lunes, 10 de junio de 2013

Diamante Mate.

Tropocientos % de interés.
La crítica es anecdótica, la protesta, paliativa y la acción es ignorada. Instalados en un clima de corrupción que se generaliza en prácticamente la totalidad de las instituciones. Una corrupción dueña de un sistema que deja fuera al inconformismo, ansiando éste que algún día se vuelvan las tornas. Al menos, después de patear la calle en busca de trabajo o del ejercicio de activismo solidario o reivindicativo, tienes la satisfacción de llegar a casa y poner la tele, encender la radio o navegar entre redes cibernéticas. La satisfacción de sufrir el bombardeo de una incesante publicidad que promocione multitud de artículos mientras no recibes ningún ingreso, ni siquiera en diferido o en forma de simulación. Servicios y comodidades de apariencia cautivadora que te dejan embobado en el mismo momento que entran por la puerta de tu casa y te invitan a abandonarla. Y sintiendo un frío metálico en el espinazo te ofrecen una sudadera de puta madre para calentarte con un diseño único a ultra corto plazo, cosido en un taller de Bangladesh por algún autóctono o autóctona que trabaja a toda prisa rezando para que la estructura que les cubre aguante un día más. Esperando a que nos vuelvan a vender una buena guerra, mientras le volvemos la mirada a Siria. Vislumbrando futuras o presentes promociones en el tráfico de órganos, de estupefacientes o de ambos a la vez. Por favor, póngame cuarto de ilegales, medio de clandestinos y un kilo de sin-papeles. La crítica se puede alargar y profundizar casi interminablemente, la protesta debería tener un efecto puntual al ser palpable el toque de atención y la acción siempre pretende una mejora en un sistema que no le da cabida. Situándote en la crítica continua caerás irremediablemente en una brecha de hipocresía, situándote en la protesta continua acabarás sumido en la resignación venidera de la inefectividad. La acción, desde cada posición, con cada contribución, mayor o menor, en general intrascendente, en particular fundamental, es el único atisbo de esperanza. No se puede esperar que el mundo cambie, ni forzarlo a ello, únicamente somos capaces del auto-convencimiento. La metamorfosis siempre ocurre desde dentro.

Cinco tenedores.
Hierático movimiento en una mesa para dos de un restaurante. Se cruzaban una mirada fija y penetrante con otra vaga e imprecisa. Una sonrisa se desdibujaba en una atronadora carcajada, enfrentada a un rostro severo sin el menor resquicio de mueca. La mano apretando el pico de esa mesa, del otro lado, aplausos descompasados. La sala enmudeció intensificando la escena que centraba la atención. Rodeados de observadores, los vasos seguían llenándose. Los platos permanecían limpios, al contrario que a su alrededor donde daban cuenta de ellos con paciencia mientras presenciaban lo que acontecía. Se levantaba agarrando la mesa en un intento por no dar un paso en falso con el que acabar besando el suelo con fuerza. Erguiéndose a un lado se llevaba las manos a la cara escondiendo el llanto que previamente fuera risa. Esa pose se rodeó de unos brazos dejando una postura estática. El abrazo les fundía ante decenas de ojos curiosos que no podían explicarse la situación. Sólo la música da respuesta cuando todo lo que existe alrededor está sellado por un profundo silencio.

Falta de costumbre.
Mi dolor no es como el tuyo, pero a lo mejor se conocen. Mi dolor está en las olas del mar que rompían en un tragaluz mientras dormía. Está en las voces difuminadas de unas caras lejanas que se pierden en el tiempo que transita en mi memoria. Mi dolor lanza una piedra que impacta en la frente que más desgarra. Lanza una bofetada que acierta en el rostro de mi condena. Mi dolor viaja cientos de kilómetros para reabrir los viejos cortes que me cercenan. Viaja en la sonrisa más dulce que jamás pude haber probado. Mi dolor miente durante años, resguardando el miedo equivocado. Miente ignorando ingenuamente la realidad aplastante.  Mi dolor se queda solo, a la intemperie. Se queda agazapado, preparando la emboscada. Mi dolor muere matando en cada intento. Muere matando, sin miramientos. Pues abre la ventana, sal a la cornisa. Prepara la acrobacia, pero sin prisas. Ojea la bajada, a ver, si te tiras. No está tan alto, pero no insistas. Da un paso en falso, menuda ruina. Los cordones desatados, ya lo sabías. Átatelos corriendo, qué tontería. Ponte un poco de ungüento, para las heridas. Tienes el suelo impreso en toda la crisma. Vuelve a intentarlo en otro momento, deja estos versos para los perros. Recoge tu dolor y acaba este texto que me estás poniendo de los nervios. En realidad, no estás tan mal, ¿o es sólo en sueños? Para qué dar más importancia a unos recuerdos…


PS. Volviendo al formato reducido que es lo que da de sí una libreta. Voy a procurar publicar más seguido, ya sea por mi salud ortográfica. No se me vaya a olvidar esto de escribir...

6 comentarios:

  1. Ese dolor de voces de caras lejanas, de un tiempo que vivimos, y esas bonitas voces se acerca susurrantes a nuestra memoria. El dolor de la piedra que nos desgarra en lo más profundo. El viaje de kilómetros para acercarnos los cortes que no podemos olvidar. Miente pensando o que no es tan real, o que ya no nos duele, cuando es mentira, es real y duele. Sí, tu dolor se asemeja al mío.

    Precioso texto Jose, con un toque de humor al final, besitos precioso.

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    1. Es un texto que es fácil llevarlo al terreno de cada uno, aunque así se desvirtúa un poco la línea literal que tiene. Es lógico sentirse identificado con según que cosas.

      Humor negro al final, no te creas que comparto la comedia :P

      Besos ;)

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  2. Yo creo que la música permite deshinibirte de cualquier situación que enfría una situación, la mirada fija ante tu dolor, con la mano en tu cara intentando ocultar no sabiendo muy bien risa o llanto, ante la friaddad de la situación que no consigues muy bien salir de ella, y llega la melodía y bailas te mueves, rompes el silencio y consigues la libertad. Te da igual tu alrededor, miradas, aplausos, eres tú y no hay nada más.

    Un besito, me gusta ese vídeo.

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    1. La música es completamente evasión. Excepto en recintos cerrados en los que la gente se amontona para romperse los tímpanos con los decibelios, intentando pillar cacho, eso es esclavitud.

      Pero vamos, que respeto la forma de vivir la música de cada uno.

      Besos ;)

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  3. Hola José, solo he pasado a saludarte.

    un beso

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