viernes, 15 de septiembre de 2017

Nórdico Primaveral.

En sus marcas...
- Pensaba que te habías olvidado.
- Pues casi.
- ¿Por qué has vuelto?
- No lo sé.
- Túmbate en el diván.
- Un rato no me hará daño.
- ¿Y bien?
- ¿Qué?
- Lo sabes.
- ¿Qué sé?
- ¿Por qué has vuelto?
- Quiero creer que tengo algo que decir.
- ¿Y es así?
- No estoy seguro.
- Pues va siendo hora.
- Sea como fuere. Estoy aquí, ¿no?
- ¿Pretendes que dé respuesta a tus dudas?
- No, no las tienes.
- Entonces, ¿qué quieres?
- No mucho, sólo algo.
- Explícate cuando quieras.
- Tengo la sensación de ser un autómata. Me siento vacío por dentro y en un estado omnisciente que me molesta.
- ¿Te molesta?
- Sí porque no es real.
- ¿Te gustaría que fuera real?
- Ya he dicho que es molesto.
- Ese vacío que has mencionado, ¿cómo te hace sentir?
- Anestesiado.
- ¿No sientes nada?
- Lo he dicho. Como un robot.
- En esta situación, ¿qué pretendes transmitir?
- ¿Con mi intención de escribir de nuevo?
- Sí.
- Es difuso diferenciar entre la intención de juego o terapia. Concibo la escritura como un acto puramente egoísta. Lo que escribo soy yo y para mí. Un fin en sí mismo que se pierde en una locura que se confunde con genialidad. Un proceso catártico que me ha dejado seco.
- ¿Crees haber llegado tan lejos?
- No es justo darle una profundidad al hecho porque se convierte en una caricatura. Aunque por otra parte, poco me importa porque puede que lo sea independientemente de lo que haya podido significar.
- Aun así reitero la pregunta.
- Ahora parece más serio el contexto de la pregunta. No quiero que dé la impresión de que me aprovecho pero voy a responder. Sería irrespetuoso que lo que he escrito no fuese una certeza. No haberlo amado y odiado. Sin cólera, sin rabia y sin lágrimas. Sin belleza y sin tropiezos. Sin razón y torpeza. Estoy vacío pero no soy un desalmado. No me siento extraordinario pero estoy orgulloso de mi escritura que con sus luces y sombras considero arte.
- ¿Cómo te gustaría continuar?
- Es una pregunta un poco tramposa porque la respuesta nunca va a tener nada que ver con la realidad. Sólo espero que me satisfaga y disfrutar.
- ¿Y acabar?
- En silencio.

Síndrome de Estocolmo.
Me acompaña la soledad con un estruendo inaguantable. Un ruido que estalla en mi cabeza y millones de voces ininteligibles. La soledad no me soporta y me deja solo. En ese momento soy consciente de todo y de nada a la vez. Entiendo la relatividad incluso de lo que me importa y aun así sé que no dejará de importarme. Me miro sin verme, veo a través de mí, más allá. Y en realidad no hay nadie. Las paredes de mi habitación se contraen y expanden. Se retuercen y van girando en diversos ejes. Me veo en tercera persona en medio del caos. Borracho de sobriedad. Las palabras se desgarran del cuerpo y qué bien suenan. Tanto que embelesan, parecen grandes y reconfortan. Ojalá fuera tan fácil sin esa risa nerviosa que me persigue y me seca la boca. Los cuentos rotos, papel en blanco, no me hables, mujer. Y el grito ausente que despierta al miedo, culpa a tu memoria y la risa otra vez. Todos callados mirando la escena de una obra que nadie ha pagado por ver. Me río en la oscuridad y el eco me insonoriza. Y la risa sólo suena en mi cabeza. Caen mis pensamientos en la hoja de papel con la fuerza del calibre cincuenta. Entre carcajadas se derrama el final en un charco de tinta que empapa mi lengua. La risa negra quema mi vida, me deja solo y vende flores para vencer.

Valar Morghulis.
Otro día más pasa
y noto
cómo el mundo se ríe
con una risa macabra
que me sobrecoge
y me vuelve pequeño
e insignificante.
Otro día que pasa
en el que me centro
en observar
cómo transcurre
cada segundo
para no pensar
y hacerme
lluvia constante,
el sol que brilla
y un tren.
Con la entereza
de querer vivir
pero sin rumbo
ni guía.
Perdido en mi vida.
Sin saber por qué
me rechaza.
Necesito un respiro,
una bocanada
de aire fresco
con la que llenar
los pulmones.
La tregua no llega.
El reloj comienza
a marcar el tiempo
que falta para
copos de nieve,
un atropello
y venta de fe.
Te condeno
a ser por siempre
una idea del futuro.
A vagar
forzando la rima,
hablando en bucle
y queriendo,
sin querer.


P.S. Oye, que feliz año, ¿no? A lo mejor se me ha ido todo de las manos y anda revoloteando por ahí. Quien lo encuentre si puede que me avise y si me lo devuelve le estaré eternamente agradecido. No se me vaya a olvidar...

2 comentarios:

  1. Es difícil de explicar pero yo también he sentido a veces ese vacío de estar como ausente y de no poder sentir nada, y es para volverse loca porque parece que estás todo el rato soñando y quieres salir y romper esa neurastenia no del todo depresiva pero sí con gran tristeza, es como si dejaras de luchar y todo diera igual. Yo no quiero sentirlo nunca mas.
    Interesantes textos, muchos besos

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  2. Este verano en Praga, cogí un tranvía y claro yo que soy como soy, con mi mala orientación me llevó a las afueras, y nada me tuve que bajar y entonces me sentí un poco así, pregutándome: -¿qué hago, cual cojo, hacia dónde me lleva la vida?-.Fuere tal vez, o quizás que se burle de mí .
    Y yo ahí estaba sin saber el porqué de que me encontraba tal cual en Centroeuropa perdida y sin rumbo, pues jajaa algo así, besicos.

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