domingo, 11 de septiembre de 2011

Alforjas Mojadas.

Ni fueron felices, ni comieron perdices.
La princesa lloraba, triste de incertidumbre. Meditaba ante la ventana, hacer posible lo que sentía desde su interior. Fueron innumerables las cartas, pero el miedo la paralizaba ante una felicidad que por completo la embargaba. En aquel momento de indecisión, una carta de su amado por fin llegó. La abrió impetuosa y deprisa la leyó.

“Dejad de deshojar las margaritas
que florecen por primavera.
No es cierto que como a cualquiera,
os hierve la sangre en las venas.
Y el corazón saliendo de la boca,
parece que vuela.
Dejad de disimular con desdén,
lo que bien sabéis que anheláis.
Sabed que todo mi ser,
yacerá por siempre a vuestra merced.
Así sabré que mis suspiros añoráis.”

Las palabras le confortaron pero no eran suficiente. Necesitaba un compromiso real y así saber que su amor era de verdad. Pasaron los días y su amado impaciente le volvió a escribir contrariado.

“¿Qué más queréis, corazón?
Una prueba irrefutable
de lo que siento por vos.
Pues miradme fijamente a los ojos
y decidme que en ellos,
no hay atisbo de amor.
Si así fuera de miserable,
no quedaría razón posible
para salvar mi petición.”

La muchacha se acercó al retrato de su habitación. Aquel regalo le impactó desde el momento en que lo vio. Su mirada era penetrante, aunque seguía sin ser esa razón apasionante. Ante aquella mudez que teñía su silencio, su amado encontró la respuesta que le dejaba sin aliento. Escribió una última carta, roto de dolor.

“Mi alma se desdibuja
en los lienzos de vuestro amor.
Sin él, el retrato
no tiene color.
Aún así, no dejéis jamás,
que esta decisión
acabe con vuestras ganas de amar.”

La princesa comprobó como el cuadro de su habitación se había transformado en un garabato de negro sobre blanco. “¡Qué espanto!”, exclamó. En aquel momento se dio cuenta de la certeza del amor que le habían profesado. Y la princesa volvió a llorar, al final las dudas le alejaron de su amado.

Palabras concisas.
En muchas ocasiones se tratan temas con prudencia. Puede que sea de manera sincera o una mera forma de guardar las apariencias. Una conversación se mueve entre la hipocresía o una posible conveniencia. A veces intentan tomarnos por tontos al contarnos diversas historias. Se endulzan las palabras e intentan agradar nuestros oídos. Es posible que incluso seamos objeto de diversos halagos. Esto te lleva a tener en cuenta esas posibles intenciones. Elaboras una lista mental de radiografías con las que sabrás de qué manera comportarte. Aprendes a mirar más allá de las palabras, desconfiando de las mismas u otorgando el beneficio de la duda. Todo reside en esa especie de necesidad que hace no poder tratar cualquier problema con naturalidad. Se miente, se oculta y se tergiversa. Una especie de barrera nos separa de unos y otros. Un muro invisible que nos impide mostrarnos cercanos. Que importante sería poder decir lo que queremos en cada momento sin miedo. No algo de lo que haya que interpretar un significado. Una información incompleta o tener que quedarnos callados. Sentirnos cómodos en todo momento y no constantemente observados en nuestros movimientos. Es una conducta que ha conseguido llegar a los ámbitos mayor proximidad. La distancia es insalvable y perenne. Si esta sensación rodea nuestro alrededor en cuestiones más o menos intranscendentes, ¿qué podemos esperar de situaciones que nos afectan comúnmente? Si nos infecta esa pauta en nuestras decisiones y consecuencias, ¿qué queda de lo que no controlamos y tenemos que padecer? De la misma forma sufriremos a esas legiones de mentiras. Llegarán momentos en los que no sabremos distinguir lo que es real de lo ficticio. Mil cuentos inventados en una partida de ajedrez en la que no sólo nos mueven como a peones sino que además nos sacrifican de la misma manera. Es por la existencia del impacto que crearía la posibilidad de empezar a contar la verdad enmascarada. Desentrañar las artimañas de quienes mueven los hilos. Aún así nos encontramos con el grave problema que ejerce el poder. Que con mentiras son capaces de destruir la verdad más sólida. Entonces, ¿en qué podemos creer? Es en este punto, cuando te acuerdas del ermitaño y de lo que hace tiempo te dijo: “amigo mío, no creas en nada”. Por otro lado siempre estará el cura que dirá: "pues en algo hay que creer".




PD: Cuando no sepas qué decir, mejor escríbelo... ¿Qué habré querido decir?

10 comentarios:

  1. ¡Qué bonito Jose!, vengo de la playa y me encuentro con este precioso cuento, y qué maravilla, el amor desdibujado de dolor, pues es cierto que, nuestro rostro cambia cuando estamos con quien amamos, somos más increibles y vitales, y si nos faltara, queda amargo y gris, sin aliento.

    Besos^^

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  2. Totalmente identificada con el primero jajaja. "Al final las dudas le alejaron de su amado"... Como lo sabes...

    Besitos ^^

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  3. Hola, Vick.

    ¿Te gustó el cuentecillo? Me alegro, a mí también me gustó escribirlo. Me sentí bien, aunque sea triste.

    Más increíbles... jajaja. Está bien esa definición.

    Besitos ;)

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  4. ¿Totalmente identificada? Pues lo siento mucho, la verdad.

    Besos de melón fresquito.

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  5. Vaya, aquí leyendo tu lado más "trovador", jeje.

    Respecto al segundo texto, me ha recordado a un poema que escribí hace ya tiempo:

    http://caenletrasdelbalcon.blogspot.com/2010/04/encantador-de-serpientes.html

    Fue un día que tuve que desahogarme para no estallar.

    Un saludo y nada, a darle duro con las clases si ya las has empezado.

    Respecto a la posdata, yo escribo a veces para entenderme mejor y aclarar ideas, aunque a veces no lo consiga. Otras escribo paranoias, llamémoslas, terapéuticas para ser finos xD.

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  6. "Que importante sería poder decir lo que queremos en cada momento sin miedo. No algo de lo que haya que interpretar un significado".
    Ese es un gran problema en las parejas, a veces no podemos decir lo que pensamos con sinceridad sin ese miedo a la reacción de la otra persona.
    Pero, ¿cómo podemos hacer eso? Creo que la confianza con la otra persona, el conocerse, el saber cómo actúa la mente del otro ayuda mucho a poder "decir las verdades" sin temor a las malas caras.
    Pero es tan difícil... ¿Sabes eso que dicen que "la confianza da asco"? Pues eso llega a pasar, así que ni lo uno ni lo otro... Más bien hay que saber perfectamente cómo tienes que hablar según el tipo de persona...
    En fin, que te acabo de dejar aquí una reflexión muy tonta, como a veces suelo ser :S ains!
    Besitos!!!!!!

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  7. kocrann: Trovador es seguramente un término demasiado benevolente... mierda, lo he vuelto a hacer. Vivo en un pareado infinito.

    He leído el poema y está muy bien. Hay mucho cuenta-cuentos danzando por ahí. Unos hacen más daño y otros menos.

    La cuestión del engaño o de la ocultación es la siguiente. ¿Qué es preferible?, ser sincero desde el principio sabiendo que las consecuencias pueden ser fatales o por el contrario mentir u ocultar sabiendo que a la larga el daño puede ser mayor.

    Dentro de poco habrá que volver a la pelea, lo bueno se acaba.

    Me entiendo poco y a ratos. Pero bueno, la verdad es que muchas veces al mirar textos del pasado te das cuentas de cosas.

    Saludos ^^

    Nita: Una cosa es la confianza, que es algo que debe trabajarse por ambas partes y es completamente necesario. No confiar o no poder hacerlo es un lastre importante, al menos, bajo mi punto de vista.

    Otra cosa es el exceso de confianza, pero eso viene por una de las partes (puede que por las dos). Pero eso es conveniencia y egoísmo puro. Ése exceso de confianza sucede cuando se dice que la confianza da asco.

    Anda, qué va a ser una reflexión tonta (en este blog el único tonto es servidor). Es la verdad, son cosas que pasan expresadas de manera lógica.

    Besitos ;)

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  8. No eres tonto, no eres tonto, ¡¡no eres tontooooo!!

    Te has vuelto a saltar el pacto... ¡indiota! :P



    PD: Más besos de melón fresquito ;)

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  9. Es cierto que cuando alguien te dice muchos piropos la primera reacción es desconfianza, a veces es cierto que la gente exagera, porque busca algo de ti, pero creo que desconfiamos porque no nos queremos lo suficiente, ¿qué me dicen inteligente?¿quién yo...¿guapa? ¿es a mí?, ja,ja pero puede ser, que no seamos muy guapos y la gente nos mire con cariño y seámos los más preciosos, inteligente y de todo. Pero somos exigentes con nosotros mismo, no sé dónde leí, algo que decía, nos volvemos tan exigentes en nuestras relaciones que las hacemos imposibles, puede ser..

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  10. Tú: Vale, no soy tonto, soy indiota.

    ¿Qué quieres? Con lo que me cuesta y llevaba mucho sin romperlo. Ya no digo nada más, pero es que no voy a dejar que nadie se llame tonto.

    Besos de cocholate con leche (no te quejarás, que últimamente están muy ricos, jajaja).

    Vick: A mí me hace gracia la gente que no te conoce de nada y te dice que si eres un tío de puta madre, que tal, que cual. Evidentemente, algo quieren y cuando lo consiguen, tal como aparecen, se van.

    Es verdad que nos subestimamos y que no confiamos demasiado en nuestras posibilidades, al menos algunas personas son así. Pero, con el paso del tiempo me voy dando cuenta de quien te aprecia de verdad y quien se mueve por interés.

    Soy bastante exigente, pero no le voy a pedir a nadie que haga las cosas tal y como yo las hago. Yo que sé, todo es muy relativo, Vick.

    Me ha gustado tu reflexión, gracias.

    Besitos ^^

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