lunes, 3 de octubre de 2011

Descanso Escaso.

Dilema del prisionero II.
Durante aquella inquietante conversación que no parecía llegar a ninguna parte, ocurrió algo impredecible. La puerta de la sala se abrió y un nuevo personaje entró en ella. Entró raudo y pálido. Estaba fatigado, visiblemente nervioso y además hiperventilaba. El sudor le recorría cara y cuerpo. No era consciente de que las celdas de la habitación estaban ocupadas y antes de que pudiera serlo, los presos se hicieron notar.
- Interesante… - dijo nuestro extraño amigo.
- Esto lo cambia todo – suspiraba el protagonista.
- ¿Qué? – articuló aquel pobre hombre como pudo.
- Eso mismo me pregunto yo, ¿qué demonios haces aquí? – preguntó con esa manera estrafalaria que tenía al hablar.
- No tengo la menor idea, sé lo mismo que vosotros – contestó el hombre asustado.
- Error, amigo. Lo mismo, no. Hay una diferencia fundamental, tú estás libre y nosotros, no – reprendía contundentemente.
- Nuestra situación es la que es por tu culpa. Déjame que te lo recuerde – respondía el protagonista con soltura.
- Esa no es la cuestión ahora. Desembucha, mi bamboleante amigo – evadía astutamente el raro personaje.
- Ehm, bueno… - balbuceaba.
- No tenemos todo el día. Habla ya, maldito patoso – dijo molesto por la actitud de aquel hombre.
- Le robé mi llave a un ciego. Mi compañero de celda era ciego y le mentí. Estábamos hablando sobre nuestra situación y encontró su llave. La palpó pero no sabía que era, le dije que la penumbra no me dejaba ayudarle y le pedí que me la lanzara. Evidentemente era mentira, sabía que era mi llave y cuando la atrapé salí corriendo de aquella sala. Eso es todo, seguidamente he aparecido aquí. Engañé a mi compañero ciego… - dijo el hombre sintiéndose culpable.
- ¿Qué número tiene la habitación de tu compañero? – preguntó nuestro protagonista.
- Mi celda era la nº4 y mi compañero la nº3, evidentemente él tenía mi llave – susurró preocupado.
- Justo la llave que tengo, qué casualidad – respondió aliviado el protagonista al empezar a ver al fin la luz en el camino.
- Dámela, por favor – le pidió aquel hombre ilusionado.
- Parad el carro, antes de nada. ¿Cuál es tu llave? – insistía el tipo extravagante.
- Tengo la llave nº5, por lo que veo no es de aquí – explicó confuso.
- Maldita sea, ¿dónde diablos está la llave de mi celda? – farfullaba aquel atípico personaje.
- Veo que volvemos a estar en punto muerto. Mi compañero tiene mi llave, tú tienes la llave de un desconocido y yo tengo la llave que quieres – explicaba el protagonista.
- Si de verdad quieres la libertad de tu amigo, tendrás que buscar la mía. La cadena es sencilla, buscas en la nueva habitación al destinatario de tu llave y que él abra la celda de su compañero. Seguramente él tenga mi llave, de esa manera, yo liberaría a mi compañero y tú obtendrías la libertad de tu querido compañero – arengaba sibilinamente el extraño preso.
- Estoy conforme – sentenció el protagonista.
- Veré que se puede hacer – concluía aquel hombre, visiblemente más tranquilo.
Los presos permanecían expectantes, mientras el hombre se internaba en la nueva habitación. A saber qué nuevos problemas se presentarían…

Lágrimas de cristal.
Las lágrimas de caramelo se forman en la máxima expresión de un sentimiento, eso es algo que ya sabemos. Ahora toca adentrarse en otra versión de la solidificación de las lágrimas. Suele ocurrir cuando una situación triste se instala entre nuestros sentimientos. La tristeza, por naturaleza, puede ser un sentimiento estático, al contrario que la alegría o la felicidad que, generalmente, son algo efímero. Las lágrimas condensan, tomando forma de cristal. Las lágrimas de cristal son nuestras mayores penas, nuestros tormentos más dolorosos. Son situaciones que arrastramos con nosotros y nos van rasgando poco a poco por dentro. Son lágrimas peligrosas, no tienen la potencia de las lágrimas de caramelo, pero la principal característica que puede hacerlas letales, es su duración. En la mayoría de ocasiones, son lágrimas indestructibles. Viven con su poseedor y van creciendo en su interior. Puede ser que su crecimiento se vea interrumpido por olvido de su dueño, en determinadas ocasiones pueden también encoger. Pero si no son destruidas, siguen ahí. Latentes. Nunca desaparecerán, a menos que aquello que las creó, consiga solucionarse. Una vez que eso sucede, de la misma forma que se fraguo la lágrima de cristal, vuelve a transformarse en líquido y desaparece. Deja una sensación de alivio, pero también preocupación y cierto estado de alerta. Al morir, las lágrimas de cristal que no fueron disueltas, quedan cristalizadas para toda la eternidad. Cuidado al llorar lágrimas de cristal.

Lastimera reflexión.
Es curiosa la manera en la que las mayores discusiones surgen de las mayores tonterías. Generalmente, sucesos aislados, situaciones intranscendentales acaecen en determinados momentos en los que el estado emocional no acompaña y nos hacen explotar. La estupidez es una característica inherente a nosotros mismos y acabamos diciendo cosas que no queríamos. La cuestión es compleja, intentemos darle un giro a la vista. Las palabras duelen, pero al parecer se han convertido en lo más importante. Algo que digamos puede ser nuestra perdición. Personalmente, según qué cosa puede parecer lógico aunque tampoco soy partidario del tremendismo. Lo que me choca es la anteposición de la palabra a los hechos. Hay personas para que las palabras son más determinantes que los hechos, o eso hacen intuir. Una conducta no es capaz de contribuir de manera positiva a un mal momento en el que se dijo algo indebido. Es extraño, ya que el comportamiento es algo que permanece y las palabras, como diría aquel, se las lleva el viento. ¿Por qué no dejamos que, verdaderamente, el viento arrastre consigo esas palabras desafortunadas y prestemos más atención al comportamiento? Hay ocasiones en las que las palabras son agradables pero la actuación es oscura. Detrás encuentras pretextos e intereses escondidos. Al menos unas malas palabras van de frente, pero los malos actos pretenden atacarnos con la guardia baja. Seré un iluso por pensar que es mejor ir siempre de cara aún estampándote contra un muro. Será que los listos son los que se aprovechan de cualquier ventaja a su alcance. Será eso…




PD: Uff, ¡qué plomazo!

11 comentarios:

  1. Me ha gustado la reacción en cadena, la confusión, la manera de pensar, y bueno, el pobre ciego, qué decir acerca del engaño, no lo esperaba.

    Ahora me he quedado mejor, la verdad, esperaba algo así, y no nos has defraudado, muy ingenioso, y suspicaz la trama, las vueltas que has ingeniado, muy bien.

    No entiendo eso que de que la tristeza sea estática y la alegría y felicidad algo efímero. No sé el porqué.

    Los hechos quedan y las palabras se las lleva el viento, pues eso puede ser en algunos casos, pero a veces según que palabras se pegan en tu memoria toda la vida y pueden marcar, creo yo. Y es verdad, las palabras pues sabes la intención, con los hechos si son engañosos, o confusos siempre te queda la duda.

    Ains los dos segundos, son tan profundos que creo que tengo que reflexionar sobre ellos.

    Muchos besos, muy bien pensado:)

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  2. Bueno, te prometí que continuaría, jajaja. Sin que sirva de precedente, más que nada porque soy un desastre a la hora de escribir, tengo pensado el desenlace del relato. Más o menos, sé cómo seguir y acabarlo. Quedarán uno o un par de trozos más. Así que habrá que esperar un poco más.

    Ya que me lo pediste, pues qué menos que intentar hacer algo decente, ¿no? Me alegro de que te haya gustado. He intentado esforzarme, jajaja.

    No tiene que ser algo genérico pero pienso que las alegrías se viven en una nube. Estás flotando y de alguna manera lo vives de lejos. Quiero decir que no tienen un gran impacto, vuelvo a repetir, seguramente hay casos en los que no es así. Las penas en cambio las llevas marcadas de por vida. Aunque hayas conseguido superarlas, el daño se queda marcado interiormente. Todo esto de las lágrimas no dejan de ser reflexiones personales, así que es posible que no sea extrapolable para cualquiera.

    No es algo rígido, quiero decir que, con certeza, alguien será capaz de convencernos con sus palabras porque suenan creíbles. Lo malo es que de esa forma te engañan una vez, porque a la que te des cuenta, se acabó lo que se daba. Pero lo que pienso de verdad, es que se pueden decir las palabras más duras del mundo y se pueden perdonar. Vick, casi siempre que se pronuncian palabras así, no se sienten. Es un momento caliente en el que no se piensa con claridad. Pienso que por un error así, no puede irse todo a perder, todos nos equivocamos. Y si de verdad no lo sentías, cuando te das cuenta de lo que dijiste, te duele más a ti mism@ que a quien se lo dijiste. Eso sólo si de verdad apreciamos a esa persona, claro.

    Ya te he dejado mi granito de arena. Ahora si quieres puedes seguir reflexionando, jajaja. Me gusta que lo hagas.

    Besitos para ti ;)

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  3. Creo que es efímero porque a veces es cierto que es así, como una buena sorpresa, pero a veces es que no las valoramos, porque te quejas de todo lo malo que te pasa, pero no te das cuenta en pesar, en por ejemplo: llevo cinco años viviendo una situación buena, con amigos que siguen ahí todo este tiempo, con familia que me apoya a diario, con compañeros, trabajo, en fin, creo que somos un poco así, sólo pensamos en lo que nos pasa malo, pero no es así.

    Ya..comprendo que no se siente así, pero cuando te dicen algo muy duro, pues aunque perdones, creo que eso ya queda, a mí me queda, ojalá no fuera así, pero no lo puedo evitar, soy sensible, y cuando pierdo la confianza por algo, aunque yo con esa persona pueda tener un trato, y no quiera ningún mal, pero no sé.. quiero decir que yo, no puedo abrirme con esa persona cien por cien, a partir de ahí tendría mis reservas.


    Besitos, ;) gracias.

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  4. Es lo que te decía, por alguna razón, lo negativo tiene mayor impacto. No quiero decir que sea mejor o peor, o que tenga que ser así o de otra forma. Lo que digo es lo que suele ocurrir. Y lo que hay que hacer, es justo lo que dices. No pararnos tanto tiempo en lo que no tenemos y centrarnos en lo que sí.

    Claro que algo queda, siempre queda un resquicio. Lo que quiero decir es que se pueden decir palabras duras en un momento dado y después darnos cuenta de que nos hemos equivocado, entonces no queda otro remedio que rectificar. No soy partidario de que me tengan que demostrar cosas, sino de demostrarlas yo mismo. Quiero decir que rectificar sería demostrarle a esa persona que de verdad no sentías lo que dijiste. Ciertamente, la persona "no necesita que le demuestres nada" (hay gente que lo necesita, pero bueno, poniendo mi caso personal, sería que no) pero eso es algo que sale de ti. Si sabes que te equivocaste y eres consecuente, tienes que rectificar. No con ánimo de quedar bien, sino con el ánimo de mantener un compromiso con esa persona (ya sea amistad o algo más). Para mí los compromisos son algo importante, así que hay que ser serio al respecto.

    Hala, besitos ;)

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  5. Bueno, en el caso que la persona rectificara, y yo viera que ha sido sólo un mal momento pero en el fondo esa persona lo siente, y me lo dice, pues entonces olvido al minuto, quiero decir, que yo si lo necesito, soy muy sensible, y sería un remedio para mi, el poder decir que no ha pasado nada, que ha sido tan sólo un enfado, entonces sí, porque ya te digo yo siento todo mucho, y me duelen las cosas, y bueno me cuesta olvidar un daño, besitos :)

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  6. Yo antes era peor en ese sentido, casi todo lo malo que me decían me hacía sentir mal. Pero con el tiempo he ido aprendiendo a que me importe sólo lo que me dice la gente que considero importante, valga la redundancia. Y en ese sentido, soy como tú, me hace mucho daño lo que puedan decirme esas personas. Aún así, también se va aprendiendo que los demás se equivocan y que te lo hacen saber, rectifican y se debe pasar página. Comprendo lo que dices, porque también necesito que me lo digan, supongo que todos lo necesitamos ;)

    Besos ^^

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  7. Lo imagino, muchos besos :), y por eso yo intento no dañar, aunque todos somos personas, y a veces no tenemos intención pero nos equivocamos, :)por eso si alguna vez te fallo en algo dímelo, ¿vale?:)

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  8. Pienso que teniendo un poco de cabeza, lo normal es intentar no hacerle daño a nadie. Pero es lo que dices, a veces o no nos damos cuenta o nos equivocamos directamente.

    La verdad es que cuando alguien me falla, mi comportamiento con esa persona suele cambiar. Me pasa con gente cercana, que aprecio. Si confío en la persona, que me cuesta horrores, pues es posible que se lo diga sin más. No sé, no se me dan muy bien esas cosas. Ya digo que yo hablo mucho de lo que pienso, pero poco de lo que hago...

    Besitos ;)

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  9. Me pasa igual, no soy muy lanzada en estas cosas, en fin..así me va jaja

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  10. El primer escrito muestra lo importante de un intercambio para lograr un fin. En el fondo es compañerismo, pero interesado. De todas formas, yo creo que si todo sale bien nadie se arrepentirá de haber ayudado al prójimo, todo lo contrario. Pero si sale mal...

    En el segundo relato creo que las lágrimas de cristal son las más dañinas. A veces para darte un toque hace falta caer en lo más hondo, si no uno no tiene la motivación suficiente para reaccionar, o simplemente al poder soportarlo, no lo intenta eliminar con todas sus fuerzas.

    Respecto al 3er relato, yo siempre he creído que las palabras contienen, para bien o para mal, mucho poder. Uno es esclavo de lo que dice y por eso siempre hay que intentar pensar antes de hablar. A veces resulta difícil...

    Un saludo Jose.

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  11. kocrann: A mí no me gusta el interés. Hazlo o no lo hagas, pero no andes mirando si te conviene o no.

    Estoy instalado en una especie de metáfora lacrimógena y la verdad es que se le puede sacar partido para intentar explicar algunas cosas. Seguramente sean las más dañinas, siempre juegan en tu contra a no ser que tengas la convicción para acabar con ellas, que es difícil de obtener.

    Puede ser, pero yo me ido dando cuenta de que hay personas que muchas veces no se dan cuenta de lo que dicen. A mí hay veces que me pasa. Y son cosas que en realidad no querías decir, pero las dices. Es inevitable, el ser humano se equivoca y no por eso vas a estigmatizar o quedarte estigmatizado para siempre. Creo que lo que no miente son los actos. El corazón no miente, la boca al hablar, sí. Dicen que por la boca muere el pez, puede ser, pero por el corazón se muere antes.

    Saludos, te agradezco tu visita y el comentario.

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