que serían sus amigos, un heroinómano y un ex-fumador. El heroinómano era el marido de la abogada, frecuentando el lugar para convencer al sin techo y así asesinar a su mujer. Al final el heroinómano y el ex-fumador acabaron en la cárcel. Pero no asesinaron a la mujer del primero, se equivocaron y mataron a la mujer del ex-fumador. Después de aquello el sin techo se replanteó su forma de vida. Se hizo proxeneta pero sólo de animales. El negocio no fue rentable porque la mayoría de los zoofílicos contaban ya con una mascota. A los tres días de dejar el trabajo le tocó la lotería, sin jugar. Se cambió de nombre y de aspecto. Se casó con la abogada que en ese momento ocupaba la cartera del ministerio de la metadona. No duraría mucho ya que el ex-fumador se cambió de sexo al salir de la cárcel y ambos se fugaron a una isla del Índico occidental. Hubo un tercer matrimonio, el del ex-fumador con el negro del Whatsapp. El nómada llegó a Brasil y se hizo sedentario. Compró una parcela y comenzó a plantar guaraná. Y ahí le perdí la pista aunque me llegaron rumores de que ahora trabaja de peluquero para Donald Trump.


P.S. A marchas forzadas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario