lunes, 25 de octubre de 2010

Un día en secretaría.

Ocho y media de la mañana, legañas que cubren los párpados y se esconden entre las pestañas. Medio somnoliento acierta a coger un número para entrar en secretaría. Tenía que presentar unos documentos por culpa de un error administrativo. Ni él supo descifrar lo que quería decir aquella carta, pero allí estaba. El tiempo pasaba mientras los números del panel electrónico permanecían inmutables. Llegaba gente sin descanso, ordenadamente y sin prisa, pero aún así el espacio se reducía. De repente, el número cambio, pero no al siguiente como parecía lógico, sino a otro totalmente aleatorio. La gente empezó a aplaudir entusiasmada, no sabía si por el cambio de número o a la persona afortunada. Cuando la persona entró en el habitáculo contiguo, recobraron la compostura. Al cabo de un rato el panel volvió a cambiar, aunque esta vez en lugar de aparecer un número lo hizo una letra. La gente se puso a hacer la ola mientras su confusión e incredulidad crecían a pasos agigantados. Después se sucedieron todo tipo de signos, caracteres, emblemas y escudos. La sala de espera se convirtió en un circo improvisado. Se agolpaban en ella, trapecistas, escupe-fuegos, funambulistas, escapistas, domadores, traga-sables, malabaristas, tiradores, payasos que se pegaban con mimos y una señora con barba que iba a hacer tiempo en el baño durante su afeitado. Sumergido en ese ambiente circense, llegó su turno. Empezó a prenderse y explotar todo tipo de material pirotécnico, dejando un impresionante espectáculo de fuegos artificiales a su entrada. Cruzó la puerta, entrando en la nueva habitación. Había cable telefónico enrollado por todas partes. Los papeles volaban de una impresora a otra, creando cortinas intermitentes alrededor de las mesas. Se acercó a un pequeño mostrador tras el que se escondía una pequeña secretaria. Estaba dormida, así que golpeó el cristal delicadamente para despertarla. La secretaria se levantó como un resorte.
- ¡Lene, qué susto!- gritó frenética.
- Tampoco soy tan feo.- respondió irónico.
- Muy gracioso, no le esperábamos tan pronto.- dijo seriamente.
- ¿Cómo?
- Ya sabíamos que tenía que venir, pero esa es una larga historia.
- Bueno, aquí tiene mi número.- contestó.
- ¿Número? ¿Usted no sabe que no puede coger número sin una solicitud formal de entrada? ¿Dónde está su solicitud?- dijo malhumorada.
- ¿Solicitud de qué?- replicó sorprendido.
- ¿Pero en qué mundo vive usted?- gritó a voces.
- Me parece que en uno totalmente distinto al suyo.- seguía con su ironía.
- No hace falta que lo jure. Ya que está aquí, le atenderemos. Pero que no se repita.
- Bueno, necesito resolver un error administrativo.- explicó resignado.
- ¿Porta los documentos necesarios?- le preguntó.
- Afirmativo.- entendió que podía ser útil tratarlos como a androides.
- Bien, vaya a la mesa trece, por favor, le esperan allí. Hasta pronto.
- Hasta nunca.- contestó entre dientes.
Se desplazó a la entrada donde se encontraban las mesas. Localizó la mesa trece y se dirigió a ésta. Se sentó en la silla, la persona que tenía en frente lo miró con mala cara.
- ¿Qué hace? Estoy esperando a alguien.- escupió furioso.
- Claro, a mí. Usted tiene que ayudarme con mi problema administrativo.
- ¿Problema administrativo?
- Claro, usted es miembro del personal de secretaría, ¿no?
- ¿Personal de secretaría?
- Sí, joder. Y deje de repetir todo lo que digo.- gritó enojado.
- Usted está en un error, vaya a la mesa que está justo a su espalda. Allí podrán ayudarle con su problema.
Se levantó y dando media vuelta llegó a la nueva mesa. Sentado frente al ordenador había un hombre hiperactivo, con multitud de tics nerviosos y el más insoportable era que no podía dejar de castañear los dientes.
- Hola, amigo. Rellene este formulario.- dijo deprisa.
- Vale.
- ¿Aún no ha terminado?- replicó al instante.
- Ni he empezado.
- No importa, tampoco era tan importante.- arrancó el papel de sus manos y lo tiró a una incineradora.- Tome esta encuesta, no deje ninguna pregunta en blanco.
- Son cincuenta páginas, ¿es realmente necesario?
- No, pero puedo darle dos impresos de inscripción a la revista “amigos de la ofimática”.- castañeteaba entusiasmado.
- Creo que paso.- se levantó dejando al hombre con la palabra, que seguía hablando mientras él se alejaba.
Miró por todos lados, para encontrar a alguien medio normal. En su dirección había una mesa que ocupaba una mujer muy atractiva. Llevaba el pelo recogido y usaba gafas. Tenía puesta una camiseta muy ajustada y no abusaba de maquillaje.
- Hola.- le saludó con una sonrisa.
- Heia.- no acertaba a articular palabras.
- ¿Cómo te llamas?
- Como tú quieras.- acertó a decir anonadado.
- ¿Qué edad tienes?
- Veinticinco.
- ¿Signo del zodiaco?
- Piscis.- contestó aunque no entendió el porqué de esa pregunta, pero tampoco le importó demasiado.
- ¿Cuántas relaciones sentimentales has tenido?
- ¿Qué?- soltó desprevenido.
- ¿E íntimas este último mes?
- Me está empezando a molestar este interrogatorio.
- Sé que es brusco pero el tiempo tampoco da para mucho.
- Creo que hay algo que no entiendo.
Justo al acabar la frase sonó una campanilla.
- ¿Ves? Lo siento, mucho. Pero no te preocupes. Me has parecido un chico muy simpático, aquí tienes mi número para llamarme en otro momento.
Desconcertado, se levantó y se fue. Aunque esta vez parecía no haber tenido mala suerte. Se acercó a otra mesa. Quien estaba allí le miraba fijamente.
- Buenos días.
- BEEEE.
- Joder, como putas cabras.
Se volvió a levantar una vez más. Y de nuevo a probar suerte.
- ¿Qué hay?
- ¿Viene a por un cambio de sexo?
- Ni de coña.
- Usted se lo pierde.
- Vaya que sí.
La broma estaba empezando a cansarle. Llegó a un mostrador algo familiar.
- Perdón.
- ¿Otra vez usted?
- Mierda, ¿cómo he podido perderme aquí dentro?
- Mesa trece, mentecato. Mesa trece. Le están esperando.
Volvió a mirar como al principio y se dirigió a la mesa trece. En ella estaba sentada una mujer trajeada e impecable. Se saludaron y le preguntó a qué se debía su presencia allí. Él le explicó lo del error administrativo. Un par de minutos y algún que otro impreso rellenado más tarde, acabaron con el problema. Agradeció la atención que le había prestado y se despidió con un apretón de manos. Se levantó contento, después de todo lo que le ocurrió anteriormente. Habiendo finalizado su tarea, se dispuso a salir. Al acercarse a la puerta una voz femenina sonó a su lado asustándole.
- Perdone.
- Otra vez.
- ¿Cómo?
- Ya he terminado lo que vine a hacer, no me moleste de nuevo.
- No sé de qué habla.
- Usted es la secretaría del mostrador que no para de incordiarme.
- ¿Mostrador?
- Vaya…
- Ah, debe de estar hablando de mi hermana gemela.
- Me voy a volver loco. Bueno, ¿qué quiere?
- Necesita una solicitud de salida para poder marcharse.
- No jodas…
- Es necesario.
- ¿Y las solicitudes de asesinato dónde se piden?
- No existe tal cosa.
- ¿Y las de suicidio?
- Mesa trece.
Esas dos palabras eran solamente el principio de su mala suerte.




PD: Por fin acabado. Espero que guste. No he exagerado para nada los detalles.

12 comentarios:

  1. Jajajajaja y además de verdad... gloriosos días aquellos en secretaría... jajaja

    Yo tenía la teoría de que sólo trabajaban cuando las matrículas (y aún así la liaban parda xD). Lo que ya no sé es qué se dedicaron a hacer cuando pusieron la automatrícula por internet... Ah, sí, corregir los errores de cuelgue de la página por errores administrativos jajajajaja

    ¡Un beso!


    Ays... me has hecho sentir vieja con esta entrada ¿eh?. En tu caso la pregunta de: "¿Estudias o trabajas?" sobra ¿no? jajajajaja :D

    ResponderEliminar
  2. Ya intuía que eras más pequeño que yo, pero bueno... mejor pa ti ¿no? :D

    Eso no es malo, creo... jeje

    Un besillo ^^

    ResponderEliminar
  3. Espero que no sea malo, pero vaya, no creo que sea mejor ni peor. Y tampoco tendría remedio, :P

    Bueno, si que te lo has tomado mal, jajaja, es broma, :P

    Que le vamos a hacer, yo y mis peleas burocráticas, pero hubiera estado bien lo de los fuegos artificiales, al menos lo imagine así.

    Besos.

    ResponderEliminar
  4. Claro que es mejor ser joven, dónde va a parar... jajaja ;)

    No me lo he tomado mal, debe ser la depresión post-cumpleaños, que me tiene loca jajajaja xD

    Lo de los fuegos y lo de la tipa que te daba el teléfono ¿no? jajajaja xD. Vale, vale... no voy a ser mala. No tengo por qué dudar de que hayas ligao en secretaría... (¿o sí? jajajaja ;P)

    Que digo yo que mejor te dejo ahora un abrazo aunque sólo sea por variar, que de besos ya vas sobrao jajajaja :D

    ResponderEliminar
  5. Voy a recalcar que la historia no trata de mí. Sino de un subproducto de mi mente, creado a partir de mi experiencia en secretaría. Yo me limito a narrar lo que le ocurrió al muchacho. Y con la de cosas malas que le estaban pasando, tenía que poner algo bueno. Además a mí no me suelen pasar cosas tan interesantes y si hubiera escrito la realidad de aquel día, no hubiera dado para mucho.

    Qué malvada eres cormigo, jajaja. Madre mía, la próxima vez andaré con pies de plomo.

    Besos :P

    ResponderEliminar
  6. Pues es una pena, porque el subproducto de tu mente parecía un tipo majo y ocurrente jajaja xD. Aunque te digo una cosa ¿eh? Podría haber sido viable, porque con el tiempo que una pasaba en secretaría y los circos que se montaban allí... te daba hasta para echarte de novia a la que te daba su número xD (perdón, a ti no, a tu subproducto xD)

    Que no soy mala, jo. Sólo estoy de guasa :D. Exagerao. Que eres un exagerao. Ya no te dejo ni besos, ni abrazos ni na, ea. Por malaje jajajajajajaja










    Bueno va, te dejo un beso. Pero sólo uno jajaja

    ResponderEliminar
  7. Jajaja, madre mía. No voy a decir nada más, no vaya a ser, jajaja.

    Te presentaría al subproducto, pero no es trigo limpio.

    Besos del malaje, jajajaja.

    ResponderEliminar
  8. Jajajajajaja

    No es trigo limpio dice... jajajaja

    Anda, anda...

    ResponderEliminar
  9. Absolutamente genial este relato. Tengo que pasarme por aquí más a menudo.

    ResponderEliminar
  10. Muchas gracias, estás requete-invitado a mirar lo que quieras.

    Un saludo.

    ResponderEliminar
  11. La verdad es que pretendía que no se pareciese a Asterix y Obelix, porque yo también me lo imaginaba así cuando iba a escribirlo. No lo conseguí, jajaja.

    Gracias por pasarte.

    Saludos.

    ResponderEliminar