domingo, 4 de septiembre de 2011

El asesino del abecedario.

Estaba siendo uno de sus casos más complicados. Quedaban aún unas semanas para el otoño, pero aquella noche parecía que el verano había firmado la rendición. Una lluvia intensa mojaba las desgastadas calles de la ciudad, iluminada por los cegadores destellos de los incesantes rayos que caían sin piedad. El sonido de los estruendosos truenos predecían un final incierto. No tenía más pistas que los cuerpos sin vida de las víctimas. El primer cadáver fue encontrado en la bodega de carga de un avión a pocos días del principio del verano. Presentaba un surco pronunciado en el cuello, lo que indicaba se produjo una constricción del mismo. Se determinó que la causa de la muerte fue la de asfixia por ahorcamiento. Era uno de los azafatos de la compañía, aún era bastante joven. En un principio, se intentaron buscar posibles conexiones cercanas al sujeto, pero fue imposible. No habían pruebas solidas en contra de cualquier sospechoso habitual. Sin tiempo para seguir centrándose en el caso, aún llegaban más malas noticias. Pocos días después, dieron el aviso de lo que parecía ser otro asesinato. Esta vez, tuvieron que desplazarse a una de las bibliotecas públicas. La entrada estaba llena de policías, algunos precintando la zona y sacando a los ocupantes que aún permanecían en el interior, otros intentaban consolar a los que habían visto la impactante escena. Dentro del edificio, justo detrás del mostrador de recepción, yacía el cadáver de la bibliotecaria. Sufrió una fuerte contusión en la cabeza, así que la causa preliminar fue la de muerte por golpe con objeto contundente, previsiblemente un bate de beisbol. La situación empezaba a ser desconcertante, no encontraban una conexión entre las dos muertes. Consideraron la posibilidad de que fueran hechos aislados, pero pasarían varias semanas hasta que el asesino volviera a atacar. En aquella ocasión, encontraron el cuerpo de un carnicero colgado bocabajo, congelado en una de las cámaras frigoríficas de su negocio. Presentaba una profunda laceración en el cuello que en un principio pasaron por alto. Con cada nueva víctima se alejaban cada vez más de la pista de aquel criminal. La hipótesis de un asesino en serie, se hacía con cada paso más inviable. No existía ningún elemento de unión entre los cuerpos. No se seguía un patrón concreto, los días de los crímenes eran alternos, sin relación sistemática. No coincidía ninguna circunstancia en las muertes y sus causas eran todas diferentes. El modus operandi parecía ser inexistente. La única coincidencia parecía ser la carencia absoluta de pruebas, que pudiesen jugar a su favor. Todos estos acontecimientos desembocaron en aquella lluviosa noche. El asesino se aproximaba a su siguiente víctima. Caminaba apresuradamente por los pasillos de un hospital. Estaba expectante y compulsivamente nervioso ante el desarrollo de los hechos. Por fin llegó a su destino y sin dudarlo, entró en la habitación. Cuando comprobó la situación, empezó a reír a carcajadas mientras aplaudía.
- Magnífico, detective. Sabía que no me decepcionaría – balbuceaba sin poder parar de reír.
- Aquí me tiene – sopesó el detective algo tembloroso.
- Un interrogante, antes de que lleguemos al desenlace. ¿Cómo fue capaz de darse cuenta? - preguntó ilusionado.
- Fue más sencillo de lo que parecía en un principio. Es cierto, que no había coincidencias, por lo tanto no había más que darle la vuelta. Había que fijarse en las contradicciones. La clave estaba en el primer asesinato, en el que la causa aparente era real. Los dos asesinatos posteriores pretendían llamar nuestra atención. Presentó una secuencia lógica para que supiéramos que nos enviaba un mensaje. Los asesinatos parecían seguir un orden alfabético. Primero un azafato, luego una bibliotecaria y por último un carnicero. Y de la misma forma se ratificaban en las causas de la muerte. El primero murió por asfixia, la segunda bateada, el tercero congelado. Hasta ahí todo bien, pero eso no nos llevaba a ninguna parte. El paso siguiente podía seguir siendo impredecible. Ahí entran las contradicciones, rompió el orden alfabético de las muertes para dejar un mensaje. La causa de la muerte que se determinó para la bibliotecaria fue envenenamiento, no traumatismo por bate de beisbol, aunque tengo que concluir que fue algo pintoresco. Y el carnicero murió desangrado, no congelado. La serie alfabética, el veneno, la sangre y por último la elección alterna entre víctimas masculinas y femeninas nos trajeron hasta aquí. A la única doctora que trabaja durante el turno de guardia de este hospital. Antes de que me pregunte cómo adivine el día, el momento y el porqué, le responderé también a eso. Es la tercera semana del cuarto mes desde que empezó a asesinar. Un mes tiene cuatro semanas, pero la tercera es la cuarta semana alfabéticamente. Es martes, cuarto día en orden alfabético. Cuatro, la cuarta letra del alfabeto es la d, de doctora, por ejemplo. Y bueno, no sabíamos cuando aparecería, llevamos aquí desde antes de que el sol saliera – explicó el detective satisfecho.
- Estoy gratamente impresionado, sí señor. Ha llegado el momento de ponerle fin a esto – sentenció el criminal.
- No lo entiende, se acabó. ¿Qué más necesita? – afirmaba tembloroso el detective.
- Quien no lo entiende es usted, señor detective. Le necesitaba a usted, mi segunda d, de detective. Era a usted a quien buscaba, no a la estúpida doctora que tiene ahí sentada, que por desgracia será un daño colateral. Evidentemente el caso acabará con usted. Con quien quería acabar desde el principio. Así que dígame, ¿cómo acabamos? Evidentemente, tiene que ser algo que empiece por d, ¿un disparo? ¿No, quizás prefiera morir decapitado, desollado, devastado, derrotado, despedazado, descuartizado…? – mascullaba el asesino.
- Eso rompería su secuencia de género. Las apariencias no son lo que parecen… - dijo el detective cada vez más nervioso por la situación.
- Es obvio, acabo de decir que el caso morirá con usted, detective – concluyó.
- Las apariencias no son lo que parecen – repitió el detective embargado por el pánico.
La doctora, inmóvil hasta aquel momento, se levantó y apretó los electrodos de un pequeño táser a la espalda de aquel monstruo que cayó al suelo aturdido.
- Tenía que haberle escuchado con más atención – susurraba la doctora.
- Menos mal, detective. Creía que era mi fin.
- Su actuación ha sido fantástica, doctor. No tenía que preocuparse, no iba a dejar que ese maldito demente le hiciese ningún daño. Su colaboración no tiene precio, doctor. Le estoy verdaderamente agradecida. Un papel genial. Necesitaba un poco de su medicina, nunca es tarde para que te recuerden que las apariencias engañan – finalizaba la verdadera detective.
La tensión que inundaba la sala segundos antes se desvaneció por completo. Se encargaría de que aquel ser despreciable permaneciera a la sombra de por vida. Era un buen momento para salir a la calle, mojarse un poco y volver a respirar.
PD: Otra historieta, a esperar a ver qué dice la crítica.

6 comentarios:

  1. Una vez más, en el desenlace vuelves a sorprendernos con lo del falso detective y la falsa enfermera.

    Los asesinos en serie respetan unas pautas que les hacen más vulnerables para su captura. Esta vez el CUATRO fue parte importante de su perdición, aunque tarde temprano hubiese caído.

    Por cierto, has visto alguna vez la serie "COLOMBO"? Creo que te gustaría...

    Un saludo.

    ResponderEliminar
  2. kocrann: Antes de nada pido perdón porque no me fije que toda la conversación salió pegada :S

    Pretendía que pareciese que volverían a ganar los malos. Pero esta vez la detective fue más hábil que el asesino.

    En realidad, sólo quería llegar hasta el detective. La pega es que no sabía quién era... imperdonable.

    Mm, la veía de pequeño pero de poco me acuerdo. Le tendré que volver a dar una oportunidad.

    Saludos y gracias por pasarte ;)

    ResponderEliminar
  3. Me gustan las pelis de asesinatos en serie, porque dejan pistas, una tras otra. Creo haber leído, que lo que hace que un enfermo asesino mate en serie, es como el interés de crear una especie de secuencia jerolífica, o algo así, es algo más mental, como un triunfo de burlar a la policía, ¿sabes lo que te digo?, pues me ha gustado, no pensaba que iba a desarrollarse así con falsos personajes.

    Besitos^^

    Besitos.

    ResponderEliminar
  4. Hola Vick.

    Hay varios perfiles distintos de asesinos en serie (eso entre los más comunes). Uno puede ser el que describes, plantear un problema que resolver y sentirte satisfecho por haber planteado uno tan complicado del que no sepan encontrar la solución.

    La verdad es que el doctor lo hizo muy bien y no era fácil.

    Anda, doble ración de besitos.

    Pues besitos ^^ besitos para ti también.

    ResponderEliminar
  5. Pues yo todavía le estoy dando vueltas a esta frase:

    "Un mes tiene cuatro semanas, pero la tercera es la cuarta semana alfabéticamente."

    ¿Ein? La tercera semana de un mes es la tercera semana de un mes, ¿cómo va a ser la cuarta?. Además que ni por la letra porque la "t" es como muy posterior a la "c". ¡No entiendo nada! Y ya lo he leído unas pocas de veces jajaja. Estoy aquí más rallá que un mono jajaja.

    Me has despistado al final. Fíjate que cuando empezaste con lo de las letras y tal, pensé: la "d" de detective. Al principio yo no caí siquiera en la de "doctor" o "doctora" porque cuando lo situaste en el hospital, a mí se me vino la "m" de médico o la "p" de paciente jajajaja. Lo que no se me ocurrió fue lo del intercambio de papeles.

    Te ha quedao intrigante la cosa. Aunque si te digo la verdad, no termino yo de atar cabos. Suponiendo que hubiese descubierto todo eso y le hubiera encontrao la lógica... ¿cómo sabía quién era? Quiero decir que nada en todos esos asesinatos apunta a alguien en concreto, no sé... Serán las horas y que estoy ya espesa.

    En cualquier caso, me ha gustado ^^

    Besitos de yogur líquido de piña y coco xD

    ResponderEliminar
  6. Mm, seguramente no queda suficientemente explicado en el texto, así que yo te lo explico porque su lógica tiene.

    Supongo que piensas, si es la cuarta víctima, ¿por qué no ataca la cuarta semana? Pues porque la cuarta semana de un mes es la primera en orden alfabético, seguiría la siguiente secuencia: cuarta-primera-segunda-tercera semana del mes correspondiente para seguir la secuencia alfabética de semanas. Además en el texto la secuencia de tiempo se sigue fielmente porque aunque no lo dice explícitamente, la primera víctima muere al principio del verano. Según la secuencia debe ser la cuarta semana de junio. La siguiente según el texto muere poco después, la primera semana de julio. La tercera víctima muere semanas después, la segunda semana de agosto y para acabar la última. Al final del verano, la tercera semana de septiembre. Aparte se puede corresponder por los días también y me he dado cuenta que ahí es donde hay una errata, porque el cuarto día por orden alfabético es el "martes" y no el "jueves". Espero haberte aclarado la duda, jajaja.

    No sé si alguien se lo habrá preguntado, pero en el texto pone que en el hospital había sólo una mujer de guardia, una doctora. La pregunta es, ¿dónde está?, jajaja (porque si la detective es una falsa doctora y el falso detective es un médico...). Qué bien hacen sus planes los detectives... Pero bueno, eso hace que siga la secuencia hombre-mujer en los asesinatos, que también está en orden alfabético.

    No sabía quien era. De hecho, no encontraba ninguna pista que le acercara a él, ni directa, ni circunstancial. Hasta que se topó con las secuencias alfabéticas y ahí tendría la oportunidad de dar con él. Ya dice en el texto que llevaba ahí desde la madrugada del mismo día esperando que apareciese. Esperaba que alguien con oscuras intenciones apareciese. Debería poner una toma falsa, en la que entra un paciente y le confunden con el asesino, jajaja.

    Me alegro de que te haya gustado ;)
    Al final ganan los buenos, jajaja.

    Besos de recién levantado.

    ResponderEliminar