martes, 13 de abril de 2010

Lupas y regalices.

Ella.
La miraba y el resplandor de su rostro me cegó como al mirar directamente al sol, pero no le importaba porque podía imaginarlo perfectamente, conseguía delinear cada detalle con trazo fino y delicado. Escuchaba el sonido de sus pasos buscándole, sincronizado con el vaivén de sus caderas, y oía su risa. Ah, su risa, capaz de elevar mi moral al infinito del universo y devolverme a la realidad para poder seguir disfrutando de su compañía. La olía y su nariz se perdió en una espiral placentera de fragancias paradisíacas. Su perfume quedaba impregnado en su ropa dejando claro su encuentro. Le pidió que la besara y saboreo sus suaves labios del más dulce caramelo. Una descarga eléctrica que recarga la batería de su ya gastada vida. Finalmente extendió sus brazos para abrazarla con fuerza y se desvaneció, ¿sería una broma?, se giró para encontrarla, pero no estaba, desapareció. Sólo quedaban las acolchadas paredes de su diminuta habitación. Se arrodilló lastimoso, rogando poder verla de nuevo, para no dejarla escapar, para estar eternamente juntos.

La anti-sociedad.
La sociedad movida por la superficialidad y la envidia. Sociedad que calla rabiosa tus triunfos y los aplaude hipócritamente, sociedad que se ríe de tus fracasos y espera intensamente que vuelvas a tropezar. Sociedad que tiende a la uniformidad, que quiere que todos lleguemos a su concepción de perfección. Debemos acostumbrarnos a que la victoria es para los más guapos, pueden ser triunfadores con sólo proponérselo. Una sociedad alimentada por el espectáculo del deporte, de la televisión, de la moda, del cine y de la música, dónde nos manipulan y con una bonita apariencia nos someten y claman qué tenemos que ser y cómo, qué tenemos que tener, dónde tenemos que ir y qué tenemos que pensar para ser aceptados. Pero, ¿qué puta y jodida mierda es esto? ¿Hasta dónde van a llegar? Yo me niego, paso de ser lo que no soy para contentar a los demás, paso de tener que decir cosas que no comparto para caer bien a alguien, paso de tener que vestir de una determinada manera para que la gente confíe, paso de querer ser atractivo con el fin de atraer. Sociedad manejada por su estupidez y su miedo, una sociedad que cada vez vale menos, “insultable” , aborrecible y vomitiva. Discriminadora, insolidaria, prejuiciosa y cruel. Que mira para otro lado si lo que ve no le gusta. Esto es lo que vivimos, esto lo queremos y esto lo que tenemos. Maldita sociedad.

Controversia.
- Dime algo.
- Algo.
- ¿Qué?
- Nada.
- ¿Nada?
- Todo.
- ¿Todo?
- ¿Te parece poco?
- Me pareces raro.
- Mejor raro que malo.
- Peor que normal.
- ¿Qué es normal?
- Es complicado.
- Entonces no debe ser tan normal ser normal.
- Yo soy normal.
- De una normalidad, anormal.
- Sin insultar.
- Insultar es privilegio de quien puede.
- No te creas privilegiado.
- Creique y penseque, hermanos de tonteque.
- Te odio.
- Podría ser peor, podrías no quererme.
- No entiendes nada.
- Seguramente más que nada y menos que algo.
- Me aburres.
- ¿Y aún sigues aquí?
- No sé dónde ir.
- Haber empezado por ahí, vámonos.

"Ser ignorante es un problema con solución, ser ignorante y estar orgulloso de ello es la solución que escoge sociedad."





PD: Primo, te juro que es la última vez que lo hago, no me lo tengas en cuenta. Y lo que está escrito, menos.

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