domingo, 26 de febrero de 2012

Silogismo Prosaico.

El bosque no deja distinguir los árboles.
Históricamente se nos enseña a combatir por las ideas. Ponernos del lado de lo que consideramos el bien y luchar por ello con uñas y dientes. Como si nada más existiera, como si no hubiera mañana. Lamentablemente para todos los que seguimos esta doctrina, no es así. Luchar por tu verdad, no crea más que violencia. Cada persona tiene un punto de vista más o menos voluble, pero firme en según qué cuestiones. Intentar cambiar eso, es una insensatez. Hay que generar un ambiente sano para las ideas, para que puedan ser expresadas sin prejuicios, para que nadie tenga derecho a juzgar por como pienses. Hay que crear un ambiente de respeto y tolerancia. En el que la realidad se decida por mayoría, como no puede ser de otra forma. Pero en la que esa mayoría no esté controlada por el miedo o por la ignorancia. Una mayoría que tenga herramientas suficientes para crear su propia opinión. Ydejar de imponer, dejar de prohibir, dejar de atar las alas de quienes quieran volar libres. ¿Por qué se criminalizan algunas ideas? Ideas que no son violentas, ideas que pretenden un avance social y de pensamiento. ¿Por qué nos hacen creer en algunas ideas como malas? La razón está clara, por avaricia, egoísmo y deseo de poder. Deseo de seguir explotando al débil, a quien tiene menos recursos. Aprovechándose de su miedo, miedo que ellos controlan a su antojo. Y a partir de la ignorancia, tienen la certeza de poder controlar a esas personas. Hay que repartir cultura para poder abrir los ojos, para poder pensar por uno mismo y no por lo que te dicen. ¿Por qué cuando una persona se da cuenta de las maldades de unos pocos, tiene que tener miedo a que le barran?¿Por qué se acalla a la verdad? ¿Por qué se la mata? Por el interés de unos pocos, de los que tienen el poder. ¿Por qué estas palabras en cualquier medio relevante, serían tachadas de ingenuas, de locas, o de rojas? ¿Qué hay de malo en expresar una idea? Pues el miedo de que sea verdad y que la gente acabe creyendo en ello. Mientras tanto, estas palabras no valen de nada y tampoco pretenden hacerlo.

¿Venden amor en los aeropuertos?
Brian Dudley era un gran escritor de novelas románticas. Eran tan grande su conocimiento sobre el amor que despertaba en aquellos que le leían una gran explosión de ese sentimiento. Su conocimiento no era científico, se basaba en la experiencia de haber convivido con el amor desde que tenía uso de razón. No podía demostrar nada de lo que decía, pero sus palabras guardaban una verdad profunda para sus lectores.
Hacía varias semanas que Brian había culminado su última novela. Estaba esperando por un vuelo en el aeropuerto, le tocaba hacer promoción de la novela. Detestaba tener que hacerlo pero parecía que la concepción de aquel momento lo exigía. Así pues, esperaba paciente, sentado en uno de aquellos incómodos asientos del aeropuerto, mirando al techo y pensando en cada una de las pamplinas que se le pasaban por la cabeza.
De pronto, una muchacha le reconoció y se acercó a él corriendo. Para cuando se pudo dar cuenta, la chica ya estaba al lado, hablando.
- Ho… Hola – acertó a decir la muchacha.
- Buenos días – dijo Brian mientras sonreía.
- ¿Usted es…?
- Un pasajero más de este gran aeropuerto – cortando así la pregunta de la muchacha, intentado bromear sin que pudiera parecer maleducado.
- Pero, usted es Brian Dudley, ¿verdad? – acabó la chica, decidida dentro de la timidez del momento.
- Sí, también soy Brian Dudley, encantado – soslayó condescendiente.
- Tengo que decirle algo – concurrió avergonzada.
- Te escucho y por favor, tutéame – continuaba Brian, con suavidad.
- Te quiero, Brian Dudley – sentenció la joven.
- ¿Cómo? – exclamó sorprendido el escritor.
- He leído todas sus obras y sé que le quiero – explicaba la muchacha – es imposible que no me enamore de alguien así.
- No puedo aceptarlo – espetó el autor sin reparos.
- ¿Por qué? – preguntó la muchacha desesperada.
- Primero, porque no estás enamorada de mí, sino de lo que escribo. Y luego, porque no sería justo que aceptara. Imagínate que lo hiciese y llegara a enamorarme de ti. Si me enamorase de ti, ya no tendría remedio. Llegaría un día en el que te darías cuenta que no soy las cosas que escribo y acabaría abandonado. Y llegado ese momento, yo estaría destrozado. ¿Tienes algún interés en acabar conmigo?- Ehm, no… - susurraba la chica, apenada.
- No te preocupes. El mundo es grande, encontrarás a alguien a quien querer y que te quiera a ti – concluía el escritor.
- ¿Podría, al menos, firmarme el ejemplar de su último libro? – pedía la muchacha, confundida.
- Con mucho gusto. ¿Tu nombre es…?
- Verónica…
Mucho antes de aquella conversación, Brian, había decidido dejar de escribir novelas de amor. Por esa misma razón, decidió compartir con aquella chica su última frase. Un nuevo capítulo se abría en la escritura de aquel hombre. Pero aquella muchacha siempre recordaría aquella frase.
Si tuviera que buscar alguna razón para quererte, no te estaría queriendo.

Tu Piedra Filosofal.
¿Saben la historia de la Piedra Filosofal? En los albores de la química, época de los llamados alquimistas, se intentabadar con ella. Los alquimistas eran personajes extraños, huraños y medio locos que vagaban por el mundo en busca de la Piedra Filosofal. La alquimia pretendía la transmutación de la materia, poder transformar sustancias en otras, a través del cambio de su estructura elemental. Esto era algo posible a través de reacciones entre diversos elementos en la proporción adecuada. Pero la Piedra Filosofal era algo mucho más poderoso. Capaz de transformar cualquier tipo de metal oro. Convertir algo sin valor en lo más valioso. Valiéndose para eso de la codicia humana. Ésa es la leyenda y desde entonces, nada ha cambiado. Todos buscamos la Piedra Filosofal pero no como algo capaz de transformar metal en oro. Sino para transformar las cosas, aparentemente, sin valor en algo valioso para nosotros. Cada uno busca la razón de su felicidad, y su infelicidad se basa en la falta o el defecto de esa misma cosa. La Piedra Filosofal nos proporcionaría abundancia de eso que tanto nos importa, de eso que consideramos tan valioso. La Piedra Filosofal existe y está más cerca de lo que parece. Cada uno llevamos una Piedra Filosofal dentro, somos poseedores de nuestra propia felicidad o infelicidad. Darse cuenta de esto no es sencillo, de hecho, saberlo, no arregla nada. El truco reside en hacer uso de nuestra Piedra Filosofal. La infelicidad jamás podrá proporcionar felicidad. Hay que procurar ser feliz concosas pequeñas, para que así nuestra Piedra Filosofal surta efecto. No busquemos más…



PD: A ver si me centro un poco...

2 comentarios:

  1. El primer texto me ha gustado, porque hay que ser muy valiente, para expresarte con libertad, porque no en todos los ambientes puedes hacerlo sin ser juzgado, eso de la libertad es en parte algo un poco utópico, porque lo que sencillamente comentamos con amigos y no pasa nada, tan sólo una pequeña discursión o discrepancia, en otros ambientes como en un trabajo o así, puede costarte más caro, pero siempre hay que estar seguro de tus ideas, y pienso que con diplomacia y convicción se puede decir lo que sea.

    El segundo me ha gustado, porque a veces nos enamoramos de un ídolo: un escritor, actor, etc.. por lo que vemos en el cine o en sus novelas, y no de la persona en sí, es como algo que imaginamos ideal para nosotros y no algo ficticio.

    Muy bonitos.

    Mañana leo el tercero ;)

    Besitos y enhorabuena

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    1. Es una pena que no puedas expresar cualquier opinión o idea en cualquier ámbito sin que pueda haber represalias. En fin, es el mundo que tenemos. Pero de verdad creo que no hay nada de malo en hacerlo, siempre que sea dentro del respeto. Justamente cuando no se deja a alguien expresarse con libertad, se le está negando ese respeto que merece cualquiera. Es complicado, no todo el mundo lo entiende o lo comparte. Y aquellos que ocupan puestos de responsabilidad creen que es una amenaza la existencia de puntos de vista distintos, a algunos les gusta llamarlos contrarios, al suyo. Nos empeñamos en complicar la vida más de lo que pueda ser...

      La admiración puede provocar un falso sentimiento de amor, como le pasa a la muchacha del texto. Se crea una especie de confusión, al no tener claras las percepciones. La clave reside en saber controlar las emociones y para eso debes conocer cada una de ellas. Me parece algo importante. De eso depende el éxito o el fracaso, además de tener una pizca de suerte. Me ha gustado escribirlo, no por el mensaje, sino por la situación, me hace gracia.

      Ostras, pues el de la Piedra Filosofal también me gusta. Últimamente me está gustando lo que escribo, así que tengo que aprovechar, para cuando lleguen las vacas flacas.

      Gracias por compartir tu opinión conmigo ;)

      Besitos ^^

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