miércoles, 18 de enero de 2012

Agencia Descalificativa.

Fiebre.
Le gustaba la sinestesia de los pálpitos de su corazón. De aquella forma tan estúpida, sabía que se había enamorado. Intentaba esconder su mirada de aquellos ojos con escaso éxito. La esculpía en el aire cuando dejaba de verla. Todo olía a ella, esperando poder probarla para comprobar si de esa forma todo sabría a ella. Se movía con la armonía que su cuerpo le permitía en un danza carente de sentido. Se reía sin motivo aparente, rodeado por el silencio. Su lengua se congelaba antes de poder decir “te quiero”. Abrazaba el aire, sumido en un sueño. Los días eran de colores y en el fondo, respiraba felicidad. Se puso de manifiesto que los sentimientos están carentes de cualquier atisbo de sentido. Además de ser imprevisibles y totalmente contradictorios. Le transportaron a otras realidades, a otras dimensiones. Y que, tristemente, el final fuera sólo un espejismo.

Indiferencia negligente.
Me pregunto dónde se encuentra la gota que haga colmar el vaso que, por otra parte, lleva rebosado bastante tiempo. Llevamos demasiado lejos la construcción de un sistema cimentado en la mentira. Los temas de vital relevancia se manejan a nuestras espaldas y lo peor es que no mostramos el menor interés. También es cierto que trabajan (con mayor o menor astucia) para ocultarlo y nos dejamos engañar. Creemos ingenuamente que con el mero hecho de ir a votar somos capaces de cambiar las cosas. La realidades bien distinta. La democracia debería ser algo participativo (día a día), algo que implique el interés de todos y cada uno de nosotros. El interés fundamental debería ser el progreso de todos en conjunto. Pero inevitablemente, para ello, otros tienen que perder. Es complicado porque esos de los que hablo, nunca pierden. En todo caso, para empezar habría que hacer que ganaran menos, cosa que de partida se antoja complicado. Pero juegan a ponernos un velo sobre los ojos. Nos alimentan con el circo de la televisión que se ha vuelto insultante para la inteligencia. Nos anestesian con un miedo ficticio que es capaz de hacernos ceder. Y por ceder, somos capaces de ceder cualquier cosa cuanto más profundo es ese miedo. Tiene la capacidad de hacernos renunciar a nuestro techo, nuestra sanidad, nuestra pensión y si hiciera falta hasta daríamos el pan de buena gana. ¿Hasta cuándo durará la anestesia del miedo? ¿Cuándo nos daremos cuenta de que el bienestar es posible? ¿Cuándo lo volveremos a reclamar con fuerza? ¿En el momento que lo hayamos perdido todo? Por desgracia esto requiere del ejercicio crítico de todos. La corriente ya nos ha arrastrado suficiente. Debemos pasar de ser masa social a individuos independientes. Tener inquietudes y opiniones propias. Básicamente para que no puedan mentirnos con tanto descaro. Hay que abandonar el analfabetismo funcional. No dejemos que jueguen con nosotros.

Cuidado con la cabeza.
Mientras caía de aquella silla, sentía acámara lenta el dolor del impacto inminente. Después del golpe se levantó mientras la barbarie se desencadenaba en su cerebro. Había dejado esparcidos por el suelo varios de sus recuerdos que se volatizaban ante su indiferencia. A partir de entonces sería recurrente la sensación irritante de saber que algo faltaba. Con el tiempo, aprendió a olvidarse de aquello a base de golpes. Cada nuevo golpe le proporcionaba alivio que se diluía al comprender que perdía una nueva pieza de su memoria. Las canciones ya no le decían nada, ni las cartas, ni los mensajes, incluso los besos habían perdido su eficacia. Llego al punto en el que todo carecía de sentido. Todo era nuevo, todo era extraño. Y entre tanta incertidumbre sólo acertó a decir unas palabras. “No me acuerdo de olvidarte”.


PD: Me hace relativa gracia quien se manifiesta apolítico. Porque en su nombre también se toman decisiones.


2 comentarios:

  1. Me ha pasado algo curioso con el primer texto, aunque el segundo está muy bien razonado, pues el que más me ha gustado ha sido el tercero porque: pasa a veces soltamos nuestros recuerdos y los dejamos escapar, con el tiempo nos preguntamos qué fue de ellos, y luego aprendemos a tener indiferencia y no nos acordamos si hemos olvidado realmente o siguen ahí en la cabecita.

    Pues como te decía, me ha pasado que me estaba ilusionando leyéndote, las cosas preciosas que decías, del olor y el sabor, pero de repente no sé en qué línea me ha dado una sensación de miedo, de que sabía que iba a terminar mal, y digo yo Jose, ¿y si no hubiera sido un espejismo? por lo menos para hacerme feliz, ja,ja

    Un beso por deleitarnos con estos tres textos.

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    1. Vick: Como casi siempre me pasa en las reflexiones, no consigo concretar y queda todo muy ambiguo. Pero bueno, tampoco me gusta mojarme más de lo debido y me gusta más buscar la autocrítica.

      La memoria es selectiva, aunque no quieras, hay instantáneas que se guardan en ella a fuego. Otra cosa es que por dolor queramos obviarlas, pero antes o después reaparecen. La cuestión reside en lo que signifiquen una vez reaparecidas. Ahí está el cambio...

      La única frase bonita del texto es la primera. Las demás son de un cursi... para pegarme, vaya. Anda, te has dado cuenta antes de tiempo. Eso es que vas conociendo mi forma de escribir, jajaja (me pasa por escribir siempre lo mismo). Ilusiónate sin miedo, chiquilla. ¿No has disfrutado ese momento antes de que te entrara el miedo? Pues oye, aprovéchalo, jajaja. Nunca se sabe como acaban las cosas... o sí.

      La próximas vez que leas un texto así no te vas a fiar, jajaja. A lo mejor te llevas una sorpresa... Pero en definitiva, el espejismo es lo que tú quieres que sea. Puede que sea para bien, ¿por qué tiene que ser al revés? Tenías muchas expectativas puestas en las palabras de ese personaje, jajaja. Al final, fíjate, otro fantasmilla más...

      Huy, no uses el plural, que nunca se sabe. Tú di que a ti te han gustado, jajaja.

      Besitos ;)

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