lunes, 15 de junio de 2015

Costa Clarividente.

Música y letra.
La música distorsiona el tiempo acelerándolo o ralentizándolo. No obstante, en ciertas ocasiones es el tiempo quien consigue distorsionar la duración de una pieza musical. Esa duración es algo medido, conocido, que podemos observar y comprobar. Pero cuando nos abstraemos, una canción puede durar para siempre o acabarse fugazmente casi cuando había comenzado. Esta puede ser una propiedad única y que se dé exclusivamente en dicha interacción con connotaciones simbiontes. Y es que algo ocurre con nuestra percepción bajo el embrujo de un sonido melódico que altera por completo nuestra dimensión temporal. Y aunque no te des cuenta, necesitas la música para escribir. Encuentras en esa armonía la inspiración de tus historias, tus reflexiones, tus preguntas y el sinsentido que con soberbia quieres poder explicar. Al final, quedan unas pocas frases que perdieron su música.

Me atas, con eme.
¿Me ves?
Ya no me ves.
¿Me ves?
No me ves.
Encaja la puerta,
no la cierres.
Con un poco de suerte
seguirá abierta.
¿Me miras?
No era a mí.
¿Me hablas?
No era a mí.
Conoces mi nombre,
me llamas por él.
Lo olvidas de golpe
y lo escribes en papel.
¿Me recuerdas?
Memoria hostil.
¿Me olvidas?
Mente gentil.
Compruebas la hora
y se ha hecho tarde.
No queda nadie
y la calle está sola.
¿Me crees?
Ya no me crees.
¿Me requieres?
No, ya no me, nunca.
Una fina línea
del delirio te separa.
Y aún no te libras
de preguntas muy raras.
¿Me importas?
Ya no importa.
Me apetece,
decir que me...

Línea 806.
- Necesito ayuda.
- Ha llamado al sitio correcto. Nuestro quiromante echará sus cartas sobre la bola de cristal para adivinar su futuro. Aunque debido a la esfericidad de la misma, esto sea algo estúpido porque al final las cartas se resbalan y acaban desparramadas por la mesa…
- Póngame con él y tómese algo, por favor. Que hay gente con problemas de verdad.
- Al habla el adivinador, ¿en qué puedo ayudarle?
- Necesito ayuda.
- Para eso estamos. Hágame su petición.
- ¿Estamos? ¿Cuántos son ahí? En cuanto a las peticiones, ¿eso es que puedo pedir deseos?
- Ehm, parece que es el típico personaje con severos problemas de comunicación. Cuénteme que le ocurre.
- Tengo un problema.
- Ya lo sabía.
- Claro, es usted quiropráctico de esos.
- No, sé que tiene problemas porque ha llamado. De lo contrario, dudo que se le hubiera ocurrido.
- Digo, ni yo me creo mi nivel de desesperación.
- Bien, display, por favor.
- No sé morirme.
- Me pregunta usted por salud, espere que le eche las cartas, un momento.
- No, no me ha entendido. Le digo que no sé morirme. Qué hacer, cómo actuar. Probablemente, no estaría a la altura.
- Ha salido la carta del loco…
- Tampoco sería buen acompañante. No entendería la necesidad de mi compañía por la falta de tiempo.
- Y aparece ahora el colgado…
- Preferiría no acudir a mi funeral, no me gustan las ceremonias protocolarias.
- Sota de copas, se me han mezclado las barajas.
- Me defraudaría llegar a un estado aquiescente cuando la indiferencia fuese total.
- Un comodín, no te lo pierdas.
- Lo peor sería no cumplir con las expectativas, eso no me lo perdonaría. Se supone que uno debe saber afrontar esa situación.
- Para dejarlo claro, es evidente que estamos a otro nivel. No alcanzo sus pretensiones.
- Definitivamente, no estoy preparado. Perderme para siempre de mi mismo. No es por narcisismo. Total, lo mismo da si te empiezas a acostumbrar o hace tiempo que te aburre. Es irónico como todo lo que nos envuelve es tremendamente transcendente durante tu tiempo y tan efímero después de él.
- La última carta, la muerte.
- ¿Eso qué quiere decir?
- Siguiente llamada, por favor.




P.S. Cuando me da por leer textos de tiempo atrás me da la sensación de que esto es de cara a la galería. Que lo que tenía ya lo he dado. Que lo de ahora es postureo. No suelo leer lo antiguo por lo mismo. Seguramente no será algo tan exagerado. Pero siento que he perdido frescura y que no va a volver. Podría entrar más en detalle, pero me da pereza.

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